• Sergio Mastretta
  • 10 Abril 2014
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El mundo vive en crisis, decimos. La imagino, tiene mil cabezas, su cuerpo es informe y no puedes empezar a mirarlo por ningún lado. Veo a mis hijas mirar con esperanza este mundo nuestro, pero sus ojos también reflejan la incertidumbre. Y yo me pregunto si sus hijos algún día les preguntarán si fuimos felices en nuestro tiempo.

¿Qué significa ser felices?

Pienso en ello mientras leo la crónica de Miguel Ángel Domínguez sobre el conflicto que provoca el paso de un gasoducto por el antiguo territorio campesino del valle de Puebla. El último capítulo terminó con la detención de tres personas, entre ellas una mujer de 61 años de edad, ejidataria de un pueblito de Atlixco, acusadas de despojo, extorsión, robo y obstrucción de obra pública, con otros etcéteras.

Es el Estado omnipotente que vela por el progreso contra el mundo rural que entiende muy bien lo que es creer en el apocalipsis.

“Crisis civilizatoria”, dicen algunos.  Ante el consumo desenfrenado el planeta francamente prepara un escarmiento. Ante las desigualdades extremas la violencia gana día a día el otro territorio de las alternativas.

Miro escenas extremas de las últimas semanas en mi país, y empiezo inevitablemente por las de violencia, y con el interrogante por la más elemental de las funciones del Estado, la seguridad de los ciudadanos:

En Michoacán, como en los tiempos de Zapata, los autodefensas se niegan a un desarme que los deje nuevamente inermes; en una gasolinera poblana un hombre es ejecutado a la luz del día y sin el menor apuro por lo que opinen los testigos, y ese acontecimiento es acompañado por cada vez más frecuentes señales (cadáveres encostalados, descabezados, arrojados a la vía pública, Boulevard Valsequillo, por ejemplo). 

Foto de redpolítica.mx


Foto Diario Cambio.

 

En el campo de Atlixco, algunas de las comunidades campesinas se rebelan contra lo que ven venir como un infierno. ¿Qué no ven que ahí está el Popo?, dicen. Todos tienen presente las explosiones en San Martín Texmelucan.  Los funcionarios como el alcalde Galeazzi de Atlixco se jalan los pelos de la cabeza y en sus adentros se preguntan por esa anomalía que llaman “campesinos”.

 En una acción extrema, pobladores de San Felipe Xonacayucan paran las obras de construcción del gasoducto que pasa por sus terrenos. De ese pueblo es Enedina, presa por haber “despojado de sus pertenencias a los empleados de la constructora italiana a cargo del gasoducto”.

Rescato la frase del presidente uruguayo José Mogica recientemente en El País:

"La distancia de los políticos con la gente está creando mucho descrédito, y la peor enfermedad es la de los ciudadanos que no creen en su Gobierno.”

Y pienso un momento en ese hombre que ha roto con los modos tradicionales de los hombres en el poder, y que identifica a la felicidad con la libertad.

Qué lejano suena eso para nosotros en México.

Foto municipios e-consulta

 

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Pero siempre hay puntas de la madeja para asomarse a este mundo en crisis: estoy atorado en el cruce del puentazo que los desarrolladores del régimen construyeron en el Boulevard Valsequillo, pues tengo la mala fortuna de pasar siempre por debajo rumbo al centro; arriba los coches vuelan, abajo vemos entretenidos a los malabaristas que juegan con los bolos de nuestro hastío. Puedo ver al grupo opositor a la construcción del distribuidor vial en Cholula, con el grupo de historiadoras y antropólogas que no ha dejado de ofrecer elementos analíticos, y con la agrupación de ciclistas cholultecas que también ha ido lejos y ha presentado alternativas concretas para liberar el tráfico de otra manera y sin ese gasto absurdo de concreto que se arrojará sobre la antigua ciudad como en un hoyo negro. Y puedo ver al grupo, sin duda no muy numeroso que clausuró de manera simbólica la obra.

“No vamos a permitir una obra que amenaza nuestro patrimonio, nuestra movilidad y nuestra cultura”, dijo Alexandra Ramírez, una de las coordinadoras de Pueblo Mágico Sin Tráfico.

Y yo pienso en el alcance que puede llegar a tener la acción civil en México.

Y puedo ver la respuesta contundente de los funcionarios del régimen: no hay marcha atrás, que para eso somos gobierno.


Foto tomada de Proceso.

Foto tomada por mí en el cotidiano atolladero automovilístico.

 

O puedo ver la carrera loca de un Ferrari rojo en el Periférico, y su escapatoria fallida de las patrullas poblanas que lo alcanzan a la altura de la recta a Cholula. No la veo, pero sí lo reconozco al paso justo diez minutos después de que fue detenido. Ocurre que justo a esa hora salgo rumbo a México. Y las declaraciones de los oficiales: rebasaba por el acotamiento, alcanzó 180 kilómetros por hora, le aventó el auto a una funcionaria, obstruyó la acción de tránsito al anclar a la máquina roja al piso, y los guaruras armados con rifles G3 no autorizados que lo acompañaban en una camioneta Toyota trataron de impedir la acción de los patrulleros. Y puedo ver a la señora que acompañaba al Taruffi en la aventura llamar a alguien por el celular. Y puedo contar no menos de cuatro patrullas, y la grúa inútil y los veinte minutos que tardamos en pasar por ahí los automovilistas.

Y puedo leer en diez segundos por la noche que el propietario del Ferrari rojo fue dejado en libertad por la tarde luego de pagar una multa.

¿Cómo se le ocurre al Estado obstruir al Ferrari del progreso?

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Pero puedo intentarlo por la manera en que los opositores a obras de gobiernos son detenidos en Puebla. Y lo hago pensando en todo momento en lo que entendemos por civilización, por interés público y acciones del Estado “por causa de utilidad pública”.

Estas escenas ocurren entre la noche del sábado 5 y el martes 8 de abril. Esta misma semana.

Las detenciones en Atlixco. La acción de gobierno en estos casos generalmente no previene al afectado. Voy de atrás para adelante: Juan Carlos Flores Solis ha encabezado el movimiento opositor al paso de un gasoducto que llevará gas natural a las termoeléctricas que la CFE construye en Atlixco. A él lo detienen a la media tarde en la ciudad de Puebla, afuera del edificio de la comisión de derechos humanos. Así lo cuentan sus compañeros:

“Juan Carlos y los compañeros miembros de la delegación fueron interceptados por cuatro autos blancos (sin placas, ni logos de alguna institución), de los que bajaron doce hombres vestidos de civil, quienes de forma directa y violenta lo sometieron, forcejeando y empujándolo. Lo subieron a un auto y se lo llevaron, sin señalar, quienes eran, ni porqué lo detenían, ni a dónde lo llevarían.”

Eso, obviamente, no es nuevo en Puebla. Tampoco la versión que da la Procuraduría: lo acusa, entre otros, de delitos contra la infraestructura hidráulica, despojo y extorsión. “El 16 de mayo de 2012, Flores Solís cometió los delitos antes señalados en la comunidad de Santa María Acuexcomac, perteneciente al Distrito Judicial de Cholula, por lo que se dio inicio a la averiguación previa 18/2012/SPCHO.”

Tampoco es nuevo que las averiguaciones se guarden en un cajón hasta que se les necesite.

 

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A Enedina Rosas Vélez la detuvieron el domingo 6 de abril, al término de una reunión de Comisariados Ejidales en la localidad de San José Teruel, Municipio de Tepeojuma. Supongo que fueron los mismos judiciales que detuvieron a Juan Carlos, pues los modos fueron los mismos, según los testigos: “los captores no se identificaron ni presentaron orden de aprehensión alguna y amedrentaron con armas de fuego a las personas que presenciaron tal captura.”

Enedina Rosas Vélez es  Comisariada Ejidal de San Felipe Xonacayucan. Y también la Procuraduría tiene a la mano una averiguación: Es el expediente 496/2014/Atlixco. Así que la llevaron al Centro de Reinserción Social, a disposición del Juez Penal de Atlixco bajo el proceso penal 121/2014.

Pero el boletín dice más, y es exquisito:

 “Consta en la averiguación previa 496/2014/Atlixco, que en 2013 la hoy detenida obstaculizó la construcción de un gasoducto en el municipio de Atlixco, además de que despojó de sus pertenencias a varios trabajadores de dicha empresa. Una vez que el agente del Ministerio Público tomó conocimiento del hecho, realizó las diligencias e indagatorias correspondientes a través de las cuales se acreditó el ilícito. Con base en diversas pruebas recabadas por la autoridad ministerial, se consignó la averiguación previa a la autoridad judicial quien finalmente obsequió la orden de aprehensión correspondiente.”

 

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Avelino Velázquez Tapia tuvo mayor fortuna. No estaba en su casa la noche del sábado 5 de abril a las 10 de la noche, cuando los judiciales y policías estatales  irrumpieron  en su domicilio. Avelino es Comisariado de Bienes Comunales Avelino Velázquez Tapia, situado en la comunidad de San Juan Amecac, municipio de Atzizihuacan, el mismo pueblo que hace unas semanas fue sometido por la fuerza pública, con veinte pobladores detenidos, luego de que cerraran el paso en la autopista Siglo XXI en reclamo de fraude electoral y con una consigna antigua, que les permitan independizarse de Atzizihuacán y convertirse en municipio. No lo lograron. Y seguramente el procurador tiene muchas órdenes de aprensión bien a la mano en el cajón. “Robo agraviado y obstrucción de obra pública” formarán seguramente parte de las mismas.

Pero Avelino no estaba en casa.

 

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La detención de Abraham Cordero Calderón la cuenta su esposa, Obdulia García Galicia.  Abraham es presidente del Frente Campesino de Ejidatarios y Pequeños Propietarios del Valle de Texmelucan y la Sierra Nevada y ha encabezado el movimiento contra el gasoducto y la construcción del Arco Poniente.

Fue el martes 8 a la media tarde, cuando circulaban por la autopista México-Puebla rumbo a la ciudad de Puebla: un carro blanco los intercepta y detiene; bajan cuatro hombres de civil que dijeron ser judiciales; primero les dicen que quieren revisar su documentación y la carga que llevaban en su vehículo.

“Nosotros llevábamos cartón y otras cosas para vender --dice Obdulia--. Ellos dijeron que estaban haciendo un operativo contra el robo de cableado y de cobre. Pidieron que le mostrara sus documentos y luego dijeron que se lo llevaban. Él me aventó las llaves y me dijo que corriera, me eché a correr y cuando volteé ya lo habían subido al coche. Lo echaron en medio como si fuera un ratero.”

Hasta la noche del miércoles 9 no hay noticia de su paradero.

 

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La vida es un teatro a cuyos actores se asegura.

Libertad de movimiento, energía para los autos.

Cárcel para los que se oponen a la obra pública del progreso.

Aquí la voz de dos funcionarios del imperio de la ley:

Dice Juan Molina Arévalo, delegado de la Secretaría de Gobernación Federal:   “Nuevas órdenes de aprensión por delitos del fuero federal, destrozo y ataques a maquinaria de la empresa española Elecnor serán giradas contra activistas que se oponen a la construcción del Gasoducto Morelos. Será la Procuraduría General de la República la que realice las acciones legales, ya que no se deben tolerar acciones que atenten contra el patrimonio. Existe consenso y trabajo conjunto con los núcleos ejidales.  Algunos líderes de los organismos que se oponen a la construcción del gasoducto de gas natural son vivales que aparecen en todas las obras de alto impacto y se intentan aprovechar para obtener un beneficio personal. Y se los garantizó: no habrá autodefensas. Simplemente porque no los vamos a permitir, ya que si bien son válidas las expresiones, no permitiremos que se actúe al margen de la Ley.”

Y Eukid Castañón, de la Gobernación estatal:

“Hay algunos actores que fueron asegurados y que tienen que ver con la comisión de delitos, no solamente perfectamente bien sustentados, sino públicamente referidos, incluso, por los medios de comunicación; que habían venido realizando conductas que van más allá de la libre manifestación de las ideas. Tomas de carreteras, acciones violentas, eso es lo que no podemos permitir.”

 

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Regreso al uruguayo Mogica. La felicidad tiene que ver con la libertad. De algo estoy seguro ahora: Enedina debe sentirse triste esta mañana.

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