• Sergio Mastretta
  • 02 Mayo 2013
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Por: Sergio Mastretta

2013

No, no puedo tomar fotos, me dicen, ¿por qué tomas fotos? Y sí, eso hago, tomo fotos de los marchistas de la 28 de Octubre. El 28, como todavía le llaman algunos. Sus militantes me tapan la lente. Oye, le digo, yo he cubierto la marchas de la 28 desde siempre, y tú ni siquiera habías nacido. Gajes del oficio de un reportero viejo como yo. Es más, vas a ver, ahí está Simitrio.

Lo reconozco al mando de una camioneta que viene en medio de los marchistas. En el asiento trasero reconozco a Rita. A los dos los he visto antes, perfilados en una manta. Son los líderes históricos de la 28 de Octubre. Simitrio, muy joven, tenía en sus manos el movimiento popular independiente más importante que se ha dado en la historia de Puebla, la organización que entre 1973 y 1989 desplegó una capacidad de lucha que le llevó a todos los ámbitos de conflicto social en una ciudad plantada en 1950: los ambulantes de las calles, los comerciantes de los desvencijados mercados, los fayuqueros, los taxistas piratas, los inquilinos de las vecindades. Creció su poder y crecieron sus errores. El Estado, como él inmediatamente  dice, se los cobró y en serio, con más de once años de cárcel y una liberación en el 2001 con la sentencia del exilio de territorio poblano. Lo entrevisté una semana antes de su detención, acusado de posesión de drogas y de armas de fuego, por supuesto plantadas  que  por el gobierno de Piña Olaya, y detenido en agosto de 1989 con operativo equivalente hoy al de un capo del narcotráfico.

Ahí está ahora, al frente de una camioneta de modelo reciente, en medio de la marcha de los Veintiochos.

Y a ella me subo. Ahí, en la esquina de la iglesia de La Compañía, el lugar en el que los activistas de la 28 entregan las mantas. También aquella en la que aparecen retratados Rita y Simitrio.

Llegué con Simitrio al mercado Hidalgo. El líder me cuenta de la inversión que ha hecho el gobierno municipal de Rivera: siete millones de pesos invertidos en el nuevo techo de siete mil metros cuadrados del mercado de Detalles. Y la mecánica que ahora quieren seguir: los comerciantes de Detalles, unos doscientos pondrán lo que les corresponda a cada uno a mil pesos el metro, hasta juntar seis millones, que se invertirán en el techo del Tianguis de Verduras, cuyos comerciantes pondrán cinco millones para la remodelación del Tianguis de Mayoreo Norte (frutas y legumbres). Y así, cuatro millones para los del Rodamiento (los pasillos) de Medio Mayoreo y Mayoreo Norte, y tres para reforzar las columna y trabes de del Area de Mercado y de Medio Mayoreo, dos para el área de Rodamiento Central,  y uno para el Rodamiento 2. Complicado, pero en total 21 millones de pesos, más los siete que ya puso Rivera.

“Pero ahora los propios funcionarios del gobierno generan confusión, le dicen a la gente que el gobierno regaló eso, que no tienen por qué poner de su dinero. Así ha sido siempre, el Estado nunca nos ha regalado nada. Todo lo que está aquí lo ha puesto la gente. Ahora dicen que lo regalan, dan la impresión de que nos apoya, quieren que nos confiemos.”

 

1989

A la una de la tarde, después del larguísimo paso de la 28 de Octubre, ya nadie espera a las viudas de Gumaro Amaro. Son miles, y nadie las espera tan presentes. Las diez primeras se paran en fila con su luto de pobre. Miran a los notables para recordar el caso no resuelto del asesinato de su líder. Apenas el 17 de febrero pasado. Un matón lo cazó a la salida de su casa, apenas unos metros delante del portón de la vecindad. No sé cuántos plomazos. Ahí quedo muerto el dirigente de la llamada Unión de Amas de Casa, una organización de colonos que a la calladita, sin aviso, ha levantado el grito de miles y miles de mujeres, una gran mayoría madres solteras, en innumerables barrios proletarios de la periferia oriente y sur de la ciudad. En la calle todo mundo afirma que lo mató el gobierno. Esos notables que ahora las miran como surgidas del infierno. Nunca las esperaron tan presentes en este Primero de Mayo. Pasan y pasan, y todavía después de las 3 de la tarde, ya cuando el viento remueve mantas y faldas, cuando las nubes se ciernen para el aguacero, ellas siguen marchando. Su referencia es la tribuna. Son las mujeres de que descargan con la vista enojada sobre los notables el rencor acumulado por generaciones.





2013

Es un profeta en el mercado Hidalgo.

“Piensa en tu vida, después de la muerte se exterminaron todos, después de la muerte se terminó toda la esperanza, ahí en el infierno se terminaron todos”, grita y su voz resuena a través de un megáfono que carga. Cubre su cabeza un sombrero de paja. Y va y viene por los pasillos de Flores, por entre las carnicerías, bajo los tendidos de ropa, entre los puestos de legumbres. Grita sus consignas con mayor enjundia que los animadores de la marcha obrera. Igual, nadie se inmuta. Intento amarrar en mi cabeza lo que dice. Su vida aquí, sus gritos, el megáfono, la distorsión del sonido. En qué mundo vivo.

“Ves el poder de la muerte y no enfrentas la palabra. Después de la muerte estar junto de dios… El pueblo ha muerto, ya lo sabe dios.”

1989

Pasan también los trabajadores de la Universidad. Traen un jaleo que requiere atención de tiempo completo. Es el proyecto de universidad de izquierda el que está en quiebra, y el acoso mortal del Estado es la prueba. Pablo Ruiz, secretario de Organización del SUNTUAP, por lo pronto, es el único que recuerda lo ocurrido en las elecciones del 6 de julio del 88. Su lenguaje concuerda con el de cualquier mitin de la izquierda. Es un discurso político, habla de usurpación, de caída del gobierno, y también del tema del día: “Esos que están junto a usted --le grita al gobernador Piña Olaya--, esos caciques sindicales pronto ya no van a estar donde están…”

Lo escucho y me da tiempo de preguntarme por el propio futuro de la universidad pública, gobernada desde hace quince años por la izquierda poblana.

2013

Primero de Mayo en México. Encapuchados arremeten a pedradas contra el edificio de Correos en la ciudad de México. Encapuchados abandonan el edificio de Rectoría en Ciudad Universitaria. Encapuchados del Movimiento Popular Guerrerense lanzan petardos y piedras contra el edificio de la Casa de Gobierno del Estado de Guerrero. 



Y más: encapuchados en distintas ciudades de Michoacán reparten un volante de los llamados “Caballeros Templarios” que impone “dos días de luto en todo Michoacán, por lo que todo bar, cantina y lugar donde se vendan bebidas embriagantes deberán de permanecer cerradas, so pena de quemarles el negocio.”

Y todavía más: supongo que encapuchados, miembros del Ejército Popular Revolucionario (EPR) dan a conocer en un comunicado que “el gobierno de Peña Nieto ha mostrado en los primeros cinco meses de su gobierno su verdadero rostro: antipopular, represivo y demagógico”.

1989/2013

Crónica de un mundo detenido en dos tiempos. Una generación. Son mis años de reportero en la ciudad de Puebla.


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