• Mujeres mexicanas
  • 18 Julio 2013
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Por: Mujeres mexicanas en Indepenence, Oregon

 

En el año 2000, durante diez semanas,  un grupo de mujeres migrantes mexicanas residentes en Independence  en el estado de Oregon, en Estados Unidos, se reunieron con Efraín M. Díaz Horna  y  Dick Keis, como parte del proyecto de escritura comunitaria, para contar ellas mismas sus propias experiencias. Con autorización de Dick Keis, seleccionamos para Mundo Nuestro  algunos de esos testimonios, que ilustran la vida de estas mujeres en los  Estados  Unidos. Todos ellos fueron tomados del libro Voces de esperanza/Voices o hope, Writings from Libros y Familias, Milpa Press, Oregon, EUA, 2002. (Mundo Nuestro)

El emigrante

Yo estoy  muy preocupada por nuestra condición de migrantes en este país. ¿Que nos irá a pasar? Porque cada día se hace más difícil encontrar trabajos, porque nos miran como si fuéramos delincuentes. Todo lo malo que pasa creen que un latino  o emigrante lo hizo. Pero yo creo que hay de todo. Como hay latinos buenos,  también existen latinos malos. Todos los seres humanos cometemos errores, no importa la  raza. Nosotros los  emigrantes venimos de nuestra tierra solo a buscar una nueva vida y un futuro mejor.

Juliana Avila

             

Cocina










A  mí me gusta mucho coleccionar recetas de cocina porque me gusta cocinar, hacer galletas y pan. Pero lo que preparo me gusta que quede como yo quiero. También me gusta hacer tortillas de harina y de maíz.

        Seguir la tradición de mi tierra se me hace muy difícil porque muchos de los ingredientes que necesito no los puedo conseguir en Dallas. Yo siempre  les hablo a mis hijos de esta tradición pero me preocupa que mis hijos no muestren interés por lo que les cuento. Esto se debe tal vez  a que la vida aquí en los Estados Unidos es muy diferente. Yo siempre me la paso hablando con mis hijos de como vivíamos y acerca de lo que hacíamos en México, y ellos me contestan que no les gustaría vivir en México.

       Esto me preocupa muchísimo porque aquí no tenemos seguridad y no es nuestra tierra.

Miriam Camacho

 

Independence



Independence es un pueblo pequeño rodeado de muchas riquezas naturales que muchos pueblos desearían tener. Por ejemplo, tiene un rio –me parece que baila y canta—que cruza a lo largo del pueblo, arboles verdes y frondosos donde los pájaros pueden anidarse y cantar sus más bellas melodías al amanecer. Estos árboles a su vez dan a sus habitantes un poco más de vida al permitirles respirar el aire puro que ellos desprenden.

Independece es un paraíso, sus recursos naturales son una joya preciosa. Cualquier otro pueblo o ciudad grande y luminosa ya desearía poseer las riquezas naturales de Idependence.

        En este pueblo los habitantes llenos de vitalidad  trabajan arduamente de sol a sol y desean siempre que la noche se acorte para empezar un nuevo día.

        Independence es un pueblo pequeño donde está presente la mano de Dios.

María Isabel Campos.

 

Mis sueños se hacen realidad

Tiempo atrás, yo soné que con paciencia las cosas cambiarían en mi vida. Especialmente después de que mi hija cumpliera quince años. Así es que alrededor  de seis meses antes de su cumpleaños, mi hijo mayor decidió que quería casarse. Entonces yo empecé a preparame para cocinar para trescientas personas, algo que no nunca había hecho.

    La boda se celebró tres semanas antes del cumpleaños de mi hija. La boda fue un éxito, especialmente para mí, porque mi autoestima subió por la experiencia que tuve al haber cocinado para tantas personas. De esta manera, para el cúmplanos de mi hija cocinar fue más fácil. En esa ocasión cocine para alrededor de  cuatrocientas personas. Otro éxito para mí porque logre algo que nunca pensé que podría hacer.

María Isabel Campos.

 

El regreso a mi rancho



Yo me vine a este país cuando era muy joven, recién me había casado. Los primeros años fueron muy difíciles para acostumbrarme a vivir aquí. Fueron bastantes los cambios que tuve que hacer en mi vida. Lo que más extrañaba era a mi mama y a mis hermanos, o sea lo hermoso de vivir en una familia grande, el poder compartir cada día, entre mucho trabajo, alegría y bullicio, la vida en un clima de amor que a mí me parecía muy bonito.

       Después de llegar aquí yo abrigue las ilusiones de poder regresar pronto, aunque fuera solo de visita. Pero pronto me di cuenta de que no sería nada fácil.

        Transcurrieron seis años antes de que pudiera regresar a mi ranchito, para ese tiempo yo ya tenía un hijo y dos hijas.

         Fue un viaje muy bonito, aunque estuve preocupada al no saber cómo iban a reaccionar mis hijos al visitar mi tierra. Existen muchas diferencias entre los dos lugares. Nuestros hijos ya estaban acostumbrados a otra forma de vivir y sabía que las comodidades de aqui no existen alla.

        Encontre mi rancho igual que antes, con tristeza lo digo. Siguen sin carretera pavimentada, tienen un camino de terraceria en pesisimas condiciones. No tienen servicio de electricidad ni agua potable, hay un pozo de donde sacan agua cada dia. !Es tanto trabajo el que se debe hacer tan solo para tener agua para beber en casa!.

         Asi recuerdo el viaje de regreso a mi querido ranchito.

         Susana Cervantes.

 

Las escuelas en México



Las escuelas de Mexico son muy bonitas pero muy diferentes de las escuelas de Oregon. Por ejemplo, en Mexico los recursos economicos y el gobierno no estan bien. No hay alimentacion para los ninos ni materiales escolares. En Mexico no existe la ayuda que se presta a los maestros de Oregon. Una maestra tiene a su cargo 50 o 60 alumnos y por lo tanto es muy dificil mantener el orden.

        Cuando yo era pequena me gustaba ayudar a mi maestra y le ayudaba todos los dias. Recuerdo que la ayudaba a preparar las celebraciones de la escuela. Las escuelas, a pesar de su pobreza, y esto es muy bonito, cuando era un dia de celebracion lo hacian en grande. Por ejemplo, el 10 de mayo, Dia de la Madre, organizaban bailes par alas mamas; leian poemas, cantaban y preparaban una pequena merienda y ofrecian agua fresca para tomar.

        Recuerdo que un 10 de mayo hubo una bonita fiesta para  las mamas. En un teatro se represento un cuento de hadas, El Lago de los Cisnes, en donde yo baile. Fue un ballet muy bonito, era un cuento de amor dedicado a las madres.

       Tambien se festejan los siguientes días: el día del maestro, el día del niño, el día de los estudiantes, el día del padre, el día de la secretaria, etc. Es muy bonito recordar esos momentos. Pero más bonito es reconocer el esfuerzo de las personas que luchan por un mundo mejor.

Sofía García.

 

La semana santa



Yo recuerdo que cuando yo vivía en México la gente de allá celebraba la Semana Santa con mucho respeto y devoción.

 Cuando era Jueves Santo, mi mama no nos permitía ver la televisión ni escuchar música, en la iglesia había varias actividades y nosotros teníamos que asistir a todas. Para mí todo eso era una experiencia muy bonita, porque aunque había una tumba vacía estábamos recordando la muerte de Jesucristo.

Aquí todo es diferente. La gente no tiene tanto respeto como antes o como en México. Mis hijos me preguntan que por qué tenemos que ir tanto a la iglesia en los días de Semana Santa. A ellos no les gusta mucho ir a la iglesia, prefieren quedarse en casa viendo la televisión y eso me molesta.

Maria Ramirez.

 

Tradiciones familiares



En mi familia, cuando se acerca la Navidad, procuramos mantener nuestras tradiciones. Empezamos el 3 de diciembre con los rosarios a la Virgen de Guadalupe. Se rezan los nueve días que terminan el 11 de diciembre. El 12 del mismo mes nos levantamos muy temprano, a las 4 de la mañana, par air a la iglesia a cantar las mañanitas y después en la tarde asistimos a misa. Después que termina ese día esperamos hasta el 16 de diciembre para asistir a las posadas que terminan el 24 de diciembre y asistimos a los eventos que se celebran en la iglesia. Durante el mes nos preparamos con los arreglos del árbol, le ponemos lo que podemos. Yo recuerdo que una vez uno de los niños me pidió que le pusiéramos un Santa Claus. Yo le conteste: ese señor no tiene nada que hacer en mi casa, aquí se pone el nacimiento del niño Jesús que es el que celebramos. Y así trato yo de mantener la tradición de mi familia. No sé si estaré equivocada pero lo hago porque esa es mi forma de pensar.

Elpidia Soto

 

Mi independencia

Salí de Guerrero, México por primera vez en septiembre de 1988. Llegue a Idependence y se me hizo muy difícil acostumbrarme al clima, a la comida, a muchas cosas.

   Todavía no se manejar un carro ya que se me hace muy difícil aprender. Han tratado de ensenarme pero me pongo muy nerviosa. Mi esposo ha tratado de ensenarme pero se pone más nervioso que yo. Tendré que poner más empeño y voluntad para aprender a manejar. ¡Necesito hacerlo! ¡Significa mi independencia!

Carlota Trujillo.       

 

Lavando en el arroyo



Nací en San Pedro de la Sierra, en el municipio de Valparaíso, Zacatecas. Soy la sexta en una familia de once, y la mayor de las mujeres. Tengo ocho hermanas y dos hermanos.

Mi pueblo es una comunidad rural de unas 150 familias y está alejado de las grandes ciudades, no tiene luz eléctrica ni agua en las tuberías.

Recuerdo que cada semana íbamos a lavar al arroyo. En el tiempo de agua, que es de junio a septiembre, no teníamos que ir lejos, pues el arroyo más cerca quedaba a solo kilómetro y medio de la casa, pero en tiempo de secas teníamos que ir lejos --como a cinco o siete kilómetros-- para encontrar agua. Nos levantábamos a las seis de la mañana, molíamos el nixtamal, hacíamos las tortillas y el almuerzo, y como a las 9 de la mañana nos salíamos rumbo al arroyo.

Lo que más me gustaba preparar para comer al mediodía eran tacos de frijoles en tortillas de harina, o carne seca en una salsa que sólo mi mamá sabe preparar, o cuando no había carne sólo poníamos salsa. Algunas veces otra familia iba con nosotras a lavar, eran una señora y su hija. Usualmente compartíamos la comida y creo que a la muchacha le gustaba nuestra comida. Mientras estábamos lavando ella se paraba, iba al lugar donde teníamos la comida y mirábamos que sacaba algo. Cuando llegó la hora de la comida fuimos todas a comer y descubrimos que casi toda nuestra comida había desaparecido.






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