Las Cartas 1912–1918
C a r t a s d e C a r l o Ma s t r e t t a Ma g n a n i
a s u s p a d r e s e n S t r a d e l l a
Puebla 5 Noviembre 1912
Padres queridísimos,
Recibí vuestra última carta, que no respondí pronto para
daros una buena nueva con la respuesta misma.
Ayer Anita ha dado a luz un bello hombrecito, así que hoy
tengo el par. Ella está muy bien, como también el niño, y
espero que pronto podrá levantarse de la cama. Como veis,
ha nacido como Carolina, un día después de San Carlos;
por cierto, llevará mi nombre. El bautismo lo haremos más
o menos dentro de dos semanas, el padrino, el ingeniero
Alcocer, quien actualmente es gerente de la Compañía
Hidroeléctrica Queretana, en unión de su señora, hará un
viajecito de casi 600 kilómetros, porque él está en Queré-
taro, cosa que entre nosotros no es común. El padre es un
italiano al frente de una parroquia, y naturalmente que la
pequeña Colonia Italiana de aquí (siete u ocho apenas)
está toda de acuerdo en participar en la comida bautismal.
Pensaríamos que estando lejos de Italia desaparecerían los
partidos políticos, y se hace amistad con todos, y aún con
los anarquistas. De estos últimos aquí no hay absolutamente
ninguno. Estoy contento de que se trate de un niño.
Os confi eso que si hubiese sido niña no estaría tan alegre.
Ayer recibí vuestra tarjeta, y os agradezco a todos con verdadero
corazón, yo me olvidé de felicitar a mamá, pero la
he tenido y la tengo siempre presente.
Respecto al vino, que dice estar tan bueno, no estaría mal
que me mandaran dos o tres barriles, apenas termine la
fermentación, para que no se estropee en el largo viaje.
Familia Mastretta Arista. Carlos y Carolina y sus hijos Marcos, Carolina y Carlos. 1915.
Remito en esta carta un documento de 500 liras para mi
hermano Bigetto, con el fi n de que establezca su negocio.
No le escribo directamente porque lo considero inútil, y
además dispongo de poco tiempo. El dinero se lo presto
sin ningún interés, pero, no por tenerle poca confi anza,
pero para tener una constancia para el futuro, le rogaría
me enviase una letra de cambio sin caducidad fi ja. Estén
seguros que yo no lo molestaré jamás, y si exijo la letra de
cambio, es para tener yo las cosas en orden, y creo que no
habrá ningún inconveniente en enviarme el documento.
Aquí tuvimos otro levantamiento, pero ha sido pronto
sofocado, hay siempre provincias enteras en manos de los
rebeldes. Yo como ya les dije tengo mucho trabajo, y espero
tener un buen año.
Saludos a todos ustedes de parte también de Anita y todos
los niños, que están perfectamente, díganme cómo os ha
ido este año con el trabajo, qué prospectos tenéis para el
futuro, por mi parte, si pudiese tener otros dos años como
este último, ciertamente que querría ir a casa a comprar
la Rocca Mantovani, y cambiarle el nombre, pero no sé
sabe nunca qué es lo que venga en este país. Sin embargo,
adelante, y esperamos para bien. Reciban además muchos
besos y abrazos de vuestro afectísimo hijo Carlo.
Puebla 18 de Agosto de 1918.
Queridísimos padres,
Hace algunos días recibí vuestra última carta escrita en
mayo, y estoy preocupado porque después de la batalla
del Piave, no he tenido más noticias vuestras que me
tranquilicen respecto de la salud de mi hermano Bigetto
y de los otros parientes que estaban en el frente de batalla.
Recibí una carta de mi hermana María escrita el 18 de ju-
nio, precisamente cuando la batalla estaba más tremenda,
pero nada me dice de Bigetto, y ciertamente aquel día no
podía decirme nada porque la batalla no había terminado
todavía.
Carlos Mastretta Magnani, en los años veinte en un campo de Stradella.
Ya son casi dos meses transcurridos de la gran victoria, y
no he tenido noticias vuestras. Por lo tanto, podéis comprender
que estoy preocupado por la suerte de nuestro
Bigetto. Espero que nada haya sucedido al bravo cañonero,
y el no tener noticias no puede ser más que pensar que se
hayan perdido las cartas.
La colonia Italiana en Puebla. Sentado al centro, Carlos Mastretta Magnani. 1926
Me piden en vuestra carta que les diga cómo veo la guerra
desde el otro lado del océano. Les seré franco: yo siempre
he tenido una fe segura en la victoria, a pesar de la desgracia
de Caporetto, sin embargo, mi fe ha aumentado
después de nuestra gran victoria del Piave. Los alemanes
creyeron que no tendrían que enfrentarnos en Venecia,
Padova, Brescia y Milán, pero nuestro año combatido con
un valor tal ha hecho desconfi ar al enemigo y ser admirados
por todo el mundo. No podré jamás describiros la
alegría probada el 25 de junio, cuando recibí el telegrama
del Ministro que me anunciaba la gran victoria, y que los
austriacos atravesaron el Piave en completa derrota. Los
italianos, ingleses, franceses y americanos cerraron las
puertas de sus negocios y los principales miembros de
las colonias aliadas vinieron a felicitarme. Hasta muchos
mexicanos vinieron en aquellos benditos días a felicitarme.
Y de mi parte, a nombre de la colonia italiana y aliados he
mandado telegrama al Rey, al ministro Orlando y al general
Diaj, los cuales me han contestado educadamente.
Nuestra victoria ha sido la primera del año, por lo tanto
más impresionante. Ahora ingleses, franceses y americanos
luchan en el frente francés y han obtenido grandes victorias.
Los americanos están enviando diez mil soldados al
día, para le año entrante habrán reunido un colosal ejército
que unido a los otros destruirán al odiado enemigo. Ire-
mos juntos a implantar la paz en Viena y en Berlín. Yo sin
embargo estoy convencido que deberemos pasar un nuevo
invierno en guerra y que la victoria completa la obtendremos
en la próxima primavera. Espero habrás recibido los
dineros del Banco de Nápoles, cerca de 13,000 mil liras, y
9,000 que les mandé hace casi tres semanas, con los cuales
comprarías los terrenos ateniéndose a las instrucciones que
les mandé a Pippo y a ustedes. Les recomiendo mucho saldar
la cuenta del primo Pedro, porque no entiendo cómo
todavía el 10 de julio no la había recibido, cuando desde el
pasado junio les mandé por telégrafo 2,180 liras por conducto
del Banco de Nápoles y con el encargo de consignar
a Pedro 1,250 liras, y el 10 de julio me escribe una carta,
que recibí hoy, y Pedro me dice que no ha recibido todavía
nada. Espero que haya sido un contratiempo y nada más,
y que para esta hora hayan consignado el dinero. Hoy, sin
embargo, recibí dos tarjetas de felicitación para Anita en
ocasión de su santo. Gracias a nombre suyo y mío.
De salud estoy muy bien, igual que todos en la familia. De
trabajo tengo poco, pero se va adelante y se vive, lo cual es
mucho frente a la crisis que atraviesa el mundo.
Desgraciadamente el café permanece en Nueva York, y no
he podido mandarlo a Italia, lo que me ha ocasionado una
gran pérdida de 5,000 liras. Paciencia.
La Rocca Mantovani, antigua construcción militar en Stradella. Principios siglo XX.
Saludos a todos, amigos y parientes, hermanos y hermanas,
sobrinos y cuñados, de parte de todos nosotros, y en
espera de vuestras más frecuentes noticias. Los abraza y los
besa vuestro afectísimo hijo Carlo.
El ingeniero Mastretta Magnani, con un grupo de amigos. Ni la fecha ni el lugar están identificados.
Noviembre de 1929. Muelle en Veracruz, a punto de partir para Italia. Marcos, a la izquierda, Carlos, a la derecha, y su padre el Ing. Carlos Mastretta Magnani. Al fondo, la Nave Italia.