• Sergio Mastretta
  • 05 Julio 2013
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Por: Sergio Mastretta

Capítulo 9

Americanos ilegales

Abel lo tiene bien claro: permisos de trabajo. Sí, la propuesta del presidente Bush. “Es buenísima”, dice. Vas a migración, necesitan cinco gentes, es lo que ellos quieren. Seguro Social y todos los derechos, con derecho a licencia, con derecho a doctores, derecho a todo. ¿Pero qué hacen las organizaciones? La rechazan porque ellos quieren papeles, papeles para las familias que ya están allá. Sencillo, pero ahí queda expresada la contradicción que hoy vive México en la definición de una política migratoria que enfrente verdaderamente la realidad de millones de personas que se han desplazado a Estados Unidos: residencia y permisos de trabajo. Para unos el problema se resuelve con los permisos de trabajo temporal; para otros, la exigencia es por la amnistía y la legalización total.

Dice Abel: Yo no voy a vivir nunca en Estados Unidos, no tengo ningún interés, yo voy a trabajar y me regreso, aquí está mi familia, mi pueblo, mi historia.

Pero dice también de los que quieren la residencia: Ellos quieren la ciudadanía… Pero eso no aplica, no aplica para la propuesta que viene ahorita, no, no aplica para eso. Puedes anotarte… ¡es cuando te toque! Pero no, la rechazaron. Ahora, está el programa de por medio del campo, el campo, pero ahí ya depende el sueldo de cada estado. Que de aquí te vas a New Jersey, a una compañía llamada Big Small, a trabajar… les están pagando a 6.40 la hora, y donde yo he estado trabajando pagan a 12 dólares la hora, pues mejor me voy de ilegal y estoy trabajando allá, pero con las desventaja de que no tienes doctores, no tienes nada. Sí el gobierno consigue, como le digo, permisos de trabajo, para nosotros está bien, para nosotros que tenemos familiares acá, para nosotros. Que está el otro plan de los profesionistas, que ellos se van, que los solicitan allá, eso está mejor porque ahí… bueno, ellos se van así. Pero nosotros, por decir, como campesinos, como trabajadores de las pequeñas empresas de blocs, a lo mejor dice uno: me falta un poco de capital para hacer esto. Tengo blocs, ¿cómo lo acarreo?, a lo mejor quiero un carrito, me voy un año y me lo compro. Y me regreso y a trabajar.

La mayor parte de los negocios es del otro lado. Si hubiese venido hace diez años aquí a este pueblo, estaba muerto. Aquí no había nada. Y ahorita por decir, gracias a que tienes por decir cinco hijos allá, pues ya que compren una bloquera, que pongan una tiendita, vez unas casas grandotas, que si va por la orilla, unas casotas que están ahí, ¿de dónde?, todo viene del otro lado. Aquí hay más tortillerías que otra cosa, pero no aquí. Los dueños son de aquí y están regados en todo Cholula. De este lado, por acá de… ¿de Atlixco?, de Atlixco pa’ dentro, todo eso. Puras tortillerías. Está la cadena de tortillerías Nealtican, la cadena de tortillerías Neacitlahin, todo viene del otro lado del otro lado. De los pequeños hasta el grande que es Rogelio Tlacotia de la tortillería Nealtican, pero pues él hizo así pura tortilla. Rosticerías, también rosticerías por todos lados.

Aquí o allá, donde sea, como sea, es una bronca de trabajo. Y se mira por los que vienen, los hijos. Es duro, dice Abel, y sigue: trabajamos en lo que podamos, teníamos una micro, pero la descontinuaron, por eso de la edad de los carros. Y pues se tramitaron las combis, pero como yo me fui para allá, cuando vine, estaba borrado de la lista… digo, ¡hay canijos! Es lo que estamos peleando, ¿qué pasó con nuestros permisos?, tenemos el registro, tenemos todo, estamos en el acta constitutiva y nos salieron con que ya no. Un carro nuevo es mucho dinero, no lo tengo, pero se puede, podría enganchar y cositas. Puse un negocito en la casa, para irla pasando ahorita, pero digo, un poquito de dinero ahorrado para los chamacos. Ahora, es duro, por decir, que digamos que los niños, como dice que me digan, ya mi hijo ya se va a ir… ¡hay hijo!, como que no. Al menos yo pasé dos veces bien y la tercera fue la que ya estuvo jodida, la verdad sí. Sí. No le miento, si yo me fui gordito. Como trabajaba aquí diario en las micros a Puebla, diario de aquí a Puebla, gordito, Cuando yo llegue allá, bien flaco. ¿En qué?, en 15 días. Bien flaco, flaco en 15 días. Año y medio, año y medio… año y medio estuvimos trabajando. No tuve oportunidad para volver a engordar… Sí es duro, es duro y por eso lo digo que… hay posibilidades por decir ahorita. Yo tengo a mis hermanos allá, ahorita sus hijos ya son ciudadanos, nacieron ahí, ellos ya son ciudadanos, ellos sí quisieran la residencia legal. Y les digo, mira que nos den permiso, dice no, yo quiero la residencia, el permiso no les sirve a ellos de nada. Pero, dice, nos esperamos a que crezcan nuestros hijos. Nuestros hijos nos piden después de 21 años. Pero falta, el niño tiene que… 6 años. Pero ahí los niños son legales. Y hay muchos así aquí y hay problemas con los niños. Que nacen allá y los traen acá y acá son ilegales… ¡eh!, tienen que sacar la doble nacionalidad, pero si no la sacaron y ya están acá los papás como ilegales, ¿cómo van a ir a hacer el trámite allá?, ya no pueden. Mucho problema con los niños también, niños ilegales acá. Americanos ilegales aquí en Nealtican hay muchos.

Muchedumbre

Son las 2 de la tarde en Nealtican. Insoportables, las sirenas embotan el entendimiento. Llega la antorcha. Hace diez minutos había apenas cincuenta personas. Ahora hay quinientas. ¿Dónde estaban? Es un gesto viejo: aquí estoy, todo es cuestión de tener ojos para ver. Pero si estamos en un baldío, a pie de carretera. En un instante se descargan las sirenas sobre este pueblo en la entraña de México, rascado, montado, pulido en la piedra negra del volcán símbolo de la ebullición profunda, de la tierra que hierve, del estallido latente, de la parsimonia engañosa. Ahí está el pueblo, que truena cuetes, que enciende gargantas, que grita vivas a sí mismo, a Nealtican, a Tianguismanalco, a Juan Diego, a los migrantes, viva, viva, viva, no se oye, más fuerte, abran cancha, la patrulla, la Guadalupe, la sirena, la viva, la mera, viva, viva, que viva la mera mera…

Lo que sea. No me entiende, no me escucha, no quiere hablar conmigo, no le importa lo que hago, no le caigo, por qué carajos le hablo, quién soy pinche ruco preguntón me digo tal vez piense eso… No lo sé. Está ahí, a media plaza, justo cuando los de Tepeyac arrancan con su música guadalupana a otra parte, a otro pueblo, a otros cuetes, a otras sirenas escandalosas, a otros sueños desvalidos. Ahí está él, con sus pantalones abolsados, cholos, casi huecos, medio cobijándolo, ocultándolo, validándolo distinto a lo que era hace sólo un día, un mes, un año, seis años cuando se fue, cuando cruzó, cuando cambió a esto que quiere ser y que rebota contra el sinsentido de mis interrogantes.

Cuetes y campanas, escándalo en la plaza. Un periodista interroga a un joven cholo campesino de Nealtican, camiseta basquetbolista, pelo a rape, crucecitas y tatuajes. Chaparro, contrasta con su compañero, alto, silencioso, todavía más indescifrable.

--¿Te invitaron a participar en la carrera?

--No, apenas llegué, no tiene mucho tiempo.

--¿Cuándo llegaste?

--El sábado.

--¿Por qué regresaste? –pregunta estúpida.

--Quiero pasar una navidad con mi familia, con ellos, ya mucho tiempo tiene que no he estado con ellos.

--¿Cuántos años tienes sin haber regresado?

--Como seis años.

--Seis años, ¿por dónde andabas? ¿En New Jersey?

--Sí.

--¿Chambeando en qué?

--Pues en lo que sea. Ahí vamos a trabajar, no a buscar el trabajo que uno quiera.

--¿Pero en qué trabajaste, digamos, la semana pasada…?

--¿Qué...? Ahí, en lo que sea, en lo que me cayera trabajo, con que sea trabajo yo iba yo ahí, no iba yo a escoger mi trabajo que yo iba a querer tener. Si voy a escoger pues mejor me quedo aquí, pues yo lo voy a escoger.

--Tienes razón… ¿Aquí en qué chambeabas?

--¿Qué?

--¿En qué chambeabas? –ya grito.

--Ayudaba a mi papá a lo que él me dijera, a lo que él me mandaba.

--¿Tu papá es campesino? ¿Sembrador de flores?

--En lo que él se dedicaba le tenía yo que ayudar pues mi papá y lo tengo que obedecer…

--Aquí…--insisto, quiero tener los pies en la tierra, quiero que este muchacho hable un idioma que se parezca al mío, quiero saber quién es, si habla de su papá, quién es su papá. Hago otra pregunta estúpida, como toda la entrevista--. ¿En las legumbres, aquí en esta zona de Nealtican?

--No –responde--, no, todos son libres, todo acá, nada del… lo que uno se quiera dedicar aquí estamos…

--Igual que allá entonces –vaya con mi lógica.

--Pues sí.

--Entonces allá tú le llegabas a lo que cayera…

Fue suficiente.

--A lo que cayera yo trabajaba, ¿por qué? ¿Entonces por qué tú andas aquí? Porque de lo que te cayó también.

--¡De lo que me cayó también!

--¿Entonces?

--Bueno –resisto--, también la busqué un poco, ¿no?

--Las buscaste.

--Sí.

--Aún así –tiene razón, ¿acaso se busca realmente? ¿Tiene sentido buscar un quehacer? ¿Qué cambia?--, en lo que te cayera, porque si tuvieras un trabajo mejor no estuvieras aquí, ¿sí o no? Depende de Dios también lo que quiera hacer con nosotros. No, no nosotros vamos a decidir a veces.

Dios aparece, ¿en su ayuda o en mi ayuda?

--¿Cuándo estabas allá pensabas en eso? ¿Por qué me trajo Dios hasta acá?

--Pues tal vez, ¿no? Por una necesidad que tenía de progresar y salir adelante.

Progresar, salir adelante. Ahí estás mis pies en la tierra, un joven de 21 años. Yo tengo 49, ¿a quién le importa? Mejor extraigo sus palabras, como si no hubiera hablado conmigo, como si me hubiera entendido, como si su voz de verdad formara un lazo con otros, como si de verdad construyera un mundo concreto del que se aferrara. Ni siquiera imágenes… Palabras.

“Pensaba que siempre algún día tendría que regresar, y ese llegó, ya estoy aquí. Aquí estoy, con mis amigos, la neta dos tres, platicando con todos, todos son mis amigos, no porque yo me fui me voy a sentir superior a ellos. Soy la misma persona, todos somos humanos y tengo que hablar con el mismo respeto que todos. Les digo a mis amigos, si se van a ir, van a ir a trabajar, tampoco crean que se la van a ir a gozar, porque piensan que ahí es más mejor, tampoco. Lo que hacía, aunque sea que no me gustaba, pero solamente con tal de estar trabajando pues estaba yo ahí, ¿no? Aunque sea que no estaba contento, no estaba yo tan contento, por eso estoy aquí en mi pueblo… Con mi familia, gracias a Dios bien, mis papás, mis hermanos, tengo más hermanos allá, este año no se regresaron, tal vez después, tal vez ellos se vengan después, sus metas son diferentes que las mías, no las metas que tengan mis hermanos las voy a seguir yo también. Ellos ya se casaron, yo no, sí, tengo 21 años. Es muy distinto allá, porque yo te digo, si uno va a trabajar, no a platicar, ni a jugar, ni a nada, ni a pasear, pues vas por una necesidad, si no tuvieras necesidades te quedabas aquí, pues aunque sea que yo veía posibilidades, todos mis hermanos estaban ahí, y se me hizo fácil también, y mi jefe que me dijo que me iba yo a arrepentir, pero pues hasta que uno tiene que ir a ver para que uno piense diferente que a uno, que los demás, ¿o no? En lo que sea, en restaurante, en factoría, en lo que cayera, en seis años tuve más trabajos, no nomás tuve uno, la semana pasada estuve de plomero de ayudante de plomero, rascando de lo que quiera, poniendo piso, rompíamos el piso, un oficio, no lo aprendí, aunque sea no lo aprendí, solamente podía ayudar en lo que yo pudiera… Voy a regresar, voy a lo que yo ya sé, ¿cómo voy a ir a un trabajo a empezar de nuevo?, voy en un trabajo que ya me plante ahí, ya sé a dónde ir, por eso me quiero ir. O cuando yo me vaya, pero ya sé a lo que voy, a trabajar, porque si me quisiera divertir, mejor me estoy aquí, ¿o no? Aquí estoy, solamente platicando, me siento orgulloso de estar en mi pueblo, no me avergüenzo de lo que soy, es un pueblo bonito, por eso estoy aquí, gracias a Dios yo nací aquí y por eso estoy aquí todavía, pues hasta que mi novia se quiera casar conmigo, ella es la que manda, sí me la llevaría, ¿cómo la voy a dejar? Me la voy a llevar. Quiero ser feliz con ella y voy a estar con ella, pase lo que pase”.

Ah, y no, no me están molestando.

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