• Sergio Mastretta
  • 01 Mayo 2014
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Los mechones de nube negra resaltan contra el horizonte marino. En llamaradas solitarias se desvanece la entraña geológica de la tierra. Las estructuras amarillas son puntitos insignificantes a golpe de vista del helicóptero, islotes metálicos que recuerdan la transformación impertinente de la tierra por la acción  humana. En el mar petrolero mexicano la antigua acción de la piratería avasalla las costas con sus herrajes anclados en el lecho marino.

Jueves 1 de mayo. Día del Trabajo en Campeche a la vista desde la galería fotográfica Panoramio en Google Earth. Me pregunto si los diputados sabrán desde cuántas plataformas se extrae el jugo cretácico que la ¿fortuna? nos dejó a los mexicanos.

Son por lo menos 180. Con la tecnología que dominan para Pemex las compañías contratistas que las construyen y operan.

Galeones, veleros, vapores, paquebotes, plataformas. Da igual. Todos son  corsarios al servicio del Rey o de la Reina, su majestad el Estado al servicio del dinero. Y para él los madereros, camaroneros y petroleros. Histórico mar del saqueo. En el 2014 la vista aérea revela cascarones que flamean y enturbian el horizonte. No son tortugas que fuman en el oleaje sereno. Son las plataformas petroleras que por centenares extraen el pasado carbónico del exuberante cretácico que heredó para los modernos piratas el 50 por ciento de los “dominios petroleros del país” que llamamos tierra.



Primero se arrasaron las selvas. En la colonia el Palo de Campeche (Haematoxylum campechianum) atrajo por sus tintes negros, azules o amarillos a los fabricantes de los textiles de la revolución industrial inglesa, cuya Corona mandó a sus corsarios y mercenarios, y de la mano de su éxito florecieron tropicales taladores de cedros y caobas para las asentaderas victorianas. La extinción de la jungla de Tabasco y Campeche escurrió por los ríos innumerables que alimentan la laguna de Términos. Sobre los páramos húmedos pastaron en el siglo XX los rebaños vacunos que terminarían el trabajo.

En las costas, el trabajo de los camaroneros. En 1979 extrajeron 18,754 toneladas. Pero van a la baja: en 1998 sólo sacaron 1,761 toneladas, 35 empresas bajaron el ancla y echaron a la playa del desempleo a 15 mil pescadores.

A todos llegó a salvarlos el corsario petrolero.

Mar adentro, en algún lugar de ese revoltijo perforador de fierros anclados al cretácico, anda errante “El Señor del Mar”, como lo describe un reportaje reciente:

“El segundo buque petrolero más grande del mundo, equivalente al tamaño de cuatro campos de futbol-- que mezcla barriles de los distintos crudos que se obtienen en el subsuelo del Golfo para comercializar la mezcla mexicana de exportación. Su capacidad es de 2.2 millones de barriles y fue adquirido por Pemex en 2006. La embarcación está permanentemente en las aguas de Ku Maloob Zaap y recibe diariamente a buques de bandera extranjera para abastecerlas con petróleo que México vende a otros países.” (http://www.nortedigital.mx/62122/el_pemex_que_nadie_conoce/)


El señor del Mar

 

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El trabajo crea, transforma el mundo. Y lo destruye en un ir y venir caprichoso, como el obstinado golpeteo de las olas contra los pontones que sostienen las plataformas.

Energía para bóilers y celulares, para colapsos de tráfico y claxonazos, para esta computadora en la que escribo y que he cargado durante toda la noche. Y en algún lugar del “espíritu emprendedor”, en los números binarios de los mercados financieros, la emoción del capitalismo, el discurso irrefrenable del progreso.

Y ahí están para lograrlo, los trabajadores. Sindicalizados o no, atados al PEMEX de Romero Dechamps o amparados en alguno de los 72 mil puestos que ofrece la trasnacional Halliburton en ochenta países. Ninguno marchará este Primero de Mayo. Jurásica fecha del Estado de la Revolución Mexicana.



Dick Cheney, Halliburton y los nuevos empleadores de petroleros en México.

 

PEMEX o Halliburton. ¿Importa quién sea el empleador? Al parecer no mucho, si atiendo a quienes en la página del buscador de empleos Indeed (http://www.indeed.com.mx/cmp/Halliburton/reviews) califican en más de 640 comentarios a la trasnacional norteamericana como patrón de los campos petroleros en México:

“Habia ora para tomar café --dice un operador asistente en control de solidos --, aqui el trabajo era de 12 por turno como este fue mi primer trabajo aqui aprendi el funcionamiento de los equipos de control de solidos y sobre la perforacion en pozos petroleros, con mis jefes tuve una buena relacion laboral sabian de mi trabajo abordo trataba de no cometer errores, me lleve bien con mis compañeros de guardia, lo mas dificil fue acostumbrarme al area de plataformas, lo que me mas me gusto fue la experiencia que obtuve. Contras: aveces solo descansbamos 3 dias”

“Es una empresa que exige a sus trabajadores --dice en el mismo buscador un operador de campo en Poza Rica--, pero a lo cual es importante ya que esto nos hacia unos mejores trabajadores, los jefes siempre están al pendiente de los trabajadores y de las necesidades de los mismos , así como de la satisfacción del cliente (PEMEX). La parte mas difícil del trabajo es la de cumplir con las normas internas de la empresa, ya que no estamos muy acostumbrados a cumplir reglas, y lo que mas me gusto fue que nos incentivaban por ser buenos trabajadores y cumplir con las reglas.”

“El ambiente laboral está muy bueno --afirma un empleado en PLT 01 desde Ciudad del Carmen--. Aprendi muchas cosas como se les da mantenimiento alas cabinas, lavado de maquinaria, armazon de cabezales de perforacion, mas que nada en el area administrativa aprendi muchas cosas mas de las que ya sabia. Mis compañeros saben trabajan muy bien en equipo. Lo mas dificil era cargar cadenas muy pesadas y estrobos, lo que mas me gusto es la precion que te dan para terminar tu labor.”

“La empresa en si es buena --dice un operador de barrenas en Reforma, Chiapas--, solo que por falta de comunicasion las cosas aveces no salen como se espera, pero el ambiente laboral es bueno mas cuando trabajas en equipo y de manera coordinada. De contra, a veces no había descanso.”

Los privatizadores de PEMEX estarán felices con estas calificaciones.

 

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Sí, señor presidente del Consejo de Administración del nuevo país que todavía llamamos México. Se acabó la lucha de clases. Y los trabajadores no desaparecieron:



Olvidada la lucha de clases, ellos siguen siendo los obreros del mundo, sin naciones de por medio, empresas trasnacionales por entero. Nunca veremos a un directivo de PEMEX o de Shell bajar en traje de buzo a los herrajes sumergidos ni colgarse como monos para soldar las estructuras a cien metros de altura. Jamás discurrirán por los pasillos desnudos los mercaderes de bonos petroleros en las bolsas. Ni los actores en una persecución policiaca. Ni a los periodistas en busca de una historia correrán el riesgo de que se les oxide la pluma.

Pero no faltará un poeta.

Porque la vida real discurre en las madrugadas y en los salarios en dólares y en la aventura de ganarte la vida y regresar escurrido a casa.



Una grúa carga desde el barco una cápsula abierta, enrejada, con ocho tal vez diez personitas que llegan desde Ciudad del Carmen para su estadía de quince días. Nunca sabré sus nombres. Vienen desde todos los puntos de la república: ingenieros de toda índole, hombres y mujeres, sumergidos en esa ciudad de acero amarillo y blanco. La vida exhala por mil ductos y se esconde de las tormentas en camarotes colectivos. Cada uno llega con su historia en la maleta, la que guardará en la bruma que se pega a las ventanillas y barandales, pero que tal vez comparta en amoríos y parrandas ganadas al rumor permanente de los mil motores que abraza y engulle la plataforma.



Panoramio, Sin título. Por Dimitry Rostopchin.

 

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Día del Trabajo. Y yo miro este mar petrolero que ha mantenido a México en los últimos cuarenta años. Sobre el que se han plantado todas las reformas y modernizaciones y aperturas de los políticos tecnócratas.

La sonda de Campeche, con sus yacimientos “formados por Breccia Carbonatada del Cretácico superior, escombros del impacto del asteroide que creó el cráter Chicxulub”, leo en Wikipedia. Regocijo minero, esplendor de las escuelas de geólogos en México. Con sus dos grandes complejos. El primero --el de la tragicómica “administración de la abundancia” de los cuasi dioses presidentes priistas Echeverría y López Portillo en los setentas ochentas-- Cantarell, descubierto en su manchón negro sobre las aguas campechans en 1971 por el pecador Rudecindo Cantarell --por fin, un Rudecindo que no es Tres Patines--, con sus 190 pozos de nombres mayas Nohoch, Chac, Akal, Kutz, Ixtoc y Sihil, y que para el año 2009 le habían dado al país 13,400 millones de barriles, y que desde el 2004 declina irremediablemente, nos dicen, para no rebasar a la fecha el medio millón de barriles.

Panoramio, Atardecer de Cantarel, por Grupo Valcer.

 

Y el campo marino que llegó para salvar de la quiebra al Estado mexicano en la última década, la que ha dado para sostener esta aristocracia de los partidos que lo mantienen hundido como un pontón corroído, y que ya supera en tamaño y producción al Cantarell.

Lo describe un boletín de la paraestatal: “El activo integral Ku-Maloob-Zaap se localiza frente a las costas del Estado de Campeche, a 105 kilómetros al noreste de Ciudad del Carmen; se extiende en un área de 150 kilómetros cuadrados y actualmente es el principal productor de petróleo crudo del país, con más de 800 mil barriles diarios.”

Panoramio. Plataforma autoelevable en  PP-ZAAP-D, por Barraditas.

 

Ya no más Tampico hermoso, mi puerto tropical. Ahora el dominio petrolero del país está situado en tierras campechanas.

Hace ya muchos años, tantos que se nos acaban. Y se rasgan las vestiduras los modernizadores. Una plataforma se derrumbaba sobre la tela de una araña, casi cantan,  y cómo veían que resistía, fueron a llamar al capital. Y así, de mar a mar se reforma la patria nuestra.

La Sonda de Campeche, el infierno laboral que ha mantenido a una nación sumida en la inconciencia de sus grupos dirigentes. Todo concentrado en la palabra Pemex y su privatización vía contratos de servicios. Todo engullido desde ese embutido económico y demográfico explosivo que es Ciudad del Carmen (el tercer municipio en importancia por ingresos en el país, tenía 126 mil habitantes en el año 2000, para pasar a 169 mil en el 2010).

Todo concentrado en un conjunto de imágenes que he encontrado en la plataforma Panoramio de Google Earth: fotografías que suben ahí trabajadores de diversas nacionalidades que pasan su tiempo libre mirando al mar y a las plataformas vecinas. Ixtoc, Cantarell, Akal son los nombres que bautizan las pozos y plataformas que por decenas recortan la soledad del golfo mexicano en su plataforma continental, asomada a las aguas profundas que no son insondables para la tecnología que el gobierno y quienes han promovido la reforma energética afirman que nuestro país no tiene.

La tiene Shell, y también la encuentro en Panoramio:



 

Es la plataforma Auger TLP, de 1,100 millones de dólares, que para la empresa Shell saca petróleo y gas de 17 pozos a 872 metros de profundidad desde 1994, a 344 kilómetros al suroeste de Nueva Orleans. Pesa 39 mil toneladas y está conectada al lecho marino por cuatro piernas tensoras, extrae cien mil barriles diarios y 300 millones de pies cúbicos de gas también diarios. 142 personas trabajan y pasan sus días en ese monolito de fierro ejemplo de lo que  no puede hacer PEMEX. Del otro lado de la olla del Golfo de México y sus tres mil metros y nuestra incapacidad probada y documentada por los políticos que han abierto con las nuevas reglas que aprobarán panistas y priistas su explotación a las compañías extranjeras.

Shell y sus proveedores a la espera.

 

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Día del Trabajo. Lo observo irreverente, como si de verdad el tiempo se encerrara en veinticuatro horas.

Cuatro noticias disueltas entre el Día del Niño y la memoria obrera:

Afirma el Observatorio de Salario Justo de la Universidad Iberoamericana Puebla: en 38 años el salario mínimo perdió el 78% de su poder adquisitivo, mantener el nivel del salario mínimo de ese año, el ingreso actual debería ser de 10 mil 800 y no de mil 913 pesos.

La Bolsa Mexicana de Valores da a conocer el reporte de PEMEX: Pese al incremento de 2.7% en sus ingresos netos registró pérdidas por 35 mil 953 millones de pesos en los primeros tres meses de este año, cifra ocho veces mayor a las del mismo lapso de 2013, cuando perdió 4 mil 327 millones de pesos.

Entre todo este ruido alcanzo a captar otra cifra: cinco millones de niños y jóvenes (todos menores de 17 años), viven en pobreza extrema. Por supuesto la noticia la recuerdan el día del niño.

Al mismo tiempo, el gobierno federal entrega al Senado las leyes secundarias de la reforma energética. En la foto Pedro Joaquín Coldwell y Luis videgaray. Anuncian que reducirán gradualmente (diez años) de 75 a 65 por ciento la carga fiscal de PEMEX, y que manejarán los conceptos de “dividendos” y “utilidades compartidas”, “producción compartida” y “licencias” para negociar los excedentes (ya no hay lucha de clases, ya no se le dice plusvalía) que generen los trabajadores petroleros. A vuelo de pájaro leo que la encomienda es dejar a las empresas extranjeras la explotación marina profunda y el gas shale, con el fracking de por medio, pero por lo pronto no les permitirán venir a comprar gasolineras. “Se abre la participación privada a todas las actividades del sector energético, menos la venta de gasolina.” “En los contratos serán utilizados modelos de utilidad y producción compartida. Las adjudicaciones se otorgarán a las empresas que ofrezcan mayores beneficios al Estado.” Y remata el vocero del presidente en la conferencia de prensa: “El precio de los combustibles se reducirá a mediano plazo.”

Ya lo dijeron. Ya lo aprobarán los diputados. Ya quedarán legalizadas las nuevas condiciones para el trabajo de los corsarios modernos.

 

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Jueves 1 de Mayo, 2014. Avanzan como todos los años por la avenida Reforma los obreros que se han animado a desfilar. Palabra antigua, perteneciente a un Estado que hace mucho se ha ido. Y que no deja de observar desde imaginarias tribunas --las reales, con políticos y cortes a la espera de mentadas y chiflidos, hace tiempo han desaparecido-- ese abigarrado mundo que todavía espera algo del sindicalismo.

“El que no brinque es charro”, gritábamos hace tiempo. El óxido también ha tomado a las ciencias políticas.

Veo mi propio tiempo: cuarenta años de una generación que no ha podido nunca imaginar a su país con el sobrenombre de la crisis.

Todavía vi por delante de mis veinte años al eterno Fidel Velázquez, quien desde 1942 y hasta su muerte en 1997 tuvo el control del “bastión de los gobiernos priistas” conocido como la CTM. Once presidentes priistas lo vieron servir de instrumento principal para el control salarial y la supresion de la independencia obrera. Once, desde Lázaro Cárdenas hasta Ernesto Zedillo. Tantos años como los de mi vida entera, casi sesenta. Los años del esplendor de Pemex. Artífice del Estado de la Revolución y gestor de la quiebra del Estado. En algún momento de su vida repartió leche en los suburbios de la ciudad de México. Después se dedicó a exterminar todo atisbo de sindicatos rojos, como les decía a los gremios enemigos, los mineros, ferrocarrileros, petroleros y maestros. Los trabajadores de un Estado extinguido.

Ese viejo “dirigente de la clase obrera” tampoco se asomó a un pozo petrolero.

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