• José María Pérez Gay
  • 30 Mayo 2013
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Por: José María Pérez Gay (1944-2013)


A los diecinueve años de edad, el príncipe Norodom Sihanouk, contrariando todos los designios políticos, llegaba al trono de los khmer. Desde un principio, casi un adolescente, demostró ser el equilibrista perfecto; después, de tiempo en tiempo, el artífice de la cuerda floja. Conservó treinta años el poder (1941-1970). Fue rey y jefe de Estado, primer ministro y músico en una banda de jazz, director de un periódico y dueño de un casino de juego, lider del partido único y director de cine farsante y grillo supremo. Sihanouk llevaba todo con igual intuición y astucia, tenía fichados hasta a los sablistas que iban a pedirle dinero, conocía de memoria a los miembros de la oposición comunista y sabía al dedillo las historias íntimas de sus generales. Buscó reconciliar siempre los intereses más diversos y su actividad política tenía un solo fin: consolidar la autonomía de Camboya librarse del yugo francés. La mezcla de budismo y socialismo que predicaba era una táctica más, una medida para atraerse a los monjes budistas. Impaciente y vanidoso, represor y embustero, inteligente e intrigante, Sihanouk se agazapaba ante los franceses, rendía tributo al imperio nipón y castigaba cualquier acto de desobediencia. En octubre de 1945, las tropas francesas y británicas entran en Phom Penh, Ngok Thanh es enviado al exilio y la guerrilla nacionalista, el Khmer Issarak redobla sus ataques contra los ejércitos colonialistas. Un año después firmaba un tratado que establecía la entrada del reino en la unión francesa. La monarquía constitucional limitada fue la fórmula ad hoc: en el nombre del rey, la asamblea nacional actuaba de acuerdo a una constitución, los colonizados echaban mano de los instrumentos de sus amos. El Partido Democrático, apoyado en el sentimiento de la nacionalidad, arrasa en las primeras elecciones exaltando el patriotismo. En 1952, Sihanouk inicia" la cruzada real por la independencia", recorrió el país de cabo a rabo dándose cuenta de su talón de Aquiles: la mayoría de la población lo rechazaba porque velan en él a un siervo de los franceses. Ni tardo ni perezoso, Sihanouk montó una obra de teatro con ayuda estadunidense: el 14 de junio de 1953 anuncia que parte al exilio: Tailandia, el enemigo de siempre, se lo había concedido bajo una condición: no participar en actividades políticas. El doloroso exilio duró una semana. El príncipe volvió a entrar a Camboya por la provincia de Battambang, donde no había tropas francesas y subrayó que sólo regresaría a Phom Penh si declaraba la independencia. En noviembre del mismo año, como consecuencia directa de la guerra anticolonialista en Vietnam, Sihanouk lograba la independencia de su país. Luego, en 1955, abdica en favor de su padre y se convierte en el político más influyente de Camboya.


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