• María del Consuelo Maquívar
  • 18 Abril 2013
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Por: María del Consuelo Maquívar

Tallas, estatuas e imágenes en los inventarios dela catedral de Puebla

            La investigación de Patricia Díaz Cayeros se intitula Tallas, estatuas e imágenes en los inventarios de la Catedral de Puebla: apuntes hacia una geografía devocional, designación que bien anuncia la importancia de su  contenido. La autora, cuya experiencia en el manejo de la historiografía de las imágenes virreinales es ya conocida, inicia su texto con una recopilación sobre algunas esculturas cuyo culto ha permanecido hasta nuestros días, tal es el caso de la Virgen de la Defensa y de las entronizadas en los santuarios de Ocotlán y Zapopan. Continúa explicando los objetivos de su investigación: “rescatar no sólo términos, clasificaciones, materiales, técnicas y una mirada valorativa sino empezar a esbozar esa cambiante geografía devocional que la escultura imprimió en dicha sede episcopal en donde siempre tuvo un papel protagónico”, en este sentido, la autora se refiere a la región de Puebla-Tlaxcala, territorio que abarcaba el mencionado obispado.

            Comenta que en los inventarios poblanos no se utiliza el término de “escultura” como en la actualidad, sino que se les llama tallas, bultos, estatuas o imágenes,hecho que me ha llamado la atención, ya que en las ordenanzas emitidas en la capital novohispana a lo largo de los siglos XVI a XVIII, sí se utiliza el término de “escultores” para los maestros que hacían estos trabajos. A la vez, se apoya en los criterios de otros investigadores para hablar de las diferencias entre las imágenes devocionales, las de culto y las llamadas devocionales.

            A propósito de la imagen de Nuestra Señora de la Defensa que hoy en día ocupa el lugar principal en el altar de Los Reyes de la catedral actual, dice que esta pequeña escultura ocupa este lugar después de más de 30 años que estuvo viajando por el Norte de México y hace hincapié en las réplicas, llamadas con justa razón “imágenes peregrinas” que se hicieron  para que la imagen original ya no saliera más de la catedral.

            Explica someramente lo que los inventarios del siglo XVI dicen sobre la existencia de algunas imágenes y resalta el lugar privilegiado que, desde esa época, tuvo la devoción a la Inmaculada Concepción en el altar mayor; analiza algunas de las esculturas que aparecen registradas y dice, con justa razón, que hace falta analizar con detenimiento las imágenes actuales para dilucidar si son las que se mencionan.

            Díaz Cayeros, quien ha estudiado con sumo cuidado el coro catedralicio, profundiza en las observaciones que hay en los inventarios sobre las imágenes que complementan la magnífica sillería y afirma que, en la actualidad, se pueden ubicar “con bastante precisión cada una de las piezas”. Finalmente, la autora aclara que a pesar de la preponderancia que los inventarios conceden a las imágenes esculpidas, no registran los nombres de los autores de estas obras, en cambio sí hablan de algunos pintores como José de Ibarra y con esto  confirma su planteamiento del inicio de su trabajo, que yo por mi parte también lo he advertido en algunos de mis textos, como en la revisión historiográfica que hago en el libro de El Imaginero Novohispano, la apreciación del trabajo escultórico virreinal es verdaderamente  reciente.  Como bien dice Díaz Cayeros: “la historia de la escultura novohispana y en particular la poblana, involucra múltiples fenómenos que es importante desentrañar”.



Retablo del altar mayor de la Iglesia de Santa María Toxtepec


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