• Verónica Mastretta/Vida y milagros
  • 06 Julio 2015
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En la página del Maestro  Juan Ramón Jiménez  leo una pequeña síntesis del algo que escribiera  uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos, Platón,  acerca de las formas de gobierno. Dice así: "Platón escribió que la mejor forma de gobierno es la República, y que ésta debe regular las condiciones que generan la extrema pobreza y la extrema riqueza, porque son dañinas; deben de regularlas para evitar que la forma de gobierno derive en una Oligarquía Plutocrática, que es la extrema concentración de riqueza y poder en manos de unos cuantos --como la que según los indicadores recientes tenemos en México--. Este tipo de gobiernos  suelen devenir en dictaduras militares o en  gobiernos formados por  la Kakistocracia, el gobierno de los peores, emanados de las diferentes corrientes políticas".

Busco la definición de la antigua palabra griega Kakistocracia y encuentro que el antiguo término fue tomado en 1944 por Michelangelo Bovero, profesor de filosofía política en Turín, para definirla aplicada a un gobierno: "Estado de degeneración de las relaciones humanas en que el gobierno está controlado y dirigido por gobernantes que ofrecen toda la gama, desde ignorantes y matones electoreros hasta bandas de camarillas sagaces pero sin escrúpulos". Ya sabemos a dónde conducen a los países estos gobiernos: al desorden, la injusticia y el caos.

 ¡Ay Dios mío, todo esto me suena a un vals que en México  y el mundo estamos danzando y que hemos danzado antes! Pero ahorita y desde lejos veo y me conduelo de la pequeña Grecia, con sus 11.5 millones de habitantes, zarandeados en un mar de deudas inexplicables, aunque todo tiene explicación, pero no suele ser ni fácil ni corta. Me quedo pensando en la anécdota del señor que no puede dormir porque le debe a un prestamista un dinero que le es impagable porque está en un trabajo que apenas le da para vivir, porque sus padres dependen de él y tiene  varios hijos menores que mantener,  porque vive en casa alquilada y debe la renta y porque  ya no tiene nada más que vender que su limitada fuerza de trabajo.  Da vueltas y vueltas en su cama, hasta que toma el teléfono, le marca a su acreedor y le dice que no le va a pagar porque no tiene con qué. El deudor ha entendido que la mejor defensa es la insolvencia, así que dicho eso, se vuelve a acostar y por fin se duerme. En ese momento el que se quedará despierto y desvelado es el prestamista.

 ¿Quién se quedará despierto esta noche, Grecia o los acreedores? Qué habrán resuelto los griegos en su referendum, en esa dudosa y tardía consulta al pueblo acerca de las decisiones  que un gobierno debe  tomar cuando ya de plano no sabe para dónde hacerse. Traslada la responsabilidad de la decisión a  la monja, el obrero, el burócrata, el médico, el estudiante o el empleado de almacén,  que con la confusa  información que tienen  a la mano, habrán votado, como por volado, un SI o un NO que acarreará consecuencias  duras e ineludibles para todos.  ¿Habrán decidido salirse de la euro zona para asumir por su cuenta la quiebra del país, o permanecerán en la Unión Europea, atados a las condiciones de la tríada o troika formada por el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Económica Europea y el Banco Central?  Hoy están insolventes, sin excedentes y sin control sobre su moneda. Deben 360 mil millones de euros. Cerca de 30 mil euros por persona, incluidos niños y ancianos. Parte de ese dinero lo invirtieron en las instalaciones deportivas donde se celebró la Olimpiada, y que hoy están abandonadas y no producen nada.

Para poder medio entender,  me imagino que la quiebra de un país es igual a la quiebra de una familia, nada más que en enormes dimensiones. Las familias y los países pueden quebrar de mil maneras, Balzac pone muchos ejemplos en sus historias de La Comedia Humana,  y no hay una sola ruta a la desgracia, ni tampoco un solo responsable. La ruta hacia la debacle es lenta y por eso a veces invisible, pero las caídas son vertiginosas e imparables. Las causas pueden ser externas, internas o una combinación de ambas. Siempre traen aparejadas la ruptura, la tensión, mucho dolor y  la posible destrucción de una forma de vida que no regresará.

¿Qué pasó? Quizás demasiada audacia se tornó en temeridad y  riesgos incalculables, demasiada precaución en cobardía y estancamiento,  demasiado regocijo y estulticia, en exceso de confianza y en pereza y decadencia. Un padre rígido pudo haber creado hijos paralíticos e incapaces de tomar decisiones. Padres demasiado gastalones e imprudentes pudieron no haber generado el don de la responsabilidad en sus hijos, que resultarán, además de alejados de la realidad, incapaces de generar riqueza. Las quiebras pueden ser también injustas, ya que un padre honrado y trabajador puede verse arrastrado por la enfermedad, por los errores o envidias de sus socios,  de sus bancos,  de las malas políticas públicas de su país, por malas decisiones de gobiernos ineptos o por una guerra. ¿Cuántos no quebraron en México en 1982 por las pésimas decisiones del gobierno de José López Portillo?

 La libertad no es hacer lo que uno quiere, sino lo que uno debe cuando se requiere. El problema surge cuando el correcto proceder se vuelve muy difícil de identificar. Grecia ha transitado en el siglo XX y principios del XXI por toda clase de gobiernos y situaciones  políticas y sociales. Fue el pequeño valiente que se negó a aliarse al nazismo, pero también el pueblo dominado por dictaduras violentas y oligarcas ambiciosos que lo dejaron disminuido y baldado, como suelen serlo los hijos  de padres dominantes y golpeadores. Ha sido desde luego, víctima, pero también generador, de la kakistocracia.

 ¿Qué más arruina a una familia en la actualidad? ¿El abuso del crédito o la falta del mismo? ¿La irresponsabilidad con que los bancos sueltan tarjetas de crédito o préstamos leoninos con contratos en letra pequeña, llenos de intereses y condiciones impagables? ¿La falta de créditos justos para desarrollar  sueños, proyectos y capacidades? ¿El exceso de optimismo?¿ La falta de conocimiento? ¿La corrupción y las trabas burocráticas? ¿La necesidad de vivir de acuerdo a los estándares de la publicidad y el imprudente consumismo al  que induce? ¿El querer vivir por arriba de lo que puedes generar? ¿El gastar más de lo que ganas, aunque ganes suficiente?

 ¿Qué tuvo que  pasar para que Grecia cerrara los bancos desde hace una semana, para que estén quebrando más de 50 negocios cada día  y para que más del 24 % de la gente en edad de trabajar esté sin empleo ni posibilidad alguna de obtenerlo? He escuchado decir cosas tales como que los griegos se dedicaron a malgastar y a tirar el dinero y a engañar a los inocentes banqueros de Europa y a los fondos de inversión internacionales. Eso es demasiado simplista. Es como decir que un papá quebró porque sus hijos adolescentes se gastaron su dinero. ¿Por qué tuvieron unos adolescentes, que eso es lo que eran los griegos para el sistema financiero europeo, acceso a tantísimo dinero? Hay responsabilidad de ambos lados. También hay malicia y abuso. Veo una gráfica que dice que solo el 11% del dinero que entró a Grecia se quedó ahí, y que el resto ya regresó silenciosamente al sistema bancario privado francés y alemán desde hace mucho tiempo, ya que los banqueros europeos también organizaron, ayudados por los altos jerarcas de la Unión Europea, un rescate bancario parecido al Fobaproa  mexicano de 1995, que trasladó el costo del irresponsables manejo del crédito que los  bancos otorgaron a algunos  usuarios, al gobierno, y este, vía impuestos y recortes, a la mayoría de los mexicanos. Los bancos privados alemanes y franceses que le prestaron a Grecia, a tiempo trasladaron gran parte de su deuda al Fondo Europeo para la Estabilidad Financiera, a quien Grecia le debe hoy 130 mil millones de euros. Los griegos le deben dinero no solo a los bancos, sino a cada uno de los habitantes de la Unión Europea. El costo de los errores ha sido trasladado a las mayorías.

Sea cual sea la decisión que tomen los griegos, sus socios europeos y el FMI, habrá consecuencias que pagar para ambos lados. La triada o troika ha intentado someter a Grecia con un barril de hiel y de amenazas, que no es otra cosa el programa de austeridad implementado desde 2008 y que no ha funcionado. ¿No será mejor una gota de miel y la mutua aceptación de culpas para lograr más y mejores acuerdos para las partes afectadas?

La suspensión de pagos iniciada el lunes pasado por el gobierno griego al avisarle al Fondo Monetario Internacional que no pagaría la letra a vencer por dos mil doscientos millones de euros el 30 de junio de 2015, fue como el telefonazo a media noche del agobiado padre de familia al prestamista que lo trae asoleado. Amanecerá para ambos y habrá un día siguiente en el que tendrán que resolver desde sus respectivas trincheras el lentísimo día a día por el que subirán la cuesta empinada que los sacará de la barranca de la quiebra. Un frágil equilibrio de subida en el que están atados uno con otro, y que solo podrán remontar si el otro sobrevive, aunque uno, en este caso Grecia, cargará sin duda más peso que el otro. Es la única manera de que los dos puedan volver a dormir bien algún día.

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