• Margarita De los Santos/Taller de Periodismo Narrativo
  • 08 Mayo 2014
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Sin duda en este día todos se acuerdan de que tienen o tuvieron una. Muchos festejan a su madre el 10 de mayo, pero pocos la valoran el resto del año. Y hay incluso, quienes no recuerdan a quien les dio la vida.

 

            El 10 de mayo en todas las escuelas las festejan con festivales que comienzan a partir de las diez de la mañana, con eventos artísticos, rifas de regalos y demás; o en las Juntas Auxiliares de las poblaciones, los parques y cualquier otro lugar. A nadie le importa que tuvo sus inicios en 1913 en Virginia del Oeste en Estados Unidos, ni que el día internacional es el 22 de abril. En México se oficializa esta celebración a mediados del siglo XX: “reconocer el trabajo de aquella mujer que nos dio la vida, “la luchadora incansable”, “aquella que carga con todo el peso de educar y sostener a sus hijos, de protegerlos y de amarlos sin condiciones, sin pedir nada a cambio”; “ella, la que sufre de todo, antes y después del parto, la que desempeña más de un papel, la que es esposa, ama de casa, lavandera, tortillera, vendedora, profesionista, campesina”, etc. “Ella es la razón de nuestra existencia: la madre.”

Así, año con año.

¿Y qué piensan ellas? Aquí algunas experiencias y opiniones de tres mujeres del campo, dos de ellas madres solteras acerca del significado de ser madre en Puebla. A las tres las conozco, vivimos en el mismo pueblo. Me tienen confianza. Me cuentan parte de su vida.

 

 

Los hijos son muy crueles

 

Ester Flores De Jesús, 53 años. Campesina.



“Lo que más me resulta difícil de ser madre, es llamarles la atención a mis hijos, me siento, pues no sé si será debilidad o miedo, o sea, yo misma no me entiendo, pues los hijos no sé si ahora son así. Los hijos son muy malos, yo lo estoy pasando de una manera en que los hijos son de una manera muy cruel. Ahora me gritan, me alzan la voz. De chiquitos se empiezan a educar, pero yo les pegaba, lentamente, despacito; les pegaba poco, no muy exagerado, se ponían a llorar. Les di a mis dos hijos educación; mi ex pareja me ayudó para que estudiara el mayor. Lo más difícil que he pasado con mis hijos es que no tuve al verdadero padre del primero, ambos son hijos de diferentes padres, ahora el padre de la niña tampoco está conmigo, aun así me apoya con los gastos para su educación, pero se me complica porque la hago de padre y madre.

“A lo mejor por el quehacer no atiendo bien a mis hijos, pero trato de pasar tiempo con ellos. Me festejan mi 10 de mayo,  es el único día en que se acuerdan de mí, me dan mi abrazo, me viene a ver mi hijo; pero me gustaría que mis dos hijos estuvieran siempre conmigo, pues ahorita tengo uno fuera, casi no lo veo, me siento sola y triste. Cuando estaban chiquitos era muy hermoso, los disfrute mucho pero cuando fueron creciendo, pues sufrí, se ponen rebeldes; más ahorita pues la niña. Uno tiene veinte años y la otra doce. No es fácil ser madre, una sufre mucho por tratar de sacar adelante a sus hijos como sea, y luego ellos no agradecen el esfuerzo, al contrario se apartan y se olvidan de que tienen madre. Y es allí donde se pregunta una en que falló para que los hijos se volvieran así. A veces, se viven carencias económicas, aun así he buscado la manera de sustentarlos con lo poco que se puede, les complazco sus antojos y gustos, pero no sé de qué manera hacerlos buenos hijos o por lo menos que me respeten y no me hagan sufrir tanto. Lo que una madre quisiera es que sus hijos sean hombres y mujeres de bien, no de la calle, groseros y rebeldes.”

 

 

Tengo siete hijos y los siete viven

 

Amelia Flores Dolores, 52 años, campesina.



“Mi vida como madre es muy pesada, porque fui madre y padre para mis hijos. Mi esposo murió hace mucho y yo me hice de cargo de todos, luchando contra todo para sacarlos adelante y darles una buena educación. Educaba a mis hijos llamándoles la atención, que se portaran bien, que no agarren el vicio, que no andarán en malos pasos y gracias a Dios ay la llevan. Tengo siete hijos y los siete viven. Lo más difícil de ser madre es que no tenía para todo, había muchas carencias, pero saque a todos adelante, lavando, vendiendo mi maicito, a barrer, de lo que fuera. Les he dado educación a todos. El 10 de mayo y cada ocho días o cada veinte días me visitan. He sufrido algunas veces porque me faltaba lo necesario para comer; peor que no sé yo ni leer ni escribir; saqué adelante a mis hijos trabajando; pues la vida de padre y madre es difícil.”

 

Gracias a dios, todo el año me visitan

 

Concepción Evangelista, 51 años, campesina.



“Tengo cuatro hijos. Educar a mis hijos ha sido difícil, porque para llamarles la atención tiene que pensar uno cómo hacerle para llamarles la atención. Nunca me han faltado al respeto, ora si, ni ellos, ni yo. Para cuando estudiaban todos, si me costó para que estudiaran. Con mi tiendita me ayudaba, a parte pues atendía mi trabajo de la casa, el campo, atendía a mis hijos y su papá también me ayudaba. Difícil no fue mi vida. Me siento feliz de tener mis hijos, de que los eduqué, los saqué adelante, les di estudio y lo poco que estudiaron les ha servido, ya que no quisieron seguir estudiando pero ya cada quien tiene su vida. Gracias a Dios todo el año me visitan, ya cada quien tiene su casita, pero ahí vienen cuando no trabajan. Yo opino que es muy bonito de celebrar el “Día de las Madres”, tanto, ora sí, antes nosotros celebrábamos a nuestras madres, ora mis hijos me festejan. Mi mamá, aunque sea un abrazo le iba a dar; ella me decía cuando era jovencita y ya me iba ajuntar con mi esposo: tienes que respetar a tu marido, luego a tus hijos educarlos. Los consejos que me daba y valores me sirvieron mucho, nunca me trató mal, siempre éramos muy unidas. Ahorita con mi familia vivo feliz, ya que a mis hijos les di todo lo que estuvo a mí alcance.”

 

Reflexiono en lo que me han dicho.

En el primer caso, como pudimos apreciar, a la madre le cuesta dejar a sus hijos, le es difícil verlos florecer, se ha aferrado a ellos porque es lo único que le queda, siente que al dejarlos partir se quedará sola y nadie verá por ella. Tiene una lucha campal por obtener el dominio completo de las vidas de sus hijos, piensa que el problema ha sido el tener dos parejas distintas y que ambos hijos no aceptan; sin embargo para ambos hermanos eso no importa, pues se llevan muy bien, conviven, nunca se han faltado al respeto y sobre todo, se apoyan.

 

En el segundo caso, la madre, a pesar de haber sufrido críticas muy fuertes de la gente por su forma de ser --pues hay quienes le han apodado “Amelia la loca” por proteger y luchar día a día por mantener a sus hijos--, no dejó que eso le afectara y pudo sacar a su familia numerosa adelante, una vez que su marido falleció. Esto me lleva a pensar ¿por qué la madre de dos hijos le cuesta educar más que la de siete?

 

El tercer caso, se trata de una madre, que ha tenido una familia unida, su vida es plena, sus hijos la respetan y disfruta no sólo del “Día de la madre”, sino de sus hijos todo el año; ella atiende una pequeña tienda de abarrotes, su marido es campesino, pero ambos educaron a sus hijos y les procuraron dar lo suficiente para brindarles una buena vida. Sufrió un poco con el crecimiento y desarrollo de sus hijos; no obstante, supo darles buenos consejos. Con esto, me queda claro que el legado de la familia, es decir, la educación y valores inculcados por los antecesores, es evidente para los hijos, los nietos y futuras generaciones. A veces unos repiten los patrones de comportamiento de los padres, otros intentan mejorar, y otros más, son mejores padres que sus padres.

Al final, pienso que todas tienen en común algo: hacen lo posible por sacar adelante a los hijos.

 “Madre sólo hay una”, muy cierto, a pesar de los defectos o virtudes que estas posean, a la madre no se le juzga por lo que es, sino por lo que deja. No sólo un día es para apreciarla, cuando todo el año recibe disgustos de los hijos; es como decir que disfrute de un solo día para sufrir los demás; darle un día de descanso para cargar con los quehaceres de la casa todo el año; obsequiarle algo que todos usarán o que le será de utilidad en la cocina; compran el amor y el cariño de una madre en un día, cuando en los demás sufre de ausencias, desvelos, pesares, tristezas, corajes y demás.

 

 

 

 

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