• Paulina Mastretta Yanes
  • 23 Octubre 2014
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Antiguas leyendas atribuyen a la llamada Luna Sangrienta una señal de que sangre inocente  ha sido derramada en batalla.   Hoy sabemos que ese fenómeno es producido por el reflejo de la Luna durante un eclipse.  Sin embargo, yo tomaría actualmente a esa luna roja, como una señal de que sangre inocente ha sido derramada de nuevo. 

En algún lado he escuchado la frase  “Recuerda, Recuerda, el cinco de Noviembre”, un día importante en la vida de los ingleses.  Para nosotros los mexicanos, hay un día que sin duda no podemos olvidar y es el 2 de Octubre.  Un día en que los estudiantes fueron masacrados por el gobierno.  Un día en que el país se tiñó de sangre  para aparentar que todo estaba bien en los Juegos Olímpicos.  Los Juegos Sangrientos diría  yo.  No nací en esa época y lo que sé de ella es lo que he leído y me han contado mis padres.   Pero sí he nacido en esta época, y soy de la generación de estudiantes que vivimos escuchando de desaparecidos y asesinados por el narcotráfico en México, un día tras otro.



 Muchos adultos decían que los estudiantes de ahora eran apáticos y no tenían interés alguno por la política. Pero quedó demostrado lo contrario cuando en las elecciones presidenciales del 2012 surgió el movimiento YO SOY 132, con los estudiantes de la IBERO que se revelaron en contra del candidato Peña Nieto.  Desgraciadamente —por medio de trampas como las que nuestros padres vieron cuando eran jóvenes—, Peña ganó las elecciones y el PRI regresó al poder.  El mismo partido que realizó las desapariciones de estudiantes en el 68.  



Mi última etapa como universitaria de licenciatura está por concluir.  Es entonces cuando ocurre Ayotzinapa, a finales de septiembre, un acontecimiento que será la gota que derrame el vaso para los estudiantes de todo México.  Un grupo de estudiantes normalistas fue atacado por integrantes de la policía en Iguala.  Desde ese momento están desaparecidos 43 estudiantes normalistas y no se ha vuelto a saber de ellos. Muchos lo presumen muertos, y otros gritan consignas de “¡Vivos  se fueron, vivos los queremos!”. Es un hecho de que en todo lo que ha sido octubre la búsqueda de los estudiantes ha sido el tema primordial para el país. Y seguimos sin saber de ellos.  



Hoy,  22 de Octubre, se realiza una marcha a nivel nacional e internacional para mostrar apoyo a los estudiantes desaparecidos y exigir al gobierno entre otras cosas, la renuncia del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, que ha protegido al alcalde de Iguala, hoy en fuga, de quien se presume tiene vínculos muy fuertes con el narcotráfico y a quien se le achaca la responsabilidad de esos crímenes.

En octubre de 1968 murieron cientos de estudiantes, y ahora en Octubre del 2014, 46 años después, se realizan marchas ese mismo mes para protestar por la desaparición de 43 normalistas.  Cifras que dan miedo.  ¿Acaso no ha habido cambios en 46 años en el país?  Quien piense eso realmente está equivocado en muchas cuestiones pero al mismo tiempo no lo está.   



Hoy, gracias a las redes sociales los movimientos estudiantiles han cobrado mucha más fuerza. Hoy a salen a la luz las cosas con mucho más facilidad que antes.  Hoy desde el otro lado del mundo se organizan marchas para apoyar la desaparición de 43 jóvenes desconocidos. Para el resto del mundo esos muchachos no tendrían que tener importancia, pero ha visto sus rostros el mundo, y parece conectarse en uno solo para mostrar apoyo y solidaridad, y exige al gobierno de México que aparezcan vivos.  



Hoy caminé por las calles del centro histórico de Puebla como lo he estado haciendo los últimos años para dirigirme a la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP, pero esta vez no fui para estudiar o reunirme con mi directora de tesis. Fui para unirme a la causa, a la manifestación en apoyo a los normalistas desaparecidos.  Llegar a mi facultad y encontrar carteles con poemas dedicados a ellos, palabras de apoyo, recordatorios del pasado y las fotografías con los nombres de los desaparecidos. Me hace estremecerme de alegría y de tristeza a la vez.  Alegría porqué se que todavía hay esperanza en mi país. Que todavía existen personas que luchan por el bien de otros, por ayudar a los demás  sin recibir nada a cambio.  Y aunque las materias de las facultades sean distintas y las distancias entre las facultades del centro y las de CU evidentes, hoy existe algo que las une: querer apoyar a los estudiantes normalistas.  Escuelas universitarias de todo México y del mundo se han unido como una sola por 43 personas desaparecidas. Eso me estremece de alegría.  Lo que me da tristeza es que tenga que ser algo tan terrible lo que termine uniendo a estas escuelas. Y espero que en el futuro esta unión y apoyo sea para bien. Que nosotros como estudiantes demostremos a los adultos que nos han ido dejando sus problemas, que somos diferentes y no vamos a permitir que jueguen con nuestro futuro ni nuestras vidas. 



Hoy, grito  a todo pulmón: ¡Vivos se fueron, vivos los queremos! Recordando aquella frase que leí en Palinuro de México: ¡Cada estudiante muerto es una antorcha viva! ¡Cada antorcha viva es un estudiante muerto!

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