• Daniel Alejandro Ramírez Rojo/Taller de Periodismo Narrativo
  • 16 Enero 2014
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Por: Daniel Alejandro Ramírez Rojo/Taller de Periodismo Narrativo

El nuevo edificio de la PGJ se inauguró y ahora se nos promete una ciudad más segura. Los enormes muros imponen su presencia de la misma forma en que la justicia impone su autoridad ante la ciudadanía y de la misma forma en que algunos policías, representantes de la ley, levantan el pecho para mostrar su mando.

Me detengo frente a la imponente infraestructura. Ya pasada una semana después de la apertura de esta institución encuentro trabajadores a los alrededores. Los herreros se encuentran soldando parte de la cerca metálica que rodea el lugar. La palabra presión puede definir la actitud de los empleados de la construcción. 



La construcción fue abierta por el gobernador del estado de Puebla Rafael Moreno Valle.  El evento sucedió el pasado miércoles 8 de enero de 2014 con la presencia del Gobernador del estado de Puebla Rafael Moreno Valle, el procurador General de la República Jesús Murillo Karam, el procurador del estado  Victor Carrancá, los secretarios de Gobierno e Infraestructura  Luis Maldonado Vengas y José Cabalán Macari Álvaro correspondientemente, además del presidente municipal electo Antonio Gali Fayard.

El antiguo inmueble de la PGJ ahora es polvo. En el Boulevard 5 de Mayo y esquina de la 31 poniente sobre los escombros del pasado encontramos la nueva residencia de la Procuraduría.  Ahora los servidores públicos contarán con tres pisos, un sótano, un helipuerto y  alta tecnología. No puede faltar el sello característico del gobierno del estado poblano. Así como en todas las obras públicas, un engrandecido símbolo del gobierno a cargo se hace notar.

 

El discurso lo da el gobernador. Se afirma que era necesario construir una nueva Procu ya que la anterior  era una ruina.  También se menciona la especial atención a los trabajos periciales, es decir la investigación en el sistema de justicia. Se habla de 35 especialidades científicas que fueron creadas para evitar arbitrariedades. Una gran mejora en palabras de nuestros dirigentes.

Y da cifras: con una inversión de 321 millones de pesos  construyeron este edificio encristalado sobre 12 mil 900 metros cuadrados. 


A la entrada de la nueva Procuraduría traigo a mi mente parte de la presentación del pasado 8 de enero. Moreno Valle no fue el único que habló. También para eso vino Murillo Karam, del gabinete de Peña Nieto

–De nada servirá contar con una nueva infraestructura en materia de seguridad, si no se da un cambio de fondo en las actitudes de los cuerpos policiacos –argumenta el Procurador  de la República. Me parece acertado su comentario y ahora me queda pensar en la moral del cuerpo judicial en mi ciudad. ¿Qué tan preparados podemos estar para la alta tecnología con que ahora contamos? Será un cuestionamiento que el paso del tiempo se encargará de responder.

Continúo mi camino hacia las instalaciones. No deja de pasar por mi cabeza la noticia que gira en torno a la seguridad del país. También se puede sumar las experiencias propias que he adquirido con mi continuo caminar por las calles. Recuerdo a los policías ministeriales que le robaron sus tamales a una tamalera a unas cuantas cuadras de aquí (http://tinyurl.com/mhug6gy).

La ley sobre los tamales, me dije. Ahora se convertirán en investigadores. Sus decomisos se volverán más especializados.

Pienso en cómo nuestros dirigentes planean asumir los problemas de seguridad que se originan en la corrupción dentro de la fuerza policiaca. El problema me parece de una magnitud inconcebible, quizá mayor a la grandeza de los muros ante los que ahora me encuentro.

Ahí estoy, frente a este edificio reluciente. Aquí estoy, escribiendo esta crónica. Y recurdo las palabras del sacerdote Alejandro Solalinde, apenas en noviembre, en la BUAP, la universidad en la que estudio, y de la que tal vez salgan los especialistas que trabajarán en la nueva Procu:

"Somos mercancía, ustedes, yo, todos somos mercancía. Ahora, pregúntense cuántas mujeres están desapareciendo y son llevadas a la trata y nadie para esto. Son personas secuestradas. En México está aumentando el número de secuestros no sólo de migrantes, sino de mexicanos, siguen aumentando las extorsiones, las desapariciones forzadas. Hoy ¿Para qué matar a una persona y dejar el cuerpo del delito? Es mejor desaparecerla y hay maneras para hacerlo, se evitan el problema de un juicio. De todos modos, en un México tan corrupto como el que tenemos, el 98 por ciento de los casos queda impune."

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