• Paulina Mastretta Yanes
  • 10 Abril 2014
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La mujer a lo largo de la historia ha luchado por la búsqueda de sus derechos en un mundo donde el hombre se ha impuesto sobre la mujer por distintas circunstancias históricas, sociales y culturales.

En medio de sus luchas se ha escuchado de mujeres que se tienen que vestir de hombres para poder estudiar, trabajar e incluso luchar para proteger su mundo. Nombres como Sor Juana Inés de la Cruz y Juana de Arco son íconos de mujeres que lucharon por sus ideales, la primera por medio de poemas y palabras, la segunda en una batalla.

¿Cuántas mujeres sin nombre habrán hecho lo mismo que ellas y mucho más? No lo sabemos pues los testimonios son muy poco claros. Pero en medio de esa búsqueda de la libertad, un nuevo horizonte se abrió ante las mujeres: la piratería.

Mujeres que se disfrazaban de hombre para entrar a las tripulaciones piratas, e incluso de la marina cuando estaba prohibido, pues se decía que llevar una mujer en un barco daba muy mala suerte, y curiosamente a lo que más temían los marinos era a las sirenas, pues se decía que con solo la voz eras presa de ellos.

La literatura ha jugado mucho con ese recurso, pero lo cierto es que había mujeres de carne y hueso dentro de los barcos piratas, incluso mucho antes de la Edad de Oro de la Piratería, pues si bien el término “pirata” se hizo mucho más fuerte durante ese tiempo, en épocas anteriores estaba presente y la piratería existe desde que el hombre decidió comenzar a navegar en los grandes mares y ríos. 



La referencia  más antigua sobre una mujer pirata, data de los años 525 a 515 A.C., durante las Guerras Médicas entre los griegos y los persas. La historia es narrada por Heródoto, que cuenta en un capítulo de Los Nueve Libros de la Historia, la historia de la Artemisa, la poderosa reina persa, que a la muerte de su marido quedó en el poder y que después sirvió en batalla a  Jerjes, el rey de Persia, y de haber escuchado las estrategias de Artemisa acerca del ataque a los griegos, la historia como la conocemos habría cambiado mucho.

Sí, la misma Artemisa que la zaga de la película 300 ha puesto de moda, aunque no tenga mucho que ver con ella.

Artemisa era tirana reina persa, que después fue conocida por sus actos de piratería en contra de los griegos. El acontecimiento más importante se dio cuando ella propuso al rey Jerjes que cambiara su estrategia y atacara por tierra a los griegos en vez de por mar, además de otras sugerencias que fueron bastante criticadas por los otros generales y pese a que Jerjes tomó en cuenta la sugerencia de Artemisa, no la realizó y decidió atacar solamente por mar a los griegos.

En medio de la batalla, Artemisa hundió entonces un barco aliado que se habría cruzado en su camino, ante la sorpresa de ambos bandos. Y terminó convirtiéndose en una pirata que derrotaba tanto a los barcos griegos como a los persas, dependiendo de sus intereses y la diosa de la fortuna le sonreía pues ninguna persona sobrevivió a esos ataques y nadie pudo acusarla, de manera en que después se volvería el oráculo del rey Jerjes.

Según Heródoto, el mismo Jerjes comenta sobre las hazañas de Artemisa “Los hombres se han vuelto mujeres; y las mujeres, hombres”

Lo último que se sabe de Artemisa, es que aconsejó de manera positiva al rey para que escapara de Atenas  y regresara a la ciudad Persa, pues los enemigos esta vez podrían derrotarle y era mejor reagruparse para la siguiente batalla. Jerjes escapó tan deprisa que incluso dejó a sus hijos ilegítimos durante el viaje,  encargándole a Artemisa que los trasportara. Y ahí termina la historia, pues no se supo después que sucedió con ella, si cumplió con su objetivo o se hundió en el mar.

Artemisa, podría decirse que fue una de las primeras corsarias de la historia, pues después muchas mujeres griegas como Artemisa II, se inspiraron en esa mujer en el llamado “Espíritu de Artemis” para realizar actividades de piratería, e incluso buscando su propia libertad en el mar y se decía que Artemisa, fue casi una amazona, una de esas mujeres que convertían en pesadillas los sueños de los helenos.

Otras piratas griegas conocidas fueron Artemisa II y Tutea, la pirata virtuosa que fue reconocida por toda Grecia, y después llegó  al extremo de que los albaneses la adoraron, comparándola con Catalina la Grande, colocando estatuas en su honor.

No sólo la piratería se dio durante la edad antigua; importantes mujeres piratas surgieron durante la Edad Media, en el temor al mar por las criaturas sobrenaturales. Y como sabemos, en esa época eran los vikingos quienes solían realizar actos de piratería asolando a los pueblos pesqueros y atacando ciudades por medio de los ríos.

 

Alvilda y Sigrid

En medio de esos procesos históricos existió la leyenda oral de Alvilda, la mujer que prefirió ser pirata a estar casada, trasmitida de generación en generación a lo largo de los siglos. La leyenda cuenta que Alvilda era la más hermosa de las princesas de los vikingos y era tal su belleza que fue encerrada en lo alto de una torre rodeada de un jardín lleno de serpientes.  Ella era custodiada por dos hermosas serpientes y no había ser alguno que pudiese acercarse. Cuando finalmente un guerrero logró rescatarla, ella decidió fugarse de la boda y volverse pirata en busca de su libertad y en contra de los deseos de su padre. 

Como muchos textos de la tradición oral, hay quienes afirman que fue una historia real, pero la verdad es que sería peligroso decir que Alvida realmente existió, sin embargo hay otra mujer vikinga que si es parte de la realidad llamada Sigrid, que si bien no realizó tantas acciones como pirata, se encargó de matar a todos los pretendientes y piratas  que querían quitarle sus tesoros tras la muerte de su esposo. Y su venganza fue un plato que se sirvió bien frío.

Las mujeres danesas de la época solían vestir como hombres se dedicaban sin vacilaciones al fragor de la guerra. Muchas de ellas preferían el sentimiento de placer en una batalla y la sangre derramada que el amor, y si cuando un hombre las traicionaba en el amor, eran capaces de encargarse de ellos y hacerles pagar su traición, en vez de lamentarse por la pérdida.  Se decía que si un pirata las miraba de manera lujuriosa, lo emborrachaban y lo enviaban de la manera más dolorosa al inframundo. 



Hay varias piratas mujeres en la tradición escandinava, y resultan interesantes las historias que se cuentan de ellas. También durante la edad media, existieron otras mujeres europeas bastante atractivas.

 

Jeanne, la Flama

Antes mencioné a Jeanne de Arc, pues déjenme contarles que en esa terrible batalla de los 100 años entre Inglaterra y Francia, existieron dos Juanas más de las que hablaré a continuación brevemente. 



La primera es Jeanne de Montfort, también conocida como Jeanne, la Llama, fue una duquesa de Bretaña casada con Juan de Montfort, gran parte de su vida se dedicó a proteger los derechos de su marido y de su hijo, fue conocida por su personalidad ardiente y cuando su marido fue capturado,  mostró una gran habilidad militar en la guerra del mar contra sus enemigos, siguiendo las causas de su familia, hasta que su llama se apagó cuando se enteraría de la muerte de su marido pero continuó luchando a favor de Inglaterra.

Combatía en tierra y en mar, y sabía de estrategia, negociación y organizar una guerra, pudiendo atacar y defender una fortaleza y soportar las peores condiciones, todo por sus ideales y su llama que nunca se apagaba. Terminó siendo traicionada y encerrada en una torre donde se dice que se volvió loca, pero la llama continuó brillando.

La segunda Jeanne fue Juana de Clisson, mejor conocida como La Leona Sangrienta, otra noble francesa que se volvió corsaria de Inglaterra  para vengar la muerte de su marido, luchando contra de Felipe el rey de Francia.[1]




Consideró que el rey había matado a traición a su marido, y decidió vengarse, aliándose con los ingleses, levantó su propio ejército de piratas que acosaba las tropas del rey de Francia. Amenazaba los mares y la tierra, acompañada por sus dos hijos, en una guerra marítima en contra de los comerciantes franceses y matando sin cesar a quienes tuviesen por nombre Felipe y otras atrocidades que le dieron el nombre de la Leona Sangrienta  hasta que sus barcos cayeron en manos de los franceses, pero ella consiguió escapar junto con sus hijos en un bote. Uno de ellos murió de hambre y Juana y su otro hijo Oliver lograron alcanzar Inglaterra. Ella se dio cuenta de la locura que había hecho al exponer a sus hijos de esa manera a los peligros y volvió a tener una vida normal, se casó con un conde y murió en 1359

Ya fuese durante las guerras entre países o en las Cruzadas, el riesgo de perder a sus seres queridos era alto y las mujeres solían quedarse solas  a causa de sus maridos morían en la guerra o asesinados, a las mujeres europeas no les quedaba otra que tomar las armas y proteger lo que sus maridos habían dejado atrás, unas por venganza y  otras por amor a su patria. Fuesen las cuales fuesen las razones, las mujeres dieron todo por proteger sus ideales, incluso si tenían que pelear en la guerra o volverse piratas.

En la época de mayor apogeo de la piratería, tras el descubrimiento de América, los mares se llenaron de barcos que iban y venían de ambos continentes llenos de tesoros y de piratas que asaltaban sin piedad alguna esos barcos. Y entre ellos, había mujeres, muchas disfrazadas que tal vez jamás fueron descubiertas, y algunas bastante temibles y conocidas.

 

Grania O’Malley

Mencionaré a una de las siempre me ha llamado la atención, y esa es Grania O Malley, una pirata irlandesa que aterrorizó a los piratas ingleses durante bastante tiempo. Era una mujer de carácter fuerte, heredera de un clan pirata muy importante en Irlanda. 

Sus principales víctimas eran los ricos  comerciantes ingleses. Durante el tiempo que fue pirata la dama mató bastante gente, asaltó decenas de barcos y tuvo amantes pasajeros, cambiando de pareja cada vez que quería.

Era valiente y nunca dudaba en la batalla, en una ocasión mientras estaba amamantando a uno de sus hijos, afuera en cubierta se estaba librando una terrible batalla contra un barco enemigo, entonces uno de sus hombres le pidió que subiera pues la situación se estaba saliendo de control. Y ella entonces dijo: “¡Ojalá éste siete veces peor que yo durante los siguiente doce meses quien no puede pasar un día sin mí!”  

Tras decir esas palabras, dejó a bebé a manos de una de sus sirvientas, tomó una espada y subió las escaleras. Los corsarios enemigos se sorprendieron ante su aparición y perdieron la batalla.

Otra anécdota interesante es cuando se divorció de su esposo Richard, pues en aquella época el sistema legal de Irlanda permitía divorciarse si uno lo hacía durante el primer año de matrimonio. Se dice que ella simplemente cerró la puerta del castillo con llave y no dejó entrar a su marido, gritándole desde lo alto de las escaleras: “¡Estás despedido!”

Se cuenta también que se terminó aliando con la reina de Inglaterra, Isabel I, después de contestar 18 preguntas, y cuando se reunieron tuvieron una larga charla en latín de la que nadie pudo saber nada y cuando Grania salió de la charla, había prometido perseguir durante el tiempo que le quedaba de vida a todos los enemigos de Isabel.

Fue considerada una reina pirata que reino durante mucho tiempo, y murió hasta los 73 años, curiosamente el mismo año que la reina Isabel I, después de ella existieron otras mujeres inglesas piratas importantes en su época.

 

Anne Bonney y Mary Read

La piratería en las colonias americanas ya había florecido hace bastante tiempo, cuando se dio la historia de las dos mujeres piratas más conocidas y estoy hablando de Anne Bonney y Mary Read.

La leyenda de estas dos mujeres legendarias es bastante sabida. Anne era la esposa del famoso capitán Jack Rackman, conocido bajo el nombre de Calico Jack, e importante por las reglas que realizó sobre los piratas y la formación de la importante bandera pirata que se conoce actualmente. Ella se disfrazó de hombre para estar en el barco y sólo unos pocos sabían la verdad además del capitán. Y después se uniría a la tripulación  Mary Read quien al principio se había disfrazado de hombre también, pero fue descubierta por Anne y de esa manera se volvieron las dos conocidas compañeras. 

La tripulación de Rackman fue capturada por el capitán Barnet años después y se realizó un famoso juicio sobre todos ellos, incluyendo a las dos mujeres, quienes para salvarse dijeron estar embarazadas, siendo las únicas que no fueron ahorcadas junto con los demás hombres, además existía un almirantazgo que no juzgaba a las mujeres piratas a la horca pues los machistas jueces consideraban que las mujeres carecían de voluntad e iniciativa, y que actuaban de esa manera al ser forzadas por sus maridos piratas.

Ya hablamos de muchas mujeres piratas europeas en general pero también existieron unas piratas latinoamericanas que ayudaron durante las guerras de independencia. Una de ellas fue Wanda, una mujer pirata que vivió en Ecuador, siendo abusada por un sacerdote de esa ciudad, y revelándose contra él para después ejercer como pirata. Otra fue Anita Garibaldi, una corsaria de Río de Janeiro que obstaculizó el paso de los españoles y realizó batallas importantes marítimas. Su esposo Garibaldi, en Memorias describe en un momento una de sus batallas, cito:

Anita se encontraba, sable en puño, encima de la cubierta, animando a mis hombres. Repentinamente una bala la derribó junto con dos de mis camaradas. Corrí hacia ella pensando no encontrar más que un cadáver, pero Anita se levantó sana y salva. Los dos hombres estaban muertos. Le supliqué entonces que descendiese al camarote.

        Y ella dijo:

—Si voy a descender, pero es para espantar a los poltrones que se fueron a esconder allí. Y bien pronto tornó a aparecer trayendo delante de sí dos o tres marineros avergonzados por ser menos bravos que una mujer.  (Giuseppe Garibaldi, 1994)

 

 

Madame Ching

Para terminar hablaré de  la famosa reina de los mares Madame Ching, una mujer pirata china importante y respetada por sus grandes hazañas durante la primera década del siglo XIX. 



La infancia de Cheng I Sao fue difícil, por pobreza sus padres la vendieron cuando tenía cinco años a un burdel en Catón, donde fue educada como prostituta hasta que tuvo 26 años, y  no esperó que su vida cambiara radicalmente de repente. Cheng I, un corsario chino, se enamoró de ella y se la llevó en su barco.  Cheng Sao, aceptó casarse con él, debido a que la ida de una mujer pirata resultaba mucho más agradable que la de una ramera pues las mujeres piratas chinas disfrutaban de una libertad impensable para las muchachas de los burdeles.

Un año más tarde Cheng I, moriría en combate en 1802, creando el desorden entre los piratas, que querían apoderarse a como diera lugar del puesto del capitán, en medio de ese caos, se decidió al final seguir la tradición que implicaba que la esposa del capitán se quedarían con el puesto. De esa forma Madame Ching se volvió la capitana del barco.

Bajo sus órdenes, se estableció un código pirata bastante interesante que se regía principalmente de tres pautas: si un hombre desembarcaba solo, sería arrestado y castigado, todos los tesoros deberían guardarse en un almacén y si alguien llegase a tomar algo sin permiso sería castigado y finalmente la  más interesante habla de que ningún miembro de la tripulación podía gozar  las mujeres  que fuesen capturadas o encontradas en las villas en contra de su voluntad o serían castigados con la muerte.

Tristemente esta última pauta no era realmente porqué Madame Ching quisiera defender a las mujeres, sino porqué cualquier prisionero fuese mujer, hombre o niño era visto como una mercancía y para intercambiarlos por los rescates que mandaban sus familiares o venderlos como esclavos debían estar en perfecto estado.

Madame Ching terminó creando una importante confederación pirata que dominaba los mares y era temida por las autoridades imperiales de China pues bajo la mano de hierro de la reina de los piratas eran imparables. Hasta que se creó una estrategia que consistía en otorgarles derechos de rendición  y riquezas a los piratas prometiéndoles que podrían vivir vidas normales sin ser perseguidos. Todo parecía fallar pues ninguno de los piratas consideró la idea siendo muy leales a Madame Ching, hasta que O Po  Tae, celoso del poderío de la mujer, se alió con el gobierno y fueron desmantelando la organización desde el interior, convenciendo a cada vez más piratas de rendirse. Finalmente Madame Ching se rindió y dejó aparentemente la piratería, construyendo un casino donde pasó el resto de sus días, muriendo a la edad de setenta y nueve años. 

Tan sólo quería presentarles a estas mujeres que escogieron la vida de un pirata para obtener su libertad, siguiendo sus ideales. Ya fuese la venganza por la pérdida de sus seres queridos u otras razones, estas mujeres siguieron una vida de criminales buscadas. Y me atrevo a decir que incluso ahora debe haber mujeres piratas modernas, tal vez no tan temibles como las mencionadas, pero si movidas por las mismas pasiones y circunstancias.

Mujer guerrera, mujer pirata, mujer estudiante, mujer ama de casa, mujer empresaria, cada una de ellas lucha en un mar de problemas todos los días, pero se enfrenta a la tempestad con valor, esperando luchar por sus derechos.

Bibliografía

VÁZQUEZ CHAMORRO, Germán (2004) Mujeres piratas. Ediciones Algaba, Madrid.

YOLEN, Jane (2008) Reinas de los Mares. Las mujeres piratas alrededor del mundo. Ediciones Oniro, Madrid. 

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