• Sergio Mastretta
  • 28 Febrero 2011
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Por: Sergio Mastretta


Las tormentas de octubre arrojaron con su fuerza hechos que quiebran esta inercia de siempre en la Sierra Norte.


•    Cortes de agua como misiles destrozan en infinidad de puntos los 4,000 kilómetros de carreteras y terracerías y dejan incomunicados por más de dos semanas a centenares de pueblos y ciudades, provocando la mayor emergencia alimenticia en la historia reciente del país. Un sistema de protección civil de caricatura nunca imaginó el escenario de una carretera interserrana quebrada en cincuenta puntos. Se produce una hambruna temporal y la movilización de miles de personas en búsqueda de víveres sin alternativas mayores que las cadenas humanas entre las cabeceras y las comunidades y los vuelos de helicópteros cuando lo permite la niebla.

• Además de los destrozos carreteros, es incalculable la pérdida de infraestructura, comunidad por comunidad, en la economía de autoconsumo y en los servicios públicos como adoquinados, redes de agua potable y drenaje, escuelas y edificios públicos. Más de 8,000 viviendas y una decena de comunidades arrasadas dan idea de la magnitud de la tragedia. • La respuesta del Estado es agresiva y bien intencionada para resolver la hambruna provocada por los cortes de la carretera interserrana entre Chignahuapan-Tetela. Zacatlán-Ahuacatlán, Zacapoaxtla-Cuetzalan y Tlatlauqui y Teziutlán. El gobierno de Melquíades Morales traslada secretarías de Estado a las cabeceras serranas afectadas y organiza de urgencia un abasto de alimentos que por no estar fundado en un plan de emergencia estratégico es lento o sometido muchas veces a la voluntad de presidentes municipales, y a la veracidad de la información otorgada a veces sí y a veces no por sus representantes.

• La movilización hormiga, organizada desde los pueblos, de miles de hombres y mujeres desde las comunidades en busca de alimentos y en la reapertura urgente de sus brechas, encuentra respaldo en la red espontánea pero orgánica de grupos muy diversos de la sociedad civil: iglesias, empresas, escuelas y universidades públicas y privadas, medios de comunicación. Este es el hecho político más importante en la historia reciente de la sociedad poblana y puede generar cambios profundos en la equivocada e injusta relación social que llamamos Sierra Norte.


En conclusión, la tormenta genera la necesidad de replantear la relación de fondo de una región indígena-mestiza de importante producción agrícola e industrial pero sustentada en esquemas económicos y políticos arcaicos incapaces de reconstruir la infraestructura perdida y de proponer nuevas estrategias de desarrollo. Existe un consenso social por la Sierra. Se requiere una acción estratégica de Estado. A la vista está que toda dinámica estratégica que resulte tendrá que reconocer la importancia del campo y el autoconsumo para una solución de largo plazo, así como de su organización por fuera de los esquemas paternalistas, corporativos o de caridad que el Estado y las iglesias reproducen.


Sergio Mastretta. Periodista. Conduce el noticiero de radio poblano Revista 105.


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