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Por: Judith Castañeda Suari

Seguro son muchos quienes se han preguntado cómo sería la segunda llegada de Jesús –en caso de que la primera en verdad haya ocurrido–. Escritores y no escritores, creyentes. Vicente Leñero aventura una probable respuesta desde una novela publicada en 1979. El autor nacido en Guadalajara retrata en El Evangelio de Lucas Gavilán a un Jesús rebautizado como Jesucristo Gómez, entregándonos no a alguien que viaja en papamóvil, rodeado de un séquito de guardaespaldas que lo mantienen a salvo de los mortales; el Jesucristo de Leñero no se crió entre sábanas de seda ni pisó desde la niñez alfombras tan mullidas que ocultan los pasos de quienes las pisan. Está claro desde lo común de su apellido: Gómez. Sin la rimbombancia del Sandoval, del Rivera Carrera, el también autor de Los albañiles nos dice que Jesucristo es una persona humilde. Como antes lo fue.

 

Hijo de María David y del albañil José Gómez, el personaje de la novela se acerca más al que retrata el Nuevo Testamento que a los actuales jerarcas de la Iglesia. Pero no sólo eso; su creador ha reunido en él a una especie de hippie y a un activista social.

 

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