• Ignacio Ibarra Mazari
  • 16 Enero 2014
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Antología por Ignacio Ibarra Mazari

En 1990, cuando ya habían pasado catorce años de la muerte de su compilador, el maestro Ignacio Ibarra Mazari, el gobierno del estado de Puebla publicó el libro “Crónica de la Puebla de los Ángeles según testimonio de algunos viajeros que la visitaron entre los años 1540 a 1960”. Pocos esfuerzos editoriales en la historiografía poblana alcanzan la profundidad de estas 44 crónicas de viaje. Algunos nombres conocidos: Fray Toribio Motolinía, Humboldt, Poinsett, la Marquesa Calderón de la Barca, Melchor Ocampo, Manuel Payno. Pero muchos más que también nos dejaron una mirada igual admirada que crítica y que al final nos ofrecen una semblanza de 450 años de esta ciudad que, para bien y para mal, no ha dejado de transformarse.

Ignacio Ibarra Mazari, fundador del Teatro Universitario en 1947, fue sin duda uno de los principales promotores de la cultura poblana en el siglo XX. Esta antología que a partir de esta entrega Mundo Nuestro ofrece a sus lectores, arranca justamente con una introducción escrita a doble mano por el autor y su compañera de vida María de los Ángeles Pedraza.





Por Ignacio Ibarra Mazari y María de los Ángeles Pedraza Viuda de Ibarra

 

La investigación bibliográfica no es mi fuerte. El propósito de esta antología no es otro que el de proporcionar a un público lector poblano, una buena parte de lo mucho que muchos viajeros escribieron o describieron de Puebla. Para realizar este modesto trabajo me he limitado a la consulta de todos aquellos textos existentes en nuestras bibliotecas traducidos al español. Aun cuando he tenido a la vista muchas de las ediciones originales, he preferido en beneficio de los traductores de los textos (todos muy buenos), utilizar y difundir sus trabajos.

            El Barón de Humboldt al publicar sus muy importantes trabajos “Ensayo Político sobre el  Reyno de la Nueva España”, “Viaje a la Región Equinoccial” y otros, se convirtió no sólo en la más conspicua autoridad científica sobre América sino también en el más exitoso promotor de una corriente de ávidos inversionistas europeos.

            Nada de extraño que todos los viajeros del siglo XIX conocieran e incluso trajeran como parte de su equipaje el “Ensayo”. Muchos, al citar datos y describir lugares plagian a Humboldt tranquilamente, como cosa natural, sin citarlo.

            Esta antología es pues tan incompleta como arbitraria. De los autores cuya obra hemos tenido a nuestro alcance ninguno ha sido excluido. Están todos.

Quizá lo novedoso de este modesto trabajo de recopilación sea el hecho de que algunos de los autores incluidos aparecen por vez primera en una  colección del tipo  de esta que ofrecemos al lector. Nos referimos concretamente a Muhlenpordt (tan importante como Humboldt) y a Biart, cuya obra casi desconocida es puesta al alcance de todos.

            No tenemos más propósito que el de reunir en forma cronológica algunas de las abundantes páginas que se han escrito sobre Puebla a lo largo de cuatro siglos y proporcionar así al lector un panorama, lo más imparcial  y completo posible, de lo que la ciudad de Puebla ha sido y es. Quizás, en nuestro fuero íntimo, no se esconda tanto un vivo deseo de conocer o reencontrar y defender nuestra identidad hoy tan deteriorada por ese ente abstracto y feo que llaman pomposamente “progreso”. Las antiguas ciudades del mundo han sufrido gravísimos daños en su diseño, en su volumetría, en su paisaje urbano y aun en su carácter. La intrusión  del automóvil en las ciudades como indispensable instrumento del hombre ha causado en éstas deterioros irreversibles. Lo extraño es que, siendo el automóvil un intruso en las ciudades, no se le trate como tal. Consideramos que mientras quieran adaptarse las ciudades antiguas al automóvil –y no a la inversa como es lo racional- el arte urbanístico no adelantará ni resolverá nada. Hasta hoy, lo más notable que ha podido hacer ha sido convertir a hermosas ciudades en cañerías para desalojar automóviles. Parece ser que el hombre ha nacido con un volante en la mano. Y antes de pensar en el hombre, los urbanistas parece ser que piensan en el automóvil del hombre. Todo se ha trastocado, tanto, que las nuevas ciudades como Shangrida y Brasilia –hechas hoy- no son cada una sino un fracaso del tamaño de las dos ¿Por qué? Espero que algún día los señores urbanistas lo puedan explicar satisfactoriamente.

Hemos perdido la capacidad de ver nuestras ciudades hechas a la medida del hombre. La contaminación visual –propaganda comercial que tampoco vemos- oculta la arquitectura que compone nuestros asientos urbanos. La voracidad de los casatenientes – pirañas con corbata y millonesca cuenta corriente-  hace mil y una trampas para destruir  la arquitectura legítima  y suplirla por auténticos adefesios que lo complican todo. Por otra parte, las autoridades responsables, con la ley en la mano, la violan, todos los días –machismo atávico-  sin recordar que tienen responsabilidad por la aplicación de las mismas.

El caso de Puebla es un caso singular. Los terratenientes urbanos, a través de colegios de profesionales, manipulan a las autoridades con  convincentes y relucientes medios. En muchos casos, derribar un monumento les ha costado solamente una multa de 50 pesos (?)

Sin sangrar hasta aquí, lo que el maestro Ignacio Ibarra Mazari escribió tentativamente para el prologo del presente libro lo he transcrito tal y como él lo dejó, respetando sus últimas preocupaciones que siempre fueron de luchador incansable del patrimonio monumental e histórico de nuestra Ciudad- Puebla.

            La presente antología ha esperado 13 años para ser editada; el maestro murió el 7 de agosto de 1976 y en dicho año su ilusión era publicarla; días antes de morir, estando internado en el Seguro Social, se dedicaba a corregir sus borradores; se publica esta antología gracias al interés que por las obras que enriquecen nuestro acervo cultural tiene el actual gobierno del Licenciado Mariano Piña Olaya.

            Hablar de Ignacio Ibarra Mazari es para mí difícil y puede rayar en la presunción; fue mi esposo, padre de mis hijos, mi maestro, mi amigo, compañero en todo y para todo. Luchó siempre por su Ciudad; quiso darle a Puebla teatro y fundó en 1947 el Teatro Universitario, dentro de la Universidad Autónoma de Puebla, el teatro universitario más antiguo del país, según él era un “Teatro Clandestino”, pues casi nadie se enteraba que existía y al llegar casi a cumplir 25 años de fundado, en el año de 1972, el químico Sergio Flores, rector en turno (QEPD)por cambio en la política despidió al maestro Ignacio Ibarra Mazari despiadadamente, por convenir así a los interese de la UAP, nunca  supo el maestro PORQUÉ fue aniquilado, pero la adaptación que hizo el maestro dentro de la UAP del local para el teatro a un existe .

            En el año de 1951, el rector en turno Licenciado Vergara, suspendió las actividades del Teatro Universitario, por no poder dicha casa de estudios pagar el sueldo de 3 pesos diarios al maestro. Sin apoyo oficial ni particular Ignacio Ibarra quiso hacer un semillero de actores, y adaptó en los altos de Almacenes Nacif, en la 6 oriente y 2 norte, Teatro Estudio Odiseo; se inauguró el 17 de septiembre de 1951, y se cerró un año después por las deudas que había contraído, al no ser suficiente las entradas de taquilla para liquidar renta, luz, anuncios en periódico, etc., etc., este Teatro Estudio Odiseo  se cerró el 31 de octubre de 1952. Unos meses después de esta fecha, fue vuelto a llamar para seguir haciendo teatro dentro de UAP POR EL Licenciado Guillermo Borja.

            Con su buena voluntad, o con osadía, abrió “La librería Fedón” donde el ávido lector encontraba las últimas novedades. También “con saliva” como decía él fundó la Editorial “Letras de Puebla”, Colección Nuestra Ciudad y Colección Perinola, ediciones Teatro Universitario y por último Tierra Adentro, publicación de Departamento de Difusión Cultural de la UAP; en fin él siempre dio lo que pudo dentro de sus posibilidades, fue pródigo y dadivoso, el egoísmo nunca fue su fuerte. Para mí, su esposa, quizá lo esté sobrevalorando, pero quiero hacer hincapié es con los ojos que yo lo vi y con los sentidos que yo lo palpé, fue y es mi concepto todo un hombre que vivió para Puebla y por Puebla.

María de los Ángeles Pedraza Viuda de Ibarra

 

                (Por la transcripción: Ednilma Durana Filizola e Inés del Río/Taller de Periodismo Narrativo)

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