• Sergio Mastretta
  • 06 Diciembre 2012
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Por Sergio Mastretta

 

Yo no entré de chalán, yo cuando entré a la empresa ya sabía manejar trailers, porque yo en el ejército agarraba los trailers, ahí me enseñaron, te conozco todo tipo de máquinas, te las arreglo y todo. Yo me metí de catorce años al ejército, me gustaban las armas, y mi padre cuando estaba en vida quería que yo fuera un militar, que fuera alguien, y realmente me latía, me gustaban las armas, y eso que me enseñé con mi papá en el campo, pero me gustaban las armas, por eso entré de aspirante, a los 14 años, en ese tiempo te agarraban, te aceptaban, ahí estudié la secundaria y el bachillerato federal dentro del ejército. Como soldado de primera empecé escasamente todavía no tenía los 16 años, bien morro, me mandaron a Los Mochis, Sinaloa, fue mi primer retiro, ya me mandaron a capacitación para enfrentamientos especializados. Los capitanes mayores vieron que yo le echaba ganas, me dijeron ¿quieres hacerla en la vida? Sé que tienes valor y lealtad para hacerlo, ¿quieres afrontamientos?, bueno te vamos a capacitar, y me capacitaron un año y seis meses, de pura capacitación para hacer afrontamientos, que me voy a enfrentar con los narcos, como si te dicen, están aquí a la vuelta, pues yo voy a lo que voy, yo no les voy a hablar, yo voy a llegar a matarlos, si me fue bien, qué bueno, si ahí me tocó quedar, ni modo, pero como nosotros estamos capacitados para hacer afrontamientos, es muy difícil de que nos maten, a nosotros nos capacitan en el tiro de campo, para tirar, saber armar, desarmar, meter cargadores, el equipo que traes, la pura arma te pesa siete kilos, el 7 punto 32, el AK47 igual, un total de 30 kilos en el cuerpo, el chaleco de doce a veinticuatro placas blindado, camuflajeado, los cargadores, la cantimplora, y traes tus radios, y las 45 en las piernas, dos pistolas con cuatro cargadores, y para todo eso tienes que tener fuerza, condición…

Soy buen tirador. Entrenamientos muy duros tuve: reconocer las siluetas en el campo de tiro, muy duro, pasar por abajo del alambre, con los codos, así aprendí a tirar, a aventarte con todo el equipo a un barranco y saber caer y ya llevar el arma preparada, ahí en la sierra, con una sola mano y brincar de punta a punta y ya el arma puesta para disparar, así me preparé para mi primer afrontamiento en Los Mochis, Sinaloa, cuando me dijeron sabes qué, con cien hombres a mi cargo, lo que hice fue encomendarme a dios, porque no sabía si volvía, y esos no corrieron como los de Caborca, porque tuve catorce afrontamientos, nos mandaron a la sierra, me recuerdo los plantíos grandísimos de amapola, acá pal lao de Colombia, aquí por Monterrey, pura sierra, hartos plantíos, luego en Durango, en Chihuahua, con el machete cortábamos la marihuana, la engavillábamos y la quemábamos, ahí junto a las chozas de los narcos que cuidaban los plantíos, y ahí mismo los tiroteos, pues fueron catorce afrontamientos, y ahí quedaron varios que chingué, pues no es que le presuma pero soy buen tirador, y no me arrugué, ya sabía a lo que iba, si regresabas con bien, pero si ahí quedabas ahí quedabas, pero estaba capacitado, y eso ellos no lo ven, están mal, nunca van a poder con el ejército, ellos se meten por el interés del dinero, venden su vida por poca cosa, ora con el crimen organizado ya matan gente inocente, que no la debe. Antes los narcos nada más nos miraban y corrían, aunque por los mandos pasaba toda la droga, los generales, los mayores, entre ellos agarraban el pinche  guato de cocaína y la chingada, órale, te la vendo, échame la lana, ora sí transpórtala y hasta los custodiaban, a eso se le llama lavadero de dinero. Así tuve mis afrontamientos, como el Lázaro Cárdenas Acapulco, en plena calle nos agarramos, en una playa que se llama la Caleta, toda peloteada quedó su camioneta.

 

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