• Anamaria Ashwell
  • 25 Septiembre 2014
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Este texto fue presentado por la antropóloga Anamaría Ashwell el pasado sábado 20 en el Foro Ciudadano II/Septiembre 2014 Cholula, organizado por un conjunto de grupos de la sociedad civil que en las últimas semanas se ha movilizado en contra de las expropiaciones de terrenos en el área arqueológica de la pirámide de Cholula y del proyecto gubernamental llamado primero “Plaza de las Siete Culturas” y después “Parque intermunicipal”.

Ilustra este ensayo la  fotografía de Enrique Soto Eguibar, editor de la revista Elementos, titulada “Cuando el Popo quiso atrapar al sol”, y publicada originalmente en el Club de Fotografía Puebla, coordinado en Facebook por Raúl Gil y Julián Abed.

 

Vivimos en un lugar especial.

Uno de tan antigua ocupación y habitado por tantos y tan múltiples pueblos y lenguas, conquistado militarmente o influenciado también por pueblos que vinieron del norte y del sur,  que aquí solo podemos decirnos cholultecas los que hoy estamos y defendemos estos suelos y construimos un futuro incluyente en el que todos sus tiempos y expresiones culturales tengan cabida. Pero construyendo también un futuro en el que el legado del pasado nos informa y educa de cómo habitar el presente; porque ese compromiso es el que afianza nuestro arraigo propio y duradero en estos suelos.

 

Somos cholultecas los que no podemos vivir en cualquier otro lugar, los que escogimos vivir aquí con la carga histórica de esta ciudad y a los que no nos es indiferente lo que sucede en nuestra casa porque nos pesa y deslumbra su inmenso patrimonio histórico y cultural.

 

Este lugar se caracteriza por la habitación de pueblos de múltiples lenguas por lo menos desde unos dos mil años antes de la llegada de los españoles en 1519.

 

Ese es el tiempo de su historia mesoamericana y que se resume bien con palabras de un mexica anónimo, después de la caída de Tenochtitlan, cuando dijo “nuestra herencia es una red de agujeros”[1]. Porque la última y metódica investigación arqueológica y antropológica de las Cholulas concluyó de hecho con el proyecto INAH en 1970 o quizás un poco después con el Proyecto Puebla Tlaxcala que involucró a alemanes y nacionales en la investigación de los pueblos pasados y presentes en este valle. Desde entonces arqueólogas de la Universidad de las Américas y accidentadas investigaciones por arqueólogos del INAH[2] han contribuido con nuevos datos y evidencias pero no de una manera sistemática que pudiera ayudarnos a cotejar la compleja y muchas veces contradictoria  documentación colonial sobre el tiempo mesoamericano de la ciudad. 


 

Foto de Raúl Gil.

 

 

Y creo se puede decir sin errar que las investigaciones arqueológicas y antropológicas actuales de Cholula  aún no se han liberado de lo que señalaba John Paddock en 1987: se siguen concentrando principalmente en torno al edificio de la gran pirámide y con ello sigue limitado nuestro conocimiento de la gran ciudad.

 

Pareciera, así mismo, que persiste también  “ese oculto deseo” como decía Paddock  de negar la importancia que tuvo Cholula en el proceso civilizatorio mesoamericano[1]. Porque no hemos dado tregua a lo que es ya la indetenible destrucción patrimonial de la ciudad, de sus bienes tangibles e intangibles, antes de siquiera acceder a hilar su monumental historia.

 

Para cocer los agujeros de la red que engloba la historia mesoamericana cholulteca falta casi todo; y para empezar nos falta documentar la relación de los primeros asentamientos y los recursos de aguas en periodos que se remontan a alrededor de 1300 a.C. Por ejemplo en la zona donde ahora un puente vial rellenó de varilla y cemento destruyendo vestigios en la antigua ciénaga en la cercanía del ameyal de San Juan Aquiahuac. 

 

Como también recuperar arqueológicamente el desarrollo de la ciudad en fechas tardías de ese periodo que llamamos Preclásico cuando hubo una inmenso evento eruptivo del volcán en el primer siglo después de Cristo y se había iniciado unos siglos antes la construcción de un primer centro ceremonial porque solo asumimos que Cholula mostraba entonces una mayor complejidad urbana; me refiero al tiempo en torno al templo que los arqueólogos bautizaron como “La Conejera” de unos 200 a 100 a.C. en la zona noreste de la actual pirámide[2] y cuyos alrededores ahora pretenden nuestros gobernantes tapizar de cemento y espejos de aguas para un desarrollo comercial-turístico que destruirá muchos vestigios que no necesariamente son edificaciones[3].

 

Sabemos, por ejemplo que Cholula tuvo una relación fluctuante con Teotihuacan durante el horizonte temprano del clásico (entre 0-400 d. C.) cuando la ciudad pareciera apartada de las rutas comerciales de Teotihuacan y mostró bastante autonomía como centro regional. Y tenemos indicios que en el horizonte definido medio de lo que llamamos Cholula IV (alrededor de 600 d.C.) cuando Teotihuacan decae (y se abandona finalmente  alrededor de 750 d.C) Cholula resurge. Como también existen indicios que en el último horizonte del clásico mesoamericano Cholula estuvo despoblada y pobre en sus manifestaciones culturales. Pero esos periodos son aún enormes agujeros de su historia antigua que hay que rellenar y si avanzamos destruyendo suelos arqueológicos como ahora nunca vamos a poder tejer la red que envuelve su larga historia.

 

Quetzalcóatl (izquierda) y Tezcatlipoca (derecha), en la lámina 22 del Códice Borbónico.

 

El periodo llamado clásico de Cholula que abarca por lo menos cuatro horizontes culturales en Cholula va desde el año 0 d.C aproximadamente hasta quizás 800d.C. aunque todavía se discute y se disputa esa cronología[4] ; cronología que quizás solo sirve coyunturalmente para que tengamos siquiera un acuerdo cronológico o más o menos en común, para que a partir de éste  insistamos en la investigación. Porque hasta las secuencias cronológicas de su historia mesoamericana son aún una tarea por concluir.

Solo a partir de 1996 pudimos conocer, por ejemplo, la historia eruptiva del volcán Popocatepetl[5] y atando cabos con referencias míticas en códices coloniales y precoloniales comprendimos mitos y códices que narraban inundaciones, destrucciones, migraciones, hambrunas y  abandonos de partes de la ciudad así como el poblamiento de partes altas como en el cerro Zapotecas a solo 3.2 km al oeste de la gran pirámide o en  Cacaxtla. Ese es un tiempo clave también para Cholula porque cuando se abandonan todas estas majestuosas ciudades del clásico mesoamericano- y casi simultáneamente- Cholula persiste pero persiste de manera distinta[6]. Y al valle poblano-tlaxcalteca y a Cholula arriban entre 650 y 800 d.C. nuevos conquistadores extranjeros que conocemos como olmeca xicalancas.[7]  Años entre 700 y 800 d.C también cuando tenemos noticias de de una erupción volcánica de magnitudes catastróficas. Descubrir la identidad étnica o las rutas migratorias de esos pueblos ocupó a muchos y por largo tiempo: hubo propuestas que eran de la familia olmeca-otomangue parlantes; Jiménez Moreno los describió como tri étnicos-nahua.-mixtecos y  chochopopoloca”; para otros fueron teotihuacanos y mixtecos y ahora algunos sostienen que fueron mayas[8]. Los olmeca xicalancas ocuparon también Cacaxtla, Huejotzingo y regiones en Zacatlán y Atlixco. Pero la investigación arqueológica sobre ese periodo todavía no logra reconstruir sino una historia fragmentada de una relación comercial y humana de Cholula con los pueblos del sureste y las regiones el golfo mesoamericano en un medio profundamente trastornado por nuevas migraciones yen un entorno geofísico dominado por una catástrofe volcánica[9].

En verdad el único tramo de la larga historia de Cholula que conocemos mejor porque hemos ido descifrando códices y documentos coloniales de reclamos de tierras es la que se inicia alrededor del año 1100, justo antes de la caída de Tula y que impulsó la primera migración de toltecas a Cholula. Migraciones y conquistas que abarcan 36 años según la HTC y que llevó a los tolteca a residir entre seis y once años en distintos lugares antes de merecer Tlachihualtepec-Cholollan en el año 1168. Y cuando detrás de ellos llegaron grupos nahua, xochimilcas y yapanacas desde el valle de México que “merecieron pueblos”  en distintas partes del valle de Cholula y Tlaxcala[10]. Este es el periodo desde el posclásico temprano al tardío dominado por la visión tolteca del mundo y la que refiere al venerado ancestro y fundador de hombres y linajes cuyos impresionantes ciclos épicos nos devela a un dios llamado el señor 9 Viento  Quetzalcoatl en el códice Yuta Tnoho o Vindobonensis. El dios del epiclásico cholulteca (600-900d.C) que nació de un gran cuchillo de pedernal en el origen de los tiempos para reinar también sobre varios pueblos del valle poblano-tlaxcalteca. Y que arqueológicamente corresponde a esa ciudadela del pos clásico que acaban de destruir aquí en Cholula en la 12 Ote para enterrar un desagüe de aguas y aterrizar un puente con coches.




Ehecátl-Quetzalcóatl, Lámina 22 del Códice Borgia

Tescatlipoca

 

 

Cholula profundamente cosmopolita- y no solo porque es un lugar de fusión de múltiples pueblos y lenguas sino porque sus más comprometidos y apasionados investigadores también han sido y siguen siendo de múltiples nacionalidades-  nos ha rebasado a todos.

 

No solo a los que vivimos aquí y tenemos que comprometer su pasado para poder habitarla en la modernidad sino también a los que la des- administran y des-  administraron políticamente;  así también a los investigadores que profesionalmente se especializaron en su cultura y su pasado.

 

Quizás sería justo decir que el Siglo XX-XXI fue para la historia y la cultura de Cholula (y no únicamente aquí por supuesto) el tiempo del des-ocultamiento de una suerte de destino siniestro. En nuestra vecindad se develó el reacomodo de la organización social dentro de una racionalidad donde lo material y lo tecnológico arrasó con la dimensión humana de la vida. Y arrasó o suplantó la idea misma de cultura por la idea de entretenimiento y espectáculo.

Infectados los encargados de administrar la ciudad, pero también nosotros, y el mismo INAH, con ideas de “modernidad”  y “progreso” aquí en Cholula hemos sido testigos de como se fue entregando la ciudad, por ejemplo, a las exigencias del automóvil. Y constatando también como se ensanchaban las desigualdades sociales, se inflacionaba la pobreza  y no se detenía la urbanización de suelos de usos agrícolas  ni la destrucción de bosques y fuentes de agua. Nosotros mismos atrapados por formas actuales de vivir esta ciudad, acosados por una conurbación anárquica y exigiendo no solo más cemento para remediarlo fuimos permitiéndole a los políticos cualquier despojo de suelos y aguas cholultecas que se les ocurría implementar. Mientras a mi propiedad y a mis intereses personales no afectaban fuimos incluso celebrando la destrucción o enajenación de casi todos los suelos y bienes públicos.

¿Cuántos de nosotros estuvimos para apoyar a los cholultecas en Nealtican y Acuexcomac en 1994 cuando el gobernador  Manuel Bartlett Díaz expropió sus pozos para surtir agua a la ciudad de Puebla? ¿Cuántos protestaron por la tala de los árboles centenarios que adornaban el zócalo de san Andrés en la década de los noventas?  ¿Cuántos estuvieron para decirle a Oaxaca Correón que él no podía poner su negocio de estacionamiento de coches enfrente del convento de San Gabriel? ¿Cuántos para defender los bosques y el entorno del Zapotecas cuando el gobernador Mario Marín mandó talar los árboles centenarios?  ¿Cuántos estuvieron para decirle al gobernador Rafael Moreno Valle que no podía construir ese puente a 500 metros de la gran pirámide inyectando la antigua ciénaga donde nació la ciudad con toneladas de cemento y varilla para que pasen más automóviles hacia la zona arqueológica e histórica de las dos Cholulas? Y ¿dónde estuvimos todos cuando desaparecieron  casi todas las muestras de arquitectura vernácula del Siglo XVI al XIX  en nuestra ciudad? Y podría continuar enlistando lo que hemos perdido pero eso me obliga también a preguntar ¿donde estuvimos los especialistas en historia, arqueología y antropología que hicimos carrera y nos ganamos la vida investigando y publicando sobre la historia mesoamericana de Cholula cuando la destrucción patrimonial  se volvió ya irracional, y enfrente de nuestros ojos, como sucedió en la 12 Ote/Pte entre 2009 y 2014?  Me temo que muchos estábamos discutiendo derechos de autor, ganándonos puntos en el SNI , sometiéndonos a directores, directrices y políticos que hoy controlan el INAH y casi todos volviéndonos “doctores” apropiándonos y ocultando mezquinamente la investigación de la historia de las Cholulas y sin compartir ni defender in situ nuestros hallazgos con los demás cholultecas.

 

A Cholula le estamos fallando todos.

Y así sucedió que una cultura viva y milenaria fue lentamente desplazada por una cultura inventada e impostada, solo vista como negocio de turistas y adaptada como espectáculo. Y sus suelos arqueológicos hasta por los encargados legalmente de custodiarlos en el INAH vueltos prescindibles como “puro tepalcate”.

 

De la desmemoria promovida por la destrucción patrimonial hemos sido también responsables los antropólogos que estudiamos y/o vivimos la ciudad. Y esa omisión se nota cuando nadie corrigió al alcalde de San Pedro, José Juan Espinoza, cuando bautizó su versión Disney World en torno a la pirámide con el nombre de 7 culturas y pueblos mesoamericanos. Aunque esta apropiación de un pasado indígena al gusto de gobernante en turno empezó antaño y él solo sigue en la tradición. Alfredo Toxqui de Lara[1], gobernador de Puebla (1975-81) y alcalde de San Pedro Cholula (1993-96)  ungió a un cacique indígena de nombre Xelhua, en 1995, como fundador de las Cholulas.   

Xelhua o Xelhuan o Xelha figura, efectivamente, y de manera importante, en un relato que mezcla el mito de origen de los linajes de los toltecas con acontecimientos históricos en la HTC.

La HTC nos explica que en el año 1116 cuatro jefes tolteca chichimeca y cuatro nonoualcas chichimecas llegaron a conquistar Tollan, la actual Tula en Hidalgo. Al año de convivir ambos pueblos se enfrentaron; primero abandonaron Tula los chichimeca nonoualca llevándose el envoltorio sagrado de Quetzalcoatl y se dirigieron a la región del sur de Puebla y a regiones colindantes con Veracruz. Quince años después salieron también de Tula los tolteca chichimecas que arribaron a Cholula. Por la HTC  conocemos la ruta que siguieron los chichimeca nonoualcas y también el nombre de algunos de sus jefes como Timal que conquistó Chapultepec y Chalco. Xelhuan (hay varias grafías de su nombre) era un jefe nonoualca principal que la HTC ubica arribando a Huaquechula, Izucar, Epatlan y Teopatlan pueblos entre Huaquechula y Huehuetla. Xelhuan dice la HTC hizo viajes de exploración también a un lugar que la HTC nombra como  Chololtecamilla entre Izucar y Tehuacan[2]. Y en la confusión con Cholula el fraile dominico Pedro de los Ríos en el Códice Vaticano- Ríos (de 1555) [3]afirmó que Xelua construyó la pirámide de Cholula. Pero esa historia sabemos imposible porque si Xelhua construyó la pirámide la fecha sería 1194. Y conocemos los 76 lugares con constituyeron los linderos del territorio conquistado y poblado por él y los nonoualcas y ninguna fuente confirma que se acercó siquiera a Cholula. Pero los Memoriales del franciscano Toribio de Motolinía (circa 1541) agregaron a la confusión de Alfredo Toxqui: a Xelhua él le asigna un linaje de parentesco con el ancestro fundador y dios patrón Quetzalcoatl ubicándolo en los tiempos primordiales de los mitos de creación cuando la luz y el sol fueron creados en tiempos originarios; y que el dominico Diego Duran (1581) escribió eran tiempos cuando existían “unos hombres gigantes, deforme de estatura” que reinaron estos suelos. Con esta errónea lectura Alfredo Toxqui de Lara se inventó a un fundador de Cholula llamado Xelhua que él convirtió en gigante y que nunca estuvo en Cholula.

 

La barbarie esta hoy tocando la puerta de los últimos suelos sagrados de esta milenaria ciudad. Los bárbaros en la puerta conversan con gramática en tiempos futuros; son portadores de técnicas, tecnología y ambición de dinero que apela y coloniza el imaginario de todos los que ellos incluyen bajo el término “gente de bien”; traen zanahorias también que prometen lluvias de dinero para aquellos que ellos decidieron así mismo llevan vidas “indignas”; y arropados con todas las parafernalias de la modernidad nos han arrinconado a los que no nos mareamos con sus encantamientos a resistirles con la ciudad milenaria sobre nuestros hombros.

Nunca pensé que llegarían a tocar la puerta de los suelos sagrados en torno a la gran pirámide y el santuario de la Virgen de los Remedios. Pero aquí están puestos a transformar en parque temático un lugar que fue el axis mundo de los antiguos cholultecas y lo es hasta hoy por la presencia de la patrona Remedios en su cima.

 

Nunca mejor dicho. ¡No tienen Madre!



 

 

 

Citas:

 

[1] Yo utilicé esta expresión para titular mis ensayos sobre Cholula en la revista Elementos.BUAP. Y tomé la cita de un texto de Reid, de Kings College en Londres titulado: “Disruptions to memory in 16th Century Mexico”.

2 Por ejemplo Mónica Blanco, Patricia Plunket, Gabriela Uruñuela, Gilda Hernández, Ma. Teresa Salomón Salazar o María Amparo Robles quienes han rendido informes técnicos que se han quedado mayormente en el Consejo de Arqueología del INAH o en el Archivo de la UDLA. O textos de difícil acceso como los de Bertha Ocaña del Río que hizo estudios del material óseo en el Convento de san Gabriel; y no puedo dejar de mencionar las investigaciones del grupo de arqueólogos, antropólogos y lingüistas que en la década de los años 70s publicaron sus resultados en la revista Comunicación.

3 Paddock, John, “Cholula en Mesoamérica”. En Notas Mesoamericanas. UDLA. 1987.

4 McCafferty, Geoffrey “Tollan Cholollan and the legacy of legitimacy during the Classic- post Classic Tradition in Mesoamerica”en  Mesoamerica’s Classical Heritage,  U. of Colorado Press 2000.

5 Investigaciones arqueológicas en Göbekli Tepe en Turquía recientemente han puesto de cabeza nuestras nociones sobre el nacimiento de la religiones en los pueblos. Allí, entre cazadores y recolectores no sedentarios, sin recursos de agua y sin agricultura, se construyó uno de los más impresionantes centros ceremoniales 11.600 a.C. Ver  Charles Mann. “The Birth of Religión”. National Geographic; para una lectura general de las implicaciones de estos hallazgos para la investigación arqueológica en otros lugares.

6 Hay alternativas secuencias cronológicas propuestas para Cholula por John Paddock. Op. Cit; o más recientemente para toda Mesoamerica por Christian Duverger: El Primer Mestizaje: la clave para entender el pasado mesoamericano. INAH. Taurus. 2007. Quizás lo más importante en la discusión de la cronología proviene de Jensen Maarten o Michel Graulich que han reconstruido el tiempo cronológico desde la perspectiva de los mitos de los pueblos mesoamericanos y eso todavía debe conversar con la investigación arqueológica.

  7 Claus Siebe et al  “La Destrucción de Cacaxtla y Cholula; un suceso significativo en la historia eruptiva del Volcán Popocatpetl.”Ciencias. UNAM. Enero-Marzo.1996.  También “Historia Eruptiva del Volcán Popocatepetl” Revista Bulevar. Julio/agosto 2013.

8 Mountjoy, Joseph y David Petersen, Man and Land in Prehispanic Cholula. Vanderbilt University. 1973.

 9 Garcia Cook The Historical Importance of Tlaxcala in the cultural development of the Central Highlands” en Bricker y Sablof, eds. 1981.

10  La filiación popoloca la propuso Jimenez Moreno. Chadwick elaboró la tesis de teotihuacanos y mixtecos y Petersen entre otros que fueron pueblos mayas.

 11 Ver G. Uruñuela, et al “ Nueva evidencia sobre los inicios de la gran pirámide de Cholula”. En La Gran Pirámide.. Op. Cit.

12 La HTC editada por Luis Reyes García, Lina Odena Güemes y Paul Kirchhoff es esencial en esta reconstrucción pero también los códices como el precolonial Borgia o Yoalli Ehécatl (Noche Viento) muy probablemente de esta región. Y el Códice Yuta Tnoho (Vindobonensis) de la mixteca alta oaxaqueña. Ver Jansen Maarten, La Serpiente Emplumada y el Amanecer de la Historia. Leiden U. 1997.Paul Kirchhoff “Los Pueblos de la HTC. Sus migraciones y parentescos” Revista Mexicaca de Estudios Antropológicos. 1940. ; Bente Bittman Simons, Los Mapas de Cuautinchan y la HTC. INAH. 1968. Ver La Historia General de las Cosas de la Nueva España de  Bernardino de Sahagún. Han sido décadas de análisis y discusión que hoy los no especialistas puede acceder a sus conclusiones ,por ejemplo, con la obra de Michel Graulich Quetzalcoatl y el Espejismo de Tollan de 1988.

 13 Toxqui F. de L. Alfredo, Xelhua (El Altepetlaliani). Lecturas Historicas de Puebla. Num III. 1995.

14 Además de la edición de la HTC Op. Cit ver Kirchoff, Paul “Los Pueblos de la Historia tolteca Chichimeca. Sus Migraciones y parentescos”. Revista mexicana de Estudios Antropológicos. Vol.4 1940. Bente Bittman Simons, Los Mapas de Cuauhtinchan y la Historia Tolteca-Chichimeca. INAH.1968.

15 El Codex Vatic. Lat. 3738 es del Siglo XVI es documento que se clasifica como “bicultural” y es un compendio y mezcla heterogénea de varios códices . El texto con caracteres latinos fue redactado primero en italiano por monjes españoles que copiaron a otros monjes españoles alrededor de 1556 y las figuras fueron creadas alrededor de 1562 por un tlacuilo indígena. Se llama también Códice Ríos por el fraile dominico Pedro de los Ríos, asignado en circa 1560s al convento de Santo Domingo en Puebla, porque a él se le atribuye ser el compilador de las imágenes. He analizado este texto en un articulo en la revista Elementos-BUAP en 2004 pero el referente autorizado sobre los problemas que presenta la lectura de este códice es Fernando Anders y Jansen Maarten en el libro introductorio al facsímil del códice editado por FCE en 1996.

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