• Sergio Mastretta
  • 23 Octubre 2014
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Una vez más, Chalchihuapan en una semana en este México extremo el que vivimos. Un comando armado, cuatro o cinco vehículos, hombres embozados, linternas que fijan el instante en una cámara que no los arredra. Los vemos pasar hacia el pueblo e imaginamos todo: el portón destrozado por un marro, por una bota, por el tumbaburros del que ha bajado el piquete justiciero del Estado. Y el encapuchado que señala las casas, las caras de los que serán detenidos.

Un levantón burdo, perfecto, autorizado por un juez para acatar las recomendaciones de la comisión de derechos humanos. http://www.youtube.com/watch?v=54tvNH8GTm4&feature=player_embedded

Es el Estado de derecho. Es el derecho oscuro. Es el oscuro presente que se vive en México.

 

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Encuentro a Guadalupe en la marcha estudiantil, al final del improvisado mitin frente al palacio municipal. Qué soledad la suya. La acompañan tal vez unas treinta personas que han venido desde el pueblo. Las voces en los altavoces distorsionan una semana terrible para los familiares de los detenidos en la madrugada del sábado 18.

Escribo unos minutos antes en twitter, al ver entrar la marcha a la plaza: “Histórico, los estudiantes de la BUAP salen a la calle por Ayotzinapa. ¿Fin de la despolitización en la universidad?”

“Es un dolor profundo --me dice Guadalupe, ajena al griterío de los muchachos--, ¿por qué nos han tratado así?”

Su voz rebota contra el entusiasmo de los jóvenes que han dejado los salones de clase y han recuperado la calle para la universidad pública. Ellos ahora no tienen empacho en despotricar contra el gobernador Moreno Valle. Todavía es la hora en que la benemérita no se pronuncia en los temas últimos que han generado un encono innecesario en esos pueblos de apellidos fuertes, tan mexicanos: Chalchihuapan, Cholula.

 

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El 17 de octubre pasado,  en un oficio, el gobierno de Moreno Valle afirma que ya ha acatado la recomendación 2VG/2014 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos: “amonestó y multó”, sin especificar nada, al secretario de Seguridad Pública, Facundo Rosas Rosas; destituyó e inhabilitó, sin identificar sus nombres, hasta por cuatro años a seis agentes de la SSP y a tres mandos responsables en el operativo del 9 de julio. Y para pedir disculpas, citó con tres horas de anticipación para ese mismo viernes 17, a los agraviados, incluida la madre del niño José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo. No asiste ninguno.

Por la madrugada del sábado, un comando policial entró al pueblo de Chalchihuapan para llevarse a Florentino Tamayo Ponce, de 34 años; Raúl Contreras Montes, de 36 años; Vicente Juárez García, de 33 años; Álvaro García Xelhua, y Fausto Montes, los dos de 29 años. Serán acusados de intento de asesinato, entre otros cargos. No hay un solo testimonio que indique que los policías presentaron una orden de aprensión que sus gritos: “¡Hijos de su puta madre, esto es un cateo!

La declaración del gobernador la encuentro el miércoles 22 de octubre por la noche en la prensa. Algún despistado reportero le sacó el tema de Chalchihuapan:

“Ya cumplimos con todas las recomendaciones”, dijo. 



Foto tomada de e-consulta.

 

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Cualquiera de los relatos de las detenciones esa madrugada escritos por Gabriela Hernández en la revista Proceso (http://www.proceso.com.mx/?p=385336) da una idea de lo que ocurrió. Escojo el levantamiento de Florentino Tamayo:

 

Bárbara Ponce, de 76 años, cuenta que un día antes se había dado un baño de temazcal para curar unos golpes que traía. “Estaba yo calientita, dormida en la cama con mi nieto, cuando en lo oscuro nomás se oye el golpe de la puerta y las luces que nos echaron a la cara”.

“Pero nosotros no hacemos nada, estamos durmiendo yo y mi niño, no hacemos nada”, les grité, y ellos me pusieron la pistola en la cabeza, que pa’ que no chille yo, que pa’ que no grite yo”.

Entre la oscuridad pudo ver que eran cuatro hombres con armas largas que lo único que les decían a ella y a su nieto, de seis años, era que se callaran.

En ese lugar sólo la anciana mujer y el niño dormían, pero en la casa de atrás se encontraba su hijo Florentino Tamayo, de 39 años, que era a quien buscaban los agentes.

“Aquí está, aquí está”, dijeron cuando el hombre se asomó al creer que unos ladrones se habían metido a la casa de su madre.

“Se lo llevaron a rastras, como si fuera un marrano”, relata uno de sus hermanos. “Creímos que lo estaban secuestrando, porque no nos dijeron nada ni mostraron un papel, ni dijeron de qué se trataba”.





Foto de Christofher Damian, Intolerancia.

 

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Armando Pliego Ishikawa llega al zócalo con el contingente que bien desde CU. Cumple doble cometido: es estudiante de Comunicación y por lo tanto marchista de una universidad que hace tiempo dejó de alentar el activismo social estudiantil. Armando es una prueba de que ellos empiezan a recuperarlo.  Ahora trae en los ojos la emoción de unos niños admirados por la marcha, y los ha guardado en la fotografía:



Al rato escribirá en Facebook:

“Todos los días encuentro pequeñas cosas que reafirman mi postura de no dejar de intentar incidir. De no dejar pasar un solo atropello y de siempre denunciar aquello que no nos permite vivir plenamente. En el caso de hoy fue un grupo de niños que sonrieron a nuestro contingente y saludaban emocionados. Espero que en el futuro aprendan por qué marchamos ese día, y por qué la gente sale a las calles a marchar cuando las cosas andan mal (o a veces cuando andan bien). Es por ellos, es por nosotros y nosotras, y en el caso de hoy, es por los 43 estudiantes que nos faltan.”

 

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Yo también traigo mis propios ánimos al zócalo, cercado entre el dolor de Guadalupe y su pregunta (¿por qué nos han tratado así?) y el entusiasmo crítico de Armando. Y con un interrogante viejo: ¿cómo es que se sostiene esta patria nuestra?, ¿cómo es que no termina por desgajarla esta guerra civil sin nombre ni sentido que se la lleva entre Ayotzinapa y Chalchihuapan?

Tantas respuestas a la mano. Y me los doy a mí mismo en esta tarde y ante el griterío de los muchachos:

Digo de la Orquesta Esperanza: Esta es sin duda uno de las mejores esfuerzos positivos en la historia reciente de Puebla. Este proyecto ha logrado provocar el respaldo hasta de los gobiernos y empresas que no tienen en la apuesta por la cultura sus objetivos primordiales.

https://fondeadora.mx/projects/mientrashayamusica

Y luego señalo el esfuerzo de más de 35 años que lleva Raúl Hernández Garcíadiego en Agua para siempre desde la sociedad civil en Puebla. Y me pregunto por el día en que el Estado mexicano tomará este proyecto como el más estratégico para la viabilidad ambiental de nuestro país.

https://www.facebook.com/109435619108950/photos/a.134041323315046.37213.109435619108950/819732718079233/?type=1&fref=nf

Y aquí, otro buen ánimo poblano: el Atoyac y el propósito de rescatar su cuenca desde la sociedad civil (www.dalelacara.org). Escribo de él: Sin duda, en el rescate de la ribera el gobierno de MV se anotó un buen punto. En contra lleva que su gobierno olvidó que es la cuenca entera la que clama por su rescate, como una política estratégica de recuperación de los bosques del Izta-Popo, la cara sur de la sierra norte poblana, la que descarga al valle de Tlaxcala, con la Malinche como centro de una cuenca alta que le da vida a más de cuatro millones de personas.

Y para trepar más en el optimismo, la entrevista que le hiciera Carmen Aristegui sobre lo que ocurre en Puebla al antropólogo Julio Glockner, con sus argumentos sensatos para entender el autoritarismo gubernamental y la “banalidad impresionante” del proyecto de las siete culturas en la pirámide cholulteca. Y la edición más reciente de la revista Elementos, el ejemplo más nítido de la capacidad que la BUAP tiene en sus científicos.

Y otras dos para terminar de levantar el ánimo en estos tiempos oscuros:

La defensa de Cholula que hoy hizo Julio Glockner con Carmen Aristegui:

Y la revista Elementos que dirige Enrique Soto, que ya anda circulando por ahí, esta vez dando paso a una crónica de viaje por la India. No se lo pueden perder.

Y otras dos para terminar de levantar el ánimo en estos tiempos oscuros:

La defensa de Cholula que hoy hizo Julio Glockner con Carmen Aristegui:

Y la revista Elementos que dirige Enrique Soto, que ya anda circulando por ahí, esta vez dando paso a una crónica de viaje por la India. No se lo pueden perder.

Pero ahí mismo en este mediodía, en el zócalo y frente a Guadalupe, la dolida mujer de Chalchihuapan, ajena ahora a cualquier optimismo, voy a un apunte de mi libreta:

EstaY otras dos para terminar de levantar el ánimo en estos tiempos oscuros:

La defensa de Cholula que hoy hizo Julio Glockner con Carmen Aristegui:

Y la revista Elementos que dirige Enrique Soto, que ya anda circulando por ahí, esta vez dando paso a una crónica de viaje por la India. No se lo pueden perder.

EEsataEsEs Esta misma tarde la información sobre el auto de formal prisión a los detenidos en Cholula. Y las acusaciones de asesinato contra los detenidos la madrugada del sábado en Chalchihuapan con una violencia inusitada por un cuerpo policiaco que bien recuerda procedimientos nazis. No tengo otra forma de decirlo. He tratado desde el arranque de la revista semanal que encabezo, Mundo Nuestro, de ofrecer una vista positiva de los acontecimientos de nuestra vida diaria, y hoy mismo que empiezo a escribir una crónica sobre los sucesos de esta semana oscura, pongo por delante los esfuerzos por construir un mejor país que se destacan en la orquesta Esperanza, la posibilidad de entablar otra relación con el campo, los pueblos y las montañas --como lo busca el grupo Alternativas, de Raúl Hernández Garcíadiego en Tehuacán con el proyecto Agua para Siempre--, en el rescate al río Atoyac demandado por ciudadanos enamorados de su ciudad, en la propuesta editorial de los científicos que impulsan Elementos. Pero ahí están las decisiones de los jueces que a todas luces se revelan al servicio del poder en turno, y no al servicio de procesos de justicia ponderados en el marco de una sociedad democrática. Está visto que no la tenemos.

 No debemos dejar de imaginarla, exigirla y construirla.

 

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Ya los estudiantes van en fuga, algunas marchan como si del patio de la escuela se tratara, no sé si de regreso a ciudad universitaria. Otros toman por la vieja Maximino hacia el Carolino; la mayoría se desvanece, deja de pertenecer a una masa que por un instante da sentido a la vida.

Se han ido también los altavoces. Las mujeres de Chalchihuapan se mantienen frente al palacio. Con su soledad y su tristeza.

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