• Carlos Mastretta Arista
  • 14 Marzo 2013

Milano, 8 de Agosto de 1938.– XVI

Natalia mía:

Hoy fui a Vicenza, ciudad de 120 mil habitantes, que se encuentra cerca de Verona, patria de Romeo y Julieta. La región es encantadora y la ciudad parece una villa de la edad media y el renacimiento, sino fuera porque los autos y camiones te conducen de golpe al siglo XX. Fui a arreglar un asunto de mi papá y gracias a Dios en un solo día arreglé todo. Sigo siempre solo en Milán y ahora me he quedado solo también en la ofi cina, pues la mayor parte de los empleados y empleadas se fueron a sus tradicionales quince días de vacaciones. Yo me quedaré en Milán siempre, a excepción de los días 13, 14 y 15 del corriente, que como sabrás son de fiesta obligatorios en toda Italia.

Mañana tengo que hablar del petróleo con otros tipos y toda la semana será igual. Se pasan los días y los meses con una velocidad impresionante: y si me pongo a estudiar la situación me desespero pues con tantas cosas no soy capaz de ver claro nada todavía. (...) De Luis sé solamente que se embarca en el “Rex” el 14 de los corrientes en Nueva

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York. Viene al “Campo Dux” a Roma sólo por dos meses.

Aprovecharé este viaje para enviarte muchas “chivas” que por correos imposible, a ver si te gustan. Yo iré a Nápoles o Génova a recibirlo con mis tíos y demás parentela, que están felices, pues basta que vean la posibilidad de paseos, luego luego se entusiasman. Mañana estoy invitado a comer con el cónsul de México González Roa, muy inteligente y de los mexicanos que se saben distinguir. (...) Te quiero con una pasión sublime e inextinguible. Tuyo.

Carlo

 

Roma, 28 de agosto 1938.– XVI

Me encuentro en esta Ciudad con Luis que ya entró en el famoso Campo del Lido de Ostia. El vapor entró en Nápoles ayer a las dos de la tarde y tuve oportunidad de hablar largamente de tantas y tantas cosas que te será fácil imaginar. Te agradezco muchísimo los regalos, Sagrado

Corazón y el San Cristóbal que por medio de Luis me enviaste y que de hoy en adelante me acompañarán a todas partes. Lo que más te agradezco es lo que me mandaste decir con Luis. Eres incomparable. Ahora te contaré de Luis. (...) A bordo del “Rex” se unieron con la caravana de muchachos y muchachas que vienen de Canadá. Por información de los acompañantes supe que Luis se la pasó casi todo el tiempo en el camarote sin ir a ninguna de las fiestas del barco, y que siendo las muchachas del Canadá setenta y los chicos un total de veinte, las niñas, de diez y ocho años del Canadá les daban la caza a los chicos. Sé, sin embargo, que no obstante los reiterados ataques de una morenita canadiense, Luis siguió en su propósito de buen chico. En fin, para no hacer el cuento largo, parece que “el niño” está enamorado de una chamaca de Puebla, que según le he podido sacar ya es su novia y le juró que no bailaría nunca.

Así me gusta, ¿o no? Después de llegar a Nápoles les pusimos en el tren de Roma y después al puerto de Ostia.

Se encuentran en un campamento bajo los pinos marinos a 40 metros del mar. Los vistieron de marineritos y están muy guapetones. (...) Permanecerán en Ostia hasta el día

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10 de septiembre y después se los llevarán de paseo a través de Italia. Yo me regreso a Milán mañana por la noche y lo volveré a ver cuando obtenga una licencia de cinco días par visitar a los parientes. Saldrán dentro de un mes en el “Roma” rumbo a México. Yo creía que con Luis me mandarían lo que pedí referente al negocio, sin embargo no trajo nada. Septiembre será un mes en el cual se resolverán muchas incógnitas una de las cuales... ya la sabrás. Está

Roma Soberbia. Te quiero y te beso. Tuyo.

Carlo

 

Viaje a Roma. Fotos tomadas por Carlos Mastretta en 1938.69

Milán, 17 Sept. 1938.– XVI

Natalia mía:

No obstante sea ya muy noche pues son casi las dos de la mañana, y acabo de llegar de Roma, te escribo para contarte la odisea de este viaje, que más me hubiera gustado no haber efectuado. Luis se embarcará en Génova la próxima semana y de Italia no habrá visto sino Roma pues no me fue posible obtener un permiso para pasearlo por Italia como era mi deseo. Paciencia. (...) Ciertamente esta vez no te desmiento. Hace tres semanas que esta pobre y vieja Europa se sacude ante el preludio de lo que puede ser una guerra general. En Italia, por virtud del Duce, reina sin embargo una paz y una tranquilidad absolutas. En Italia sabemos que el Duce quiere la paz y estamos seguros de que la obtendrá. En estos momentos en los cuales los hombres de estado de Europa dan síntoma de haber perdido la brújula y amenazan con lanzar en el espantoso remolino de una guerra toda la juventud de Europa, en estos momentos agudamente decisivos en los cuales los pueblos sienten la pesadilla de una guerra sobre las espaldas, Mussolini y tras

El toda Italia, no sólo conserva una calma grandiosa, sino que indica a unos y a otros la única solución posible: Mussolini dará al mundo la paz. Vive tranquila, porque muy pronto nos veremos. Espero con calma la solución que se avecina, que estoy preparando con toda meticulosidad.

Dios me iluminará. (...) Tuyo.

Carlo

 

Milano, 27 Sett.1938.– XVI

Hoy a bordo del “Roma” salió rumbo a México, Luis.

Como te anuncié salí rumbo a Génova en coche hoy por la mañana y llegué a los ocho de la mañana después de haber atravesado los Apeninos con un chaparrón espantoso.

Luis estaba ya a bordo y yo me puse a hacer lo posible por conseguir un permiso para subir a bordo, permiso que no conseguí. Me encontré entonces yo en tierra y él a bordo 70y sin saber en qué forma le entregaba yo las tortas y la pulsera y el prendedor que te mandaba yo. Por fi n, después de mucho buscar encontré dos muchachas de Canadá que me habían presentado días antes, las cuales con mucho gusto se prestaron a subir el paquete a bordo. Pero cuando eché mano a la bolsa buscando el paquetito con la pulsera y el prendedor con gran rabia constaté que no los tenía. A gritos le hice entender a Luis lo que me pasaba. Hoy volviendo a Milán encontré el paquete encima del buró de mi recámara. Por lo que se refi ere al suéter que me enviaste, regresa con Luis a México, porque él se vio imposibilitado de devolvérmelo. Cuando estaba en Roma durmiendo bajo la tienda de campaña me dio pena ver que no tenía de México ninguna ropa de lana. Yo le dejé el suéter con el encargo de ponérselo si tenía frío, pero de devolvérmelo apenas estuviese fuera del campo. El pobre ni se lo puso, pero cuando llegué a Génova ya estaba a bordo y no me lo pudo devolver. Espero me perdonarás. Ese suéter me lo pondré este invierno en México. Todas estas escenas se registraron en medio de una lluvia y neblina atroces. Te puedes imaginar el estado de ánimo que tengo hoy pues regresando a través de los Apeninos encontré lluvia, niebla y dos ponchadas de llantas. Todo esto con el disgusto de no haber podido casi hablar con Luis me han puesto los nervios de puntillas. Menos mal que las muchachas canadienses subieron el paquete con los pasteles. Se trata de una torta llamada del “Paraíso”, que es una especialidad de estas tierras lombardas, espero que la gustes y sobre todo espero que me perdones todos mis atarantamientos. Hoy me llevé otra desilusión más pero espero que sean las últimas pues el triunfo se acerca. Cuando pienso que pronto te volveré a ver desaparecen de mi mente el pesimismo y demás cosas. Tuyo.

Carlo

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Casale Tesonferrato, 5 Octubre 1938

Natalia mía:

La calma ha vuelto a reinar en Europa y a cuanto parece la paz tan famosa como ausente, una paz basada en la justicia entre los pueblos está por aparecer. Dios lo haga. Mientras tanto yo sigo en mi Regimiento en espera de la orden que me devuelva a la vida de siempre. He vuelto a ser el buen oficial del Cuerpo de Ingenieros y mi deber lo cumplo integralmente y estrictamente. Así pues desde la levantada a las cinco hasta las cuatro y media de la tarde vivo entre mis soldados ocupándome a todas esas pequeñas y al mismo tiempo grandes e importantes cosas de los soldados cuales son la instrucción y la disciplina militar junto con todo lo que concierne a la comida y al descanso. El tiempo pasa rápido y sin darte cuenta los días, son ya casi ocho que estoy aquí, se van también como las hojas secas que barre el viento de este otoño opaco y frío. Cuando no llueve a cántaros la neblina con su blanco y denso manto, todo lo esconde. Los árboles se vuelven amarillos y las hojas caen rápidamente. Te describo esto para que te imagines cuál es el estado de ánimo cuando terminada mi jornada de servicios en el cuartel regreso a la pequeña recámara del insignificante hotel donde duermo. (...) Permaneceré en el regimiento unos 15 días más y espero regresar a Milán para mediados de mes a ver cómo van mis negocios. Las cosas no van bien que digamos, sin embargo, no obstante esos incontables reveses de la suerte en estos últimos tiempos, espero que pronto todo cambie radicalmente... (...)

Cuando esta carta tge llegue será ya, casi, el 25 de octubre, fecha memorable enn la cual hace dos años te declaré mi amor con unas palabras que repito siempre y que son las más bellas y sinceras que han brotado de mi corazón. (...)

Tuyo siempre.

Carlo


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