El Manual práctico del odio abre con una aclaración y una lista de parientes y amigos que lloraron por lo que suponemos son muertos de algún lugar de la periferia. Asumo que estas dos intromisiones pertenecen al lugar de la ficción puesto que están al inicio del libro sin ningún tipo de referencia o aclaración. Comencé a leer el Manual… porque me intrigaba la lista de muertos, porque en la semblanza del escritor se dice que ha trabajado como vendedor de escobas. Nunca más se menciona la lista y la aclaración (“A los que conspiraron y desearon mi caída, nada más justo que presentar el tercer filo. El manual práctico del odio está aquí, reforzando la derrota de los que atentaron contra mí y los míos”) sólo se entiende cuando descubres que Ferréz pagó la publicación de su primer libro, que Manual… es su tercero y que es un autor que ha dividido a la crítica. Menciono esto porque para mí fueron las primeras pistas para entender que trazar una línea entre la ficción y la realidad no importa en la novela.
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