• Juan Orea
  • 17 Julio 2014
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El género policíaco escenifica las fantasías reaccionarias. A modo de constante metáfora, los grupos políticos que asaltan al estatus quo son representados mediante los individuos que se desvían de la norma de comportamiento habitual. El gobierno, los aparatos de castigos, el poder público, la violencia institucional toma cuerpo mediante el agente que debe controlar a los mencionados sujetos. La fantasía máxima de la mentalidad conservadora no es el objetivo último, difícilmente alcanzado, de las tramas policiales, al contrario, es la premisa básica desde la que se monta cualquier historia policial: aunque “ganen” los “malos”, la sociedad se ve fundamentalmente afectada. Esto es: no es posible la subversión. El orden que defiende el detective, el agente gubernamental, no puede ser sustituido por ningún otro, tan sólo puede sufrir desequilibrios que en última instancia nos afectan a un nivel moral. El triunfo del villano es terrible. El género policíaco parte de la premisa reaccionaria fundamental: no se puede cambiar a la sociedad. 

Así se puede observar el desenvolvimiento de las distintas tramas policíacas como concesiones menores a la fantasía subversiva, incluidos todos sus matices: Jonathan Doe (Se7en,  David Fincher, 1995) es una persona imbuida del espíritu pre-moderno: un fanático religioso dispuesto a asesinar para trasmitir su mensaje moral. MORAL. Como cualquier hippie de izquierdas, Doe cree que hay un estándar vital superior a la organización socio-económica-política de la sociedad. Dentro del imaginario conservador, este ideal es políticamente inocuo. Doe no hace nada excepto juzgar a las personas. Su anemia partidista no obstante proviene de su carácter excepcional como sujeto social sin problemas económicos: de alguna manera es rico. La fantasía, diría Žižek nos ayuda a codificar el exceso obsceno de nuestras pretensiones con lo que podemos vislumbrar el matiz subversivo de la puesta en escena si atendemos a sus condiciones ocultas (por obscenas): Doe se lima las huellas dactilares. Esto no tiene ningún sentido a menos que ya haya cometido crímenes y se encuentre en las bases de datos del IAFIS. Doe no es en realidad ningún iluminado, es el resultado del sistema penitenciario: a la manera de un Jeffrey Dahmer, Doe es un “born-again Christian“. El fundamentalismo, sostiene Žižek en Bienvenidos al desierto de lo real, no es resultado del enfrentamiento entre el mundo pre-moderno y la pos-modernidad. Es el exceso de la modernidad que se revuelve contra ella misma. Bin Laden es CIA, etc.

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http://www.profetica.com.mx/caterva/comer-de-pie/subversion-y-reaccion-en-codigo-filmico-o-de-que-sirve-leer-a-zizek




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