• Carlos Mastretta Arista
  • 28 Octubre 2013
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Por: Carlos Mastretta Arista

2 enero 1940. XVIII

Gracias por tus saludos de Navidad. Una redacción así de larga como la enviada el pasado 29 de diciembre, aunque si bien viene fi rmada por ti, tengo la duda de que el cable no haya sido redactado por ti sino por los parientes queridos de Stradella, que tal vez quisieron ocultarme tu ausencia, sin darse cuenta de que prefi ero conocer la verdad, es decir, si has sido movilizado, antes que permanecer en la duda sobre tus hechos. Después de la carta del 4 de octubre pasado, no he recibido ninguna otra carta tuya, por lo que entenderás que todos vivimos con ansias de saber nuevas tuyas. La respuesta del 29 no me ha dejado para nada satisfecho. Llevo sin respuesta las cartas de octubre 10 y 28, noviembre 8, diciembre 2 y 13, además de tarjetas. No recibo ya ningún periódico de Italia, sólo noticias del enemigo, sólo la radio de Roma, que el enemigo intenta perturbar e impedirnos escuchar nuestras noticias. El correo mexicano acepta envíos a Italia vía Sudamérica, hagan ustedes lo mismo. Mañana vamos a Veracruz con tu hermana Ana y tu hermano Marcos, para recibir el día 5 a tu hermana Carolina, que regresa con Ramón y los niños desde España después de ocho meses.

 

29 enero 1940. XVIII

Poseo con gran dicha una carta tuya fechada el 10 de enero, expedida por correo aéreo. No he recibido las que en ella me dices que has enviado por correo normal y asegurado. Hace unas horas recibí una carta del tío Zorino, en ella me comunica que ha recibido el café en óptimas condiciones, lo cual me complace mucho. Les enviaré otros, no así a ti, dado que para estas horas estarás ya llamado a las armas, de acuerdo a las noticias de Roma que escucho todos los días a las ocho. No he recibido el muestrario de los telares textiles que dices han mandado en noviembre. Haré un reclamo. Estoy de acuerdo contigo con la idea de que el desarrollo de un trabajo intelectual requiere mucho tiempo. “Haz el bien sin temor al sacrifi cio”, así escribía hace cincuenta años el poeta mexicano Juan de Dios Peza, ten este lema por guía como lo he procurado yo con mis escasos recursos. Ahora a mis 65 años continúo trabajando sin arrepentirme.

 

26 Febrero 1940. XVIII

Recibí tu gratísima carta del 26 de enero. Lamento que las otras se hayan perdido. Tu madrina Angelina me dice que no ha recibido tus escritos y fotografías que le enviaste. Sobre todo me disgusta no haber recibido los muestrarios de la maquinaria textil. (...) Me complace saber que estás dedicado a tu trabajo, verás que lograrás hacerte camino, y que lograrás cumplir los propósitos que te has dado. (...) No me llegan las revistas que me mandan, particularmente la revista Vela e Motor no me llega, creo que el mal hay que encontrarlo aquí, con los franco–ingleses, con un gran trabajo de espionaje, y yo soy un fuerte enemigo de ellos. Por ejemplo, hace dos semanas han arrestado a un joven, hijo de un empleado de Correos que robaba la correspondencia de la valija postal: quién sabe quiénes sean los verdaderos culpables. En cuanto a la guerra europea, todavía no combatida, la opinión pública se inclina a favor nuestro, es decir de los totalitarios, porque el mundo ya está cansado de los prepotentes anglo–franco–turcos. No sabemos aquello que el amado Duce piense, pero los viejos italianos que conocemos por experiencia lo poco en cuenta que en el pasado nos tenían los franco–ingleses, estamos convencidos que hoy todavía nos desprecian. Es mi sentir que en esta oportunidad debemos ajustar las cuentas con ellos sobre el Mediterráneo.

 

25 Marzo 1940. XVIII

Recibí con gran placer tu cablegrama que a la letra dice: “Mastretta Puebla Puebla, todo bien, saludos”. Esto me ha tranquilizado, pues desde tu carta del 26 ninguna otra me ha llegado, pero estoy convencido que tus cartas son interesantes para los británicos y las destruyen en el fuego.

6 Abril 1940. XVIII

Me llegó fi nalmente tu tarjeta del 8 del pasado marzo, fi rmada también por los parientes, con la fotografía del nuevo molino de Stradella, una muestra del progreso que se muestra en su industria la fi rma Sirelle. Con estas postales me contentaré, para no hablar así de lo que me provoca la infame censura franco–inglesa. Tengo la esperanza de que la guerra se acabe en este año, porque tengo el propósito de repatriarme, precisamente dentro de un año, pues te aseguro que estoy cansado y deseo descansar, pero para mí eso se logrará sólo en la tierra que me vio nacer. Paciencia. Permanecer aquí signifi ca trabajar a toda costa, aquí no me siento rentista, aquí me conocen sólo como un hombre dinámico. He escuchado por la radio que todo el hierro de los canceles y puertas debe ser consignado al Gobierno. Si la noticia es cierta, deberás sustituir el barandal de la escalera y el corredor externo de mi casa por pasamanos y postecillos de madera.

Me siento nervioso, quisiera estar en estos días solemnes a tu lado y con los míos en la hora del peligro, estoy convencido de que la hora de Italia está por sonar, para forjar nuestro porvenir bajo la fuerte guía del Duce y la sapiente guía de nuestro Rey.

 

Carlos Mastretta en 1940. La guerra ha estallado. Él todavía sostiene su intención profesional por el mundo de los autos y el periodismo. 

22 abril 1940. XVII

Fue para mí inmensamente grata tu carta del 26 pasado. Mayor júbilo la que recibimos sin fecha pero con timbre postal del 21 de marzo. Tus fotografías nos muestran que gozas de buena salud y en compañía de personas bellas y elegantes. Algún amigo por juego se atreve a comparar tu porte con aquel de nuestro gran Duce, pero es el caso que a sus 27 años él era ya director de un gran diario, y tú eres Vice–director de una revista deportiva.

La ruta que seguirás no está completamente a la vista, pero dentro de unos años se verá. Yo, ya viejo, no tengo mucho que ver.

Carlos Mastretta en 1940. La guerra ha estallado. Él todavía sostiene su intención profesional por el mundo de los autos y el periodismo.

 

23 Mayo 1940. XVIII

Como cosa rarísima recibí tu carta del 9 del corriente, este milagro lo debemos a la nota del Duce a los aliados; con dejar de secuestrar villanamente la correspondencia de los italianos en el extranjero como lo han hecho durante los últimos 8 meses quieren ganarse la benevolencia de la Italia. Pero es tarde ya.

Finalmente me llegaron la revista Vela e Motor, las cuales hemos leído con mucho placer al ver los progresos que haces en tu calidad de escritor. Estoy seguro que el año entrante cuando me repatrie pueda encontrarte ocupando un puesto de mando, digno de tu entusiasmo y tu constancia en el desempeño de tus obligaciones hacia tus superiores.

Carolina y sus hijos se han embarcado de nueva cuenta a España con su marido. Podrás contar con esa ruta de Nueva York para mandar tu correspondencia. (...) Tu mamá ha recibido tu carta y quedó muy satisfecha,, ojalá le escribas más seguido.

 

6 Junio 1940. XVIII

En las condiciones que vivimos mi retiro este año es casi imposible. Más aún que estamos en vísperas de elecciones, y debo permanecer en mi puesto de mando como viejo conductor de industrias. Sé además que permanece insoluble el problema de la guerra, y no se sabe si se extenderá a toda Europa. Sería muy feliz de que se resolviera este año para poder volver, si Dios me da la salud, con mucho o con poco a pasar los últimos años de vida al fuego de la casita de Via Pera. Por cierto, estoy siempre a la espera del croquis del terreno de la casa, sé que vas seguido a Stradella, podrías dedicar una horita a hacer el levantamiento que desde hace dos años te vengo solicitando.

 

2 julio 1940. XVIII

No hemos tenido más noticias tuyas, y eso nos ha inquietado, supongo que por la guerra ciertamente te encontrarás movilizado. Nuestra mayor ansia se debe a no saber dónde te encuentras, en qué regimiento o División, si al frente francés o en Túnez o en Chirenaica.

Si estás movilizado y no te es posible mandar una simple tarjeta o telegrama con pocas palabras para saber tu estado de salud.

Hemos sufrido con la entrada de Italia en guerra. Todos los insultos que no se habían atrevido a darnos, ni siquiera durante la guerra de Abisinia, escritores de toda idea, suerte 100 y condición, se lanzaron contra la Italia, el fascismo y el Duce. (...) Estoy contento con la entrada en guerra de mi Patria. (...) Es necesaria una nueva Europa sin la amenaza descarada de los franco–ingleses que por siglos han hecho que no exista otro derecho que sus intereses.

Aquí dentro de cinco días tendremos elecciones. Manuel Avila Camacho, hermano del gobernador de Puebla, amigo mío, y el general Almazán, también viejo amigo mío. Van a las urnas con mucha popularidad ambos dos. Veremos el resultado y confi amos que todo vaya sin tumultos.

Van nuestras oraciones y pensamientos a todas horas vuelto a ti. Esperamos verte el año próximo con la guerra terminada. Como sabes he decidido repatriarme. Confío en el porvenir y te exhorto a cumplir con el deber que te has impuesto voluntariamente al haber resuelto permanecer en Italia.

 

30 Julio 1940. XVIII

Recibimos tu carta del 5 del presente. (...) La muerte de mi amada hermana María me llena de profundo dolor. En la víspera de mi retorno se me ha privado cruelmente el placer de volverla a ver. Ella que tanto ha trabajado y sufrido, Dios la tendrá en la gracia del Eterno Paraíso. De la vieja familia Mastretta quedan solamente tres, de los nueve que dejé a mi partida. Paciencia, se nace para morir, debemos resignarnos a la voluntad de Dios.

Nuestros enemigos continúan con sus mentiras, pero los insultos han disminuido en intensidad. El fracaso de la batalla naval del Jonio y de las Baleares y el bombardeo de Libia y Abisinia han hecho buen efecto. (...) Ahora que ven que Italia domina el África y el Mediterráneo, comprenden que la guerra la hemos ya ganado, aunque ellos creen que vencerán en el año del 42.

Te creía movilizado, porque un teniente de 27 años es imposible creer que no haya sido reclamado. Sin embargo de tu telegrama deduzco que hombres jóvenes no faltan en Italia, a excepción de los aviadores y marineros. Por tanto pongo el corazón en paz. Tu deber ha estado en el 38, con el reclamo de septiembre, y veo que los reclamos de entonces no fueron hechos este año.

Vela e Motor no ha publicado tus escritos, ¿por qué?

 

27 Agosto 1940. XVII

No he recibido otra carta tuya. Temo que los amigos de la pérfi da se apoderan canallescamente de nuestra correspondencia. Espero con paciencia tus nuevos escritos. En cambio, recibí ayer con inmenso placer cinco números de la querida revista Motociclismo, que jamás como ahora he agradecido. De hecho, no conocía en lengua italiana la proclama del Duce a las fuerzas armadas, la proclama del Rey Emperador al pueblo de Italia. Pude hacerlo en la revista Motociclismo de fecha 13 de junio pasado.

 

18 Febbraio 1941.XIX

Estoy triste de no haber recibido noticias tuyas desde tu última carta del 18 de diciembre pasado. (...) Pienso tal vez que estás movilizado, como era tu deseo. Si así ha sucedido, dímelo de un modo o de otro, y dime si estás orgulloso de ti. Si en estos tiempos dolorosos para nuestra patria, tan villanamente insultada por la prensa internacional, que yo mismo con mis sesenta y seis años preferiría estar en Italia con los víveres racionados, detrás de un cañón antiaéreo o en un ofi cina militar, así podría soportar los insultos dirigidos contra nuestra valeroso ejército y nuestra querida patria que dirige la propaganda enemiga. Los italianos en el mundo esperamos con ansia nuestra ofensiva de primavera, que destruya el gozo de los enemigos y que de una vez para siempre el mundo se libre de tanta prepotencia e infamia. Debemos vencer, venceremos, Dios jamás ha estado con los prepotentes, está con nosotros.

Inútil decirte que este año no será posible repatriarme, pero estoy seguro que Dios me dará el placer de regresar con la guerra victoriosa, y si esta se alargase, procuraré regresar aunque sea sólo vía España o Brasil, para ayudar en cualquier cosa a la Italia.

Tu viejo papá, Carlo Mastretta

 

Puebla, Septiembre 8 de 1941

Queridísimo Hijo Carlo

Presso La Editrice

Via pienso No.6, Milano Italia

Aunque desde enero no tengo ninguna carta tuya escribo este día con la esperanza que llegue a tus manos. Inútil indicarte que todos tus hermanos, tu madre y yo hemos escrito varias cartas que ninguna ha tenido contestación. Yo además escribí a todos los parientes preguntando por ti y nadie me ha contestado. Lo extraño es que las hermanas Brachetti muy seguido reciben cartas de sus familiares que como sabes residen en Ala y Salorno en el Trentino y no puedo comprender que sólo yo no he de recibir noticias tuyas y demás parientes. No sé qué pensar, todos estamos muy afl igidos, siempre pensamos en ti. Suponiéndote movilizado y al no tener noticias de nadie nos hace pensar lo peor. No he archivado todavía tus últimas cartas que vuelvo cada cuando a reeler, con leerlas me siento más cerca de ti, pero mi intranquilidad aumenta, cavilando sobre el motivo que nos cortaron toda correspondencia. De salud estamos bien, a excepción de las niñas de tu hermana Teresa están enfermas de tos ferina. Tu hermano Luis no quiso continuar los estudios, y ahora está empleado como radiólogo en una compañía Americana mientras estudia la carrera Ingeniero Electricista por correspondencia en una escuela Americana. Sabes que yo me retirareal acabar la guerra, antes no debo hacerlo porque no sabría dónde ir. Saludos efectuados de parte de todos y la bendición de tu viejo padre Carlo

 

4 Novembre 1943

Dios nos hizo el milagro de recibir tu carta del 5 de junio, después de un año sin tus noticias. Dios querrá hacer el milagro de que esta llegue a tu poder y recibir más tarde una carta tuya con tus noticias. Hoy es San Carlos y estamos todos juntos para festejar tu onomástico. También te hemos tenido presente en espíritu. De salud estamos bien, siempre con la angustia que nos deja la muerte tan prematura de la buena Carolina y de la santa Ana María. Q.I.B. Otra pena debo comunicarte, tu hermana Catalina hace un mes se casó sin nuestro consentimiento con un viudo con dos hijas; que Dios la proteja.

Hemos quedado en familia tu mamá, tu hermano Luis y yo... Mi numerosa familia ha desaparecido en sólo ocho años. Antes de tu partida éramos nueve en la mesa, ahora sólo quedamos tres... Tenemos como tú, fe en volvernos a abrazar un día. Con deseos de una buena navidad recibe la bendición de tus viejos padres.

Carlo Mastretta

 

18 Maggio 1945

Queridísimo hijo Carlos Mastretta Arista, Stradella, Pavía, Italia, o donde se encuentre:

Apenas supe las noticias del fi n de la guerra he pedido ayuda a las autoridades eclesiásticas con el fi n de tener por cable noticias tuyas, que durante más de dos largos años me faltan. Todos esperamos con ansia saber cómo estás y dónde te encuentras, con el fi n de poder ayudarte para que regreses a casa de tus viejos padres que ansían abrazarte. Esperamos de todos los parientes sus noticias, y no dudo que apenas puedan nos harán vivir. Los italianos residentes aquí en la provincia hace tiempo que reciben noticias, por favor haz lo posible de comunicarnos información tuya. Sé que existe mucha y abundante miseria, aquí he hecho una colecta entre los connacionales, y he reunido dinero y ropa usada; la envío al “Comité de Ayuda al Pueblo Italiano” establecido en la ciudad de México. A nosotros, a Dios gracias, nada nos falta y gozamos de buena salud. Después de la muerte de mis santas hijas, Carolina y Ana María, Dios nos ha concedido resignación cristiana. Tú sólo faltas. Y apenas haya manera de ponernos en contacto, haremos de todo para que regreses, así podrás volver a tu México, que después de todo es tu patria de origen, y mi patria adoptiva.

Besos de todos, y de tu mamá que sufre como yo por tu ausencia. Y rogamos a Dios que nos conceda volvernos a ver sanos. Tu viejo padre que tanto te ama.

Carlo Mastretta

En las ofi cinas de la compañía

Presso La Editrice. 1940.

Puebla 25 Agosto 1945

Queridísimo hijo Carlo, Press la Editrice

Vía Fieno n: 6 – Milano – Italia

Finalmente, después de más de cuatro años sin tus noticias, el 20 de corriente recibió

Marcos tu carta tan deseada del 12 de julio pasado, que nos llenó de alegría a todos de saber que estás en buena salud, como también todos los parientes. Marcos respondió rápido, y pronto recibirás copia del cable que el señor encargado de negocios de México en Roma ha enviado a la Secretaría de Relaciones en respuesta a la solicitud de información por mí requerida, por la cual sé que estás bien y con la fi rme decisión de volver a la familia.

Ayer recibí tres cartas tuyas, de fechas 26 de junio, 28 de junio y 10 de julio, que todas juntas nos llenaron de verdadera alegría a todos, para reparar los sufrimientos pasados. Has permanecido en buena salud y fuerte para reemprender el trabajo, y con el espíritu sano y elevado que te permitirán hacer una nueva vida a nuestro lado, y olvidar la dura vida pasada. Sin tus noticias, después de cuatro meses de terminada la guerra, estábamos angustiados tanto o más que otros connacionales; habían recibido hace tiempo cartas de sus seres queridísimos, la señorita Anna Brachetti me mostraba las cartas de los suyos, en especial de su sobrino Bruno Brachetti, en la que anunciaba su partida para Mexico el próximo septiembre; el doctor tiene su consultorio en Via Mengoni n. 2 en Milán, si regresa antes que tú, mándanos tus noticias. Sabrás que la señorita Natalia Brachetti murió el 15 de septiembre de 1944, y ahora el hotel lo administra su hermana Anna.

El 3 del pasado julio, a través de una agencia solvente he hecho mandar a mi hermana Natalina un paquete postal conteniendo: 4 kilos de azúcar, 2 kilos de café y 3 kilos de macarrones; si el paquete llega bien, haré otros envíos a otros parientes, pero estaría bien que se distribuyera entre todos de manera que poco a poco todos reciban algo, y continuaré la expedición para la próxima navidad; apenas hayan recibido el paquete, infórmame.

En general, y dados mis setenta años cumplidos, mi salud, puede decirse, es óptima en el presente. El invierno pasado sufrí mal del hígado, pero después de casi dos meses de curación con las famosas aguas de Tehuacán, me he reestablecido por completo. Tu mamá es la más sana de todos, a Dios gracias, y esto para mí es la mayor fortuna. Mándame mayores detalles de tu regreso. También deseo informarme de mis negocios.

En diciembre del 41 he tenido que renunciar a la firma Atoyac, permaneciendo en la compañía sin firma, pero con todo el respeto de siempre. En noviembre del 42 un grupo de banqueros que vieron la abundancia que se presentaba, compraron todas las las acciones de la compañía, formando un nuevo consejo de administración. Don Jesús, don Alejandro, don Pepe y yo somos afortunados: yo tuve la fortuna de continuar en mi puesto, pero creí adecuado retirarme a la vida privada, porque después de todos los sufrimientos de las pobres Ana y Carolina, que en paz descansen, me sentía verdaderamente cansado y abatido. También por tu ausencia y sin tus noticias. Al liquidarnos la ex–hacienda Mayorazgo me quedé con un terreno de 27 hectáreas. He rascado un pozo y he encontrado abundante agua, así que resolví construir en la propiedad. En el rancho, al cual he querido llamarle como el gran santo piamontés Do Juan Bosco, he construído unas casas para los campesinos encargados. Separadamente, un jardincito al centro del cual he levantado una villa a la que cada día voy a pasar el tiempo y descansar. Tengo una veintena de vacas y terneras, unas mulas para los arados y todos los aprestos para las labores de la tierra. El pozo me da 300 litros de agua por minuto, con una bomba bien colocada riego hasta cinco hectáreas. Todos lo llamamos el rancho “Hai Laif” porque un modelo de este género, con lo que yo he hecho estos últimos dos años, he invertido un fuerte capital en agricultura, con el aplauso de cuantos me conocen. A tu regreso, después del debido y meritorio reposo, y nos parecerá válido tu parecer, se podrá establecer aquí una fábrica de bicicletas y motocicletas. Capital: sabes que gozamos de vasto crédito, y una sociedad anónima será fácil de organizar. Sabes que en México no hay existen establecimientos para la fabricación de motos, si tú te interesaras en hacerte cargo de la fabricación de las máquinas tu intervención sería espléndida.

Agosto 29–45

Como continuación de la mía del 25, ayer fui a la ciudad de México a visitar la agencia de viajes Cook, por el momento no se han establecido todavía sucursales en Italia. Quiero poner a tu disposición el importe de tu viaje de regreso, y no he podido. Con ese objeto, por conducto de mi buen amigo Don Jesús, me he puesto en contacto con el Nacional City Bank. Tampoco dicho banco tiene sucursales en Italia, y no están en operación las antiguas que tenían en Milán. Por tanto, estoy de acuerdo en que en su central de Nueva York indaguen del caso.

A Gino le he enviado a través de Argentina un paquete que contiene 5 kilos de azúcar, dos kilos de café crudo, 1 kilo de café tostado, 1 y 1/2 kilos de pasta para sopa. Enviaré más tarde otros paquetes para los parientes apenas hayas recibido el paquete para mi hermana Natalina. El 3 de julio pasado envié otros paquetes. Han llegado a Puebla tres sacerdotes de Roma; embarcaron por Brasil en barco americano, y de Brasil a México por avión. Si no tienes otro medio, intenta otra vía.

Queridísimo hijo, anhelamos volverte a ver, a cualquier costo. Todos celebramos saber que estás sano y salvo. A tu mamá le cambié el carácter después de tu carta. El buen humor ha regresado a la familia. Escríbenos, mientras tu mamá y yo te enviamos nuestra bendición y paternales besos.

Tu viejo padre que tanto te ama.

Carlos Mastretta

Ana María Arista y sus hijos Carlos y Ana María. 1927.

Ana María Arista, una mujer queretana descendiente de un presidente de la República, trajo a Puebla en su matrimonio con el ingeniero italiano Carlo Mastretta Magnani, el recato y la tradición cristiana de las familias criollas del altiplano, apegos religiosos que heredó con una fuerza difícil de entender en estos tiempos nuestros del siglo XXI. No le gustaba mirar a la cámara cuando algún fotógrafo intruso quería someter por un instante su mirada. La carta de respuesta, cuatro años después, de Carlos su hijo desde Italia, expone con claridad el cargo de conciencia de quien piensa que la decisión más grave de su vida la tomó contra la voluntad de su madre.

Puebla, Julio 24 de 1941

Querido Hijo Carlos:

Sin ninguna tuya hace tiempo te pongo la presente, para decirte que gracias a Dios estamos bien. Recibimos tu cable, en contestación al que te pusimos, creo que ahora tendremos más seguidas tus noticias siempre fuiste muy fl ojo, para escribir, pero creo que te esfuerces un poco para escribir más seguido porque como tu comprenderás todo lo que ocasiona tu silencio, tengo una ligera esperanza que para el día de mi santo me escribas, pero recuerda que dice el adagio que el que con esperanzas vive alegre muere y es lo que a mí me pasa.

Saluda mucho de nuestra parte a todos los tíos y tías, y tú recibe muchos saludos de todos y de tus 7 sobrinos que cada día están más grandes y hermosos, Carlitos el de Marcos está tan gracioso, Moni está muy alta y simpática como siempre. Teresa tiene una Tere tan bonita como una muñeca, en fi n verás que como abuela no les encuentro defecto. Luis ya no quiso seguir carrera por más luchas que se hicieron. Está trabajando en una casa de radios, parece que gracias a Dios es muy formal. Marcos como siempre con mucho trabajo; en fi n toda la simpática familia está bien. Mucha gente pregunta por ti y que te salude.

Te suplico por lo que más quieras que no dejes de contestar.

Con muchos saludos para ti de toda la familia que no te olvidamos y esperamos con ansia tu contestación.

Sabes cuánto te quiere tu madre que le pide a Dios y a la Virgen Santísima te bendigan.

Ana A De Mastretta

Carta manuscrita de Carlos Mastretta Arista a su madre Ana

Maria Arista, en noviembre de 1945.

Milán, 20 de noviembre 1945

Muy querida Mamá

Como sabrás he comenzado a preparar mi pasaporte con el fi n de volver, con la ayuda de Dios, al lado de Uds. después de las duras contingencias pasadas por estas tierras en los últimos cinco años. Esta es la tercera carta que te escribo después del fi n de la guerra y hasta ahora no he tenido la dicha de recibir dos letras tuyas, pero comprendo que con lo atareada que estás, como abuelita de 13 sobrinos, no te sobra mucho tiempo para acordarte del “hijo prodigo” que soy yo. Cierto que la lección que me ha dado la vida ha sido extremadamente dura y creo que las huellas que la tormenta dejo en mi se quedarán grabadas en mi imaginación y en mi alma como marcas de hierro incandescente. ¡Pero todo sea por Dios!

Recibí ayer un telegrama de Papá en el cual me comunica que el Gobierno de México dio su autorización a mi regreso, a sí pues que si todo saldrá bien, cuento de tomar el barco en Febrero (si habrá barcos). No te imaginas las difi cultades que se ponen a cada paso pero el Santo Job se queda chico con su paciencia respecto a mí y a mi paciencia. Papá me dice que Uds. me esperan para navidad... pero yo les digo que seré feliz de llegar a México para Pascua, si Dios me ayuda, cosa en la cual confío pues en estos años me ha dado muestras de su bondad para conmigo. Mientras tanto sigo siempre pegado a mi trabajo que ahora se ha hecho más pesado a causa del frió y de la falta de combustible y pienso con nostalgia al hermoso sol de México, aún de invierno. En cuanto a la comida hora ya se come más que antes solo que los precios son muy “salados”, pero gracias a Dios nunca me falta ni me faltó. Solo un periodo de cinco o seis meses tuvo muy malo en cuanto a comidas y no vi “carne” o pasta ni pintados. Perdí como 15 kilos pero ya casi los he recuperado. ¡Cosas de la vida, querida Mamá!

Pienso con tanto cariño a todos Uds. y mis deseos de volverlos a ver pronto no conocen límite, pido solo a Dios que el tiempo que todavía nos separa sea muy corto y que estos tres meses vuelen... y así volveré a tu lado del cual contra tu voluntad (es mi dolor) me separé: pero he pagado la desobediencia a precio muy alto pero que me parecerá poco si Dios me consiente de volver al lado de Ustedes, y de Ti y de Papá particularmente. Salúdame todos con mucho cariño y recibe todo el amor de tu hijo que tanto te quiere y pide tu bendición.

Tuyo siempre

Carlos

Foto de familia. Noviembre de 1937, poco antes del regreso de Carlos a Italia. A la izquierda, los tres hijos, Marcos, Luis y sentado, Carlos. (Carolina, que carga a su bebé y Ana María, de pie a la derecha morirían en 1943).

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