• Victoria Sandoval Rosas
  • 12 Junio 2014
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Que si los polos se derriten, que si tiembla muy seguido, que si pasa un asteroide demasiado cerca del planeta y que si aparecen nuevas súper enfermedades. De una forma u otra todos vamos a morir, claro, pero hay algo en la idea de morir todos juntos en alguna clase de cataclismo mundial que nos resulta atractivo, hacemos películas y series de televisión al respecto, hablamos de ello en las borracheras, bajamos aplicaciones que nos alertan de terremotos y posibles erupciones.

Fechas

Siempre hemos elegido fechas para entrar en pánico, 6 de junio de 1966, 1999, el cambio de milenio y la más reciente: 21 de diciembre de 2012. Se nos ocurrió que el fin del calendario maya representaba el fin del mundo. Aparecieron programas en History Channel con especialistas que discutían esta teoría, personas respetables con doctorados y bases científicas, en las tiendas vendían “axe edición fin del mundo” y hablaban de ello con naturalidad, como una desgracia aceptada o como una broma colectiva. A mí no me pareció que nadie lo creyera en realidad, pero es divertido dejarse llevar, ¿no? Justo ese día, el 21 de diciembre, hubo más revuelo, maratones de películas sobre el armaggedon, ofertas de “reciba el fin del mundo bebiendo con nosotros, 2x1 a partir de las 10” y demás variaciones, todo muy pintoresco, pero al menos yo sí recuerdo dónde estuve esa noche y esa pequeña sensación de vació al día siguiente: “hmmm, pues no pasó nada interesante”.

Fenómenos naturales

La luna tiene un halo y se ve roja, los planetas se alinean, la época de huracanes dura demasiado, en el medio oriente se ven las tormentas de arena más grandes que se pueden recordar, un asteroide se acerca más de lo que es deseado a nosotros y el Popocatépetl va a hacer erupción un día de estos. Pero lo de hoy son los temblores, sólo basta que haya un pequeño temblor para que todos nos reunamos y saquemos las historias de los temblores pasados, aumentando el miedo, o tal vez el respeto, que se les tiene a estos fenómenos. La posibilidad de un terremoto de escala mayor como el que se vio en Japón hace algunos años y que sumió al país en caos es una posibilidad muy real, y lo que más nos causa morbo: una posibilidad que podría suceder en cualquier momento, completamente fuera de nuestro control. El mes pasado tembló muchas veces, ningún temblor de consideración, pero sí varios que se alcanzaban a sentir y espantaban a unos cuantos, 3 días después, una semana y volvía a temblar. Surgieron artículos en internet sugiriendo que esto sólo podía significar que vendría pronto un temblor mayor, apremiaban a tomar precauciones pero no tenían ninguna base para sus argumentos, aumentó la compra de aplicaciones para el celular que te avisan de un temblor con un minuto de anticipación. Sin embargo ya no ha temblado y la breve histeria pasó.

Descuido del hombre

¿Recuerdan cuando todos le temían a contraer AH1N1? Cubre bocas a donde quiera que se fuera, gel anti bacterial, clases suspendidas y el común denominador: miedo. El hombre se ha visto azotado por varias enfermedades a lo largo de la historia, la peste negra y demás redujeron significativamente a la población. ¿Podríamos pasar de nuevo por algo así de destructivo? yo no lo creo, pero uno nunca sabe. Sin embargo, las enfermedades no son la única causa auto provocada que podría llevarnos a la extinción, se dice que el calentamiento global es un motivo mucho más creíble para nuestro fin que las ya mencionadas, sin embargo no causa tanto revuelo, los niños no cuentan historias para asustarse sobre los polos derritiéndose y aunque sí hay películas son documentales, cosa seria, nada que pueda uno ver en el cine y reírse un rato del futuro fin.

Precauciones

Hay instituciones, como la NASA, que invierten millones en el estudio del cielo, entre otros propósitos está el de protegernos de colisiones con asteroides y demás. Hay estudios sobre el clima y organizaciones que crean consciencia sobre cuidar la tierra. También hay personas, paranoicos podríamos decir, que dedican sus vidas a prepararse para el fin del mundo, ellos juntan comida, diseñan sistemas de purificación de agua, generadores de electricidad e infinidad de cosas para no depender de nadie más que de ellos mismos en caso de algún colapso de la sociedad como la conocemos.

Realmente ¿qué podemos hacer ante todo esto? además de contarnos historias, llenar nuestras charlas de posibles planes ante un desastre y divertirnos con películas como 2012, sólo nos resta disfrutar nuestra vida. No porque el mundo se vaya a terminar sino porque la vida siempre termina y nunca sabremos cuándo, no hay que perder noches de sueño con angustias de lo que no podremos hacer si el mundo termina mañana, mejor descansemos y hagamos todas esas cosas que queremos, corta o larga hagámosla una vida bonita.

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