Se podría decir que casi todo lo que sé de arte, lo he aprendido mientras estudio arquitectura, esto se debe a que estoy en una etapa (algo tardía en mi caso) donde el aprendizaje nos lleva a descubrir cosas nuevas, y por eso me he visto envuelto en la interacción de espacios donde es exhibido el arte para su apreciación, ya sean museos, galerías o exposiciones improvisadas en espacios culturales y demás.
Dentro de mi búsqueda por satisfacer mi sed de aprendizaje, (así también por compromiso con el lugar donde realizaba mi servicio social), un día fui a la inauguración de una exposición sobre “la ruptura y sus antecedentes” en un espacio cultural —Capilla del Arte de la UDLAP— de nuestra ciudad, fue entonces que este movimiento artístico captó mi atención.
Nunca había escuchado el concepto de ruptura, lo que yo entendía por el nombre de “ruptura” era algo relacionado con la ruptura que existe entre nuestra sociedad y la cultura, debido al modo de vida capitalista que llevamos, pero ya visto en un plano artístico no es así…
Ya conocía parte de la obra (aunque muy poco) de algunos de los exponentes, como José Luis Cuevas, así también conocía algo de sus antecesores como Rufino Tamayo o Mathias Goeritz.
Pero si en realidad quería aterrizar lo que manifestaba está exposición debía leer algo sobre este movimiento artístico, ya que vivimos en una época en donde el arte no solo es visual, sino que también debe llevar un discurso que lo justifique.
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