• Sergio Mastretta
  • 13 Junio 2013
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Por: Sergio Mastretta

La ciudad, con la más mecánica y brutal de sus funciones, se le viene encima al territorio rural de San José Chiapa. Y de Nopalucan, y de Soltepec, y de El Seco. Ni siquiera Lara Grajales, acostumbrada y construida como territorio agroindustrial en el siglo XX, sabe lo que se le viene.

La ciudad, impuesta a palazos de excavadoras que desgajan el lomerío de Nopalucan para alimentar los miles de camiones de volteo que como hormigas fugaces bajo e látigo de un faraón metálico cubren de tierra la tierra campesina.

La ciudad armada al galope fulminante de la decisión de una trasnacional automotriz. Y de un gobernador que ya por ello marcará historia en la entidad, a la manera de Díaz Ordaz con la Volkswagen en los años sesenta. La ciudad armada sobre una industria apostada en la conquista del mercado norteamericano. 900 mil autos en seis años.

Luego ya se sabrá.



Hay que verlo en la foto aérea. En una secuencia de tres, justo en la cintura del estado, en el valle extenso y salobre colgado de la Malinche y la cordillera del Citlaltépetl y el Cofre de Perote. En la cintura de un estado que por ese llano se cuela hacia el norte serrano desde las sierras secas del sur poblano y contra el filo oriental del altiplano tlaxcalteca.





Justo al sureste de San José Chiapa, a no más de un kilómetro, sobre un tejido de terrenos armado por 200 hectáreas compradas a un señor Aispuru, más ochenta compradas a 8.50 pesos el metro cuadrado a poco más de 200 campesinos de la localidad. Con otro pico, que a saber a quién y a cómo le compraron los del gobierno, Audi cuenta ya con un polígono de 400 hectáreas en las que, sobre la plataforma que la Secretaría de Infraestructura le construye, asentará las naves de la armadora del vehículo Q5.

(Foto de Audi.com.mx)



(Foto del portal Haciendas mexicanas)

El territorio de San José Chiapa está tendido sobre una loma baja que termina en lo que fuera el fondo de una enorme laguna del altiplano mexicano. Justo en su orilla se emplazará Audi.

Al obispo Palafox y Mendoza lo asilaron los vecinos en 1647. Y a él se arrima la memoria del sacristán que nos muestra con orgullo el libro de recuerdos que firman los turistas alemanes.

Es un campo viejo el que ha aplanado la Q5. Para la historia de la colonia en México la Hacienda de San José Ozumba, fundada en 1588, y por casi dos siglos propiedad de los jesuitas hasta su expulsión, llegó a ser un ejemplo clarísimo del poderío económico de ese sistema de organización del trabajo en el campo mexicano. Privatizada en 1827, la hacienda llegó a tener una extensión de poco más de 6,800 hectáreas que la revolución y la reforma agraria disolvería a lo largo de las primeras décadas del siglo XX. 



(Foto del portal Haciendas mexicanas)

http://haciendasmexicanas.iberoamerika-online.de/La-Hacienda-San-Jose-Ozumba-Puebla.586+M52087573ab0.0.html

 

A 2,350 metros sobre el nivel del mar, esta enorme planicie se extiende desde las laderas de la serranía de Soltepec, que corre de oeste a este desde el cerro de El Pinar hasta las inmediaciones de El Seco, y recorre plana en treinta kilómetros hacia el norte por los antiguos campos de la hacienda de San José Ozumba, campos de riego y llanos de tequesquite, hasta caer en el vacío blanco y salado de la laguna de Totolcingo.

Al corazón de esa llanura llegan los alemanes de Audi.



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