• Sergio Mastretta
  • 16 Mayo 2013

Tinieblas Jr., luchador, hijo de luchadores, empresario y hombre del espectáculo de la lucha libre. Y desde el pasado 6 de abril en el Teatro Maxim Gorki, actor de teatro experimental. Hijo de la leyenda de la lucha mexicana, el Tinieblas, cuenta en esta conversación su participación en la obra Un montón de plata, del dramaturgo alemán Antú Romero Nunes, y que se presenta este fin de semana en el teatro Juan Ruiz de Alarcón, de la UNAM, en la ciudad de México.

(Primera parte)



Luchador profesional y personaje, ¿es la lucha libre más un espectáculo que un deporte?

Es una combinación, pero el contacto con la gente es fundamental. Yo cuando empecé a entrenar, antes incluso, cuando veía a mi papá luchar, pues sí sufría, pero también veo que después de un golpe se paran, caminan, se ayudan, y pensaba… Pero no, es una combinación increíble de deporte y espectáculo: el acondicionamiento físico, la resistencia física, el contacto, y sobre todo las caídas, todo eso es primordial, y tener la base de la lucha libre, la lucha olímpica e intercolegial, porque te ayudan a mantener tu cuello fuerte, la cintura rígida, dura, te enseña a caer, a defenderte, a salirte de algún castigo.



¿Cómo se hace un luchador?

Todo empieza por enseñarse a caer. Yo cuando empecé duré tres años sin conocer una pelea, tres años sin saber lo que era la lucha libre, todo era ejercicio de tombling, de resistencia física y caídas, caídas, y caídas. Yo decía, bueno, cuándo me van a enseñar una planchita, una llave, una urraca rana, o cuándo me van a mostrar la bolsita que supuestamente usaban los luchadores para que les saliera sangre. Pero es que se trata de una carrera, y esa primera etapa es una protección. Vas por partes, poco a poco aprendiendo la disciplina de la lucha libre. Cuando luego de los tres años ya aprendiste a caer, entonces ya te enseñan a volar, a dar patadas voladoras, a encontrar la explicación para saber cómo acomodar mis rodillas, y como volar y caer, saber ya que si el rudo se quita, el contrincante, yo ya sé dónde voy a caer. Me pasó ahora en Mc Allen, un luchador le aventé una plancha y me vio tan grande que se quitó, pero yo no voy ayyy, no, yo ya voy claro de dónde voy a caer, eso es lo que nos enseñan.

¿Deporte y teatro a la vez?

Aun así, bien entrenados, nos lastimamos. Es todo un tema. Cuando me enseñan a hacer eso, es cuando yo empiezo a relacionarlo con el teatro: expresar y transmitir lo que sabemos hacer de un castigo, de una llave y una contra llave, de una caída, a la hora que caes, te duele, ahgg, y la gente uhh, y ahí viene la relación, transmites, porque no te caíste de a mentiritas. Nos enseñamos a pegar, porque todos los golpes son efectivos, y sí nos cuidamos, yo no quiero engañar a la gente, porque la gente es muy noble, pero  se da cuenta si te haces, pero el noventa por ciento de los golpes son efectivos, claro, nos cuidamos, porque de esto vivimos.

Nos enseñan a caminar arriba de un ring, el compás, lo que trasmites en cuatro escenarios que tenemos, el ring es cuadrado, tenemos que trabajar pa allá, atrás, a los lados, a la derecha y a la izquierda, el trabajo por eso es completísimo, porque cada movimiento que hacemos al caminar, al agarrar a un luchador toma de réferi, a donde la gente te dice cuidado con el rudo y tienes que voltear y decirle sí, tienes razón, y cuando lo derribas, la gente grita eso Tinieblas, y más duro, sí verdad, les digo, sí, más duro, y aprietas al rudo y él grita noo, y el que le va a los rudos, déjalo, y ahí empieza todo ese rollo de trasmitir al público la emoción.

Por eso lo relaciono con el teatro, porque cuando empezamos nos dijeron, cuando subas al ring tienes que parecer un luchador. Y desde cómo te  subes al ring, cómo caminas, cómo impones un castigo, cómo aplicas una llave, cómo te la quitas. Por eso es una profesión muy completa, comparable a cualquiera, como la arquitctura, como la ingeniería, porque no cualquiera lo sabe, y lo tienes que practicar y practicar y ensayar, y caída tras caída.

Súbete al ring, y ya verás si es verdad o es mentira. No es fácil. A mí los actores nos decían maestro, y eso que muchos decían yo no sé si encaje esto, la lucha con el teatro…



La vida, entonces, es lucha y es teatro…

Sí, es lucha y es teatro la vida. Muchos compañeros dicen, no, la lucha no es teatro, y yo no digo que lo sea, pero al estar del lado del ring, sufrimos, gritamos, y lo trasmitimos. Cuando nos lastimamos, es trágico para el luchador… Ha habido veces en que quiero aventar la toalla, digo tengo mi familia, mi salud, por qué tengo que estar sufriendo con riesgo de una lastimada, de una operación. Pero cuando pasan los días dices, esto es mi vida, quiero regresar al ring, quiero sentir nuevamente esa sensación de dolor.

Así que la lucha sí es teatro, y la vida también. Muchas veces nos enojamos, y luego te das cuenta de cómo actúas, como gritas, como te jalas los pelos, y de repente, luego de un rato, ya lo piensas y dices, qué bruto, cómo me vi, qué panchote hice, y a lo mejor resolviste algo o a lo mejor dejaste un más sabor de boca para la gente, y eso ya sea para tu familia que para el público o para uno mismo.

¿Entonces no es una novedad participar en una obra de teatro? ¿El Ring es un espacio mágico como puede serlo un foro de teatro? ¿Te sorprendió que te llamaran como actor luchador?

Ya me habían invitado al Teatro Blanquita, con comediantes… Híjole, dije, y pues la experiencia y lo que iba yo a aprender me llevaron a decir órale, le entro. Dije yo me voy a divertir, ahí es puro desmadre, puro relajo, pues vamos. Así soy yo, retador, y dije me va a servir como currículum, y le va a ayudar a mi personaje. Y no sabes cómo me divertí: la vida de los camerinos, los ensayos, con Luis de Alba, Alfonso Sae, la Pelangocha, y muchos más. Se llamaba “Un Romeo muy Julieta”, y era una parodia, muy divertida. Yo era un guardia, estuve como Tinieblas, como mi personaje, pero no luché, estaba yo con mis mallas de luchador, y un gorrito y una chamarrita, y ya. A lo mejor al principio no pegaba donde yo tenía que hacer reir a la gente, pero vas aprendiendo, no me dominó el miedo, el primer día aprendí, y luego me divertí mucho, estuvimos como dos meses.

La experiencia con el director alemán




Nos buscaron de la dirección de teatro de la UNAM. Nos dijeron que necesitaban dos luchadores. Uno grandote y uno pequeñito, y nos dijeron que serían dos meses. Dije, bueno, de mi empresa voy a llevar gente que pueda, que tenga tiempo, y como no nos falta trabajo, funciones. Así que dije, órale, no hay problema. Así que fui a verlos, y como me vieron grandote, me creyeron. Y nos explicaron el proyecto, que habría actores mexicanos y alemanes que llevarían toda la puesta en escena, y atrás del escenario se iba a ver un ring y ahí iban a estar los luchadores dando brincos y saltos. Dije bueno, llevo luchadores que tengan un estilo muy aéreo, acrobático, y que hagan la esencia de la lucha libre mexicana.

Pero iba con mi socia, y le dicen a ella, oye, vimos al Tinieblas, queremos que vaya él. No, es que no puede, tiene trabajo y eso y aquello, y él cobra tanto, y tú sabes que el teatro no paga mucho, y dicen, no vemos la manera, y ella me dice, quieren que vayas tú, y que te pagan lo que les pidas. Y dije, órale, ir a Berlín, y ver todo esto del teatro experimental, me dije, voy a conocer otra forma de actuar. Y dije, yo tengo cuatro frentes en el ring, y aquí no más hay uno, pues porqué no.

Y mientras hablábamos se nos atravesó una función y los llevamos, y ahí vieron el impacto y el potencial del personaje de Tinieblas.

Entonces ustedes pasaron de ser parte del escenario a actores principales.



Cuando vieron el potencial del personaje, el impacto con el público, la reacción de la gente, se volvieron locos. Dicen, tienes que ir tú. El director Antú fue a la función, y quedó impactado con el personaje del Tinieblas. Él nunca había ido a la lucha libre. Lo llevaron a la Arena México, y sí le gustó, pero me dijo, no es lo mismo que ver al Tinieblas, así que se encantaron con nosotros.

Me dijo, Tinieblas, yo voy a cambiar todo, los protagonistas van a ser ustedes. No sabes, me emocioné. Nos convertimos en protagonistas, nos pusieron nombres, somos dos gánsters que participamos en un asalto, uno es algo, es un luchador bipolar que de repente está de buenas, de repente de malas, y me apodan el Loco, y el bajito es un luchador que es un poquito más inteligente, sobrelleva las cosas, reacciona cuando empiezan a ir mal las cosas, las domina, es el Nene, que es Marabunta Junior, un jovencito de veintiún años y mide 1.67, bajito. Y pusieron a un actor también enmascarado, que se pone y se quita la máscara, al que apodan el Cuervo.



Total, nos mostraron todos los cambios que hicieron para darnos protagonismo. Iniciamos en la escena en la que asaltamos al director, que empieza haciendo una recolección de dinero con el público para ayudar a una niña que ha perdido a sus padres por la violencia en México. Entramos, pum, rompemos el escenario, y pum pum lo golpeamos, lo azotamos, al director, pero esa fue la línea de él, o sea nos dijo, a mí me van a agarrar y me van a azotar, obviamente ellos están organizados, pusieron una tatames, tipo karate, todo bien hecho, y pum, lo azotamos, le pegamos, y él sintió esa adrenalina, la misma que nosotros tenemos cuando estamos arriba del ring, bueno, nos repartió todo lo que teníamos que hacer en toda la puesta de escena. Y la gente emocionada. Hay un romance de Marabunta con una actriz alemana, hacen un sexo fingido, y se quita la máscara, pero está de espaldas, y yo, como Marabunta es mi amigo, casi mi novio, porque nos queremos tanto, lo apapacho, jugamos, todo fingido, y cuando están haciendo el sexo yo me quito la máscara, me entró un celo, porque él me avienta su máscara, y yo me la quito, y yo no lo puedo creer, voy allá y voy a ver lo que están haciendo otra vez, y me caigo otra  vez porque estoy bien drogado después del asalto que tuvimos. Pero el asalto no lo hicimos porque necesitáramos dinero, sino para demostrar nuestro carácter, que así somos nosotros de hombres.

Cuando el director salió de la función a la que yo lo invité, me dice no dormí en toda la noche porque cambié todo, porque empezamos a ensayar cinco días antes de irnos a Berlín, así que sale de la función bien impactado por mi personaje  y todo ese día le dio de vueltas y cambió todo. El primer día de ensayo llegamos ya acá como artistas, y ya los actores tanto los alemanes como los mexicanos quedan alrededor de nosotros, ya somos el eje de la puesta en escena, que allá se llamó Quemando plata y aquí va a tener otro nombre por no sé qué problemas,  se va a llamar Un chingo de dinero. Y nos dio mucho gusto, y ya los actores nos veían así, porque ya éramos los protagonistas…

Y llegamos a Berlín. Alla no tienen lucha, sólo la que llevan los de la WBA, y si llenan, quince, veinte mil gentes, les gusta mucho, hay mercado en las televisoras alemanas con la lucha gringa.

Hoy en día casi es igual, tienen mucho ritmo las dos. Ellos vienen a aprender lucha libre mexicana. Ya hay mucha mezcla, pero la lucha libre mexicana sí es distinta que la americana. Nosotros somos más de vuelo, pero sobre todo el flolklore de nuestras máscaras. Ellos vienen mucho a México y la adoptan pero con su estilo. Yo antes pensaba que era porque ellos son más grandotes y torpes, pero no es así, ellos tienen gente muy grandota que lucha muy bien.  Antes era de mucho hablar, y se pegaban y azotaban, y ahora sí ya meten llaveo, contra llaveo, muchos vuelos, y es que ya han visto mucha libre mexicana, y contratan luchadores mexicanos y les ponen otros nombres, porque hay mucho latino allá, es el que les llena las plazas. Y están las redes sociales, ahí se mira mucho, y vienen y aprenden y llegan más preparados, así que ya se mueven, ya vienen más atléticos, más rápido, y es que ya los tienen entrenando más y más.

Nos dice Antún, yo pensé que iba a batallar más con ustedes, Tinieblas. Yo nomás le s dije la línea, pero empezaron ustedes a hacer lo suyo. Nos daba una línea y luego nos daba libertad para improvisar. En la primera parte de la obra yo soy un luchador, pero no hablo. Luego el traductor en alemán empieza a hablar conmigo, y yo lo pienso, estoy gesticulando,  y él  interpreta todo lo que digo y hago. Luego viene una chica y yo me le quedo viendo, luego la abrazo, la muevo, la cargo, la empiezo a seducir, pero yo la dejo porque todo es medio en juego, y me voy pa’llá pero me le quedo viendo, no, y el traductor dice no, el Loco tiene su necesidad, y es que está tan tonto , tan idiota y se pelea con todo el mundo, pero también tiene sentimiento, y no,  empieza a echar todo el rollo. Nosotros hablábamos en español y una voz en off traducía. Y cuando ellos hablaban en alemán, yo no entendía nada, pasaba a oscuras para mí, aunque con los ensayos algo agarraba, pero sí, me quedé sin entender. Pero fue muy padre, decía Antú  estoy muy sorprendido, pues ustedes empezaron a desarrollas las cosas, y lo hicieron muy bien, y yo le digo, Antú, es que nosotros tenemos cuatro escenarios y los dominamos todo, y en lugares en los que van veinte mil gentes, veinte mil ojos viéndome a mí nada más, y yo tengo que dominarlos, así que un escenario de teatro es papita para mí. Pero tengo que seguir un reglamento…

De qué se trata Quemando plata.

No me habían hecho esta pregunta… Fuimos el eje en toda la obra, demostramos que la lucha libre es cultura popular y es arte. Los dos personajes mostraron su carácter, su manera de ser, cometen el robo nada más por llamar la atención, no por el dinero en sí. Queremos demostrar que somos agresivos, pero de repente somos buena onda entre nosotros.

Hay un asalto, llegamos  y asaltamos al director de la obra, él está haciendo una colecta con el público para una causa noble. Nosotros lo asaltamos, entramos como gánsters, robamos el dinero porque queremos demostrar lo que somos, y lo que sigue es la huída, nos refugiamos en un ring y empezamos a hacer nuestra vida, y como tenemos dinero nos drogamos, y Marabunta se mete con la amante del Cuervo. La violencia, la droga nos acaba y cuando llega la policía y nos cerca y empiezan las ráfagas nosotros volamos por el ring y agarramos a los policías y les damos una tunda porque estamos enojados, les damos una madriza y lo echamos del refugio,  por todo lo que nos han dicho a gritos, que por eso somos lo que somos. Nos avientan balazos. De repente sube el director, corta la escena y dice: ¿qué hicieron con el dinero, idiotas? Esto es una obra de teatro, nada más, gracias a mí están en Berlín, y tú Loco, eres un Loco y no sabes hacer nada. Y yo exploto, le digo tú eres el loco, igual que esta bola de pendejos que están aquí, porque oigo puras voces y yo no estoy loco, y veme aquí, y el otro sigue, tú y el Nene son unos luchadores pendejos que no saben luchar, la lucha libre no es de verdad, y nos empezamos a enojar, esa es la realidad, es una obra de teatro nada más, quería ver hasta dónde podían llegar, y entonces le rompemos la playera, y le damos una golpiza, y él nos dicen a ver, porque no se quitan la máscara, es que son homosexuales, asi, y entoces subimos a una vieja y me la empiezo a fajar, y él sigue, pues eso no me sirve, y además son unos idiotas porque me quemaron el dinero de a de veras, y es que se supone que lo quemamos de a de veras, y él todo madreado hasta que nos empezamos a desesperar Nene y yo y nos empezamos a pelar y hacemos una lucha pum pum, y de repente se oye un balazo y matan al Nene, y cae y yo lo agarro y empiezo a llorar desesperado, y suena una melodía hermosa y se levanta el director y cuenta, una, dos y se apagan las luces…



Y fue padrísimo, muchos empezaron a gritar Tinieblas, Tinieblas… Aquí confirmamos que la lucha libre es teatro y es cultura popular. Y que los luchadores podemos participar como actores de teatro experimental. Yo me sentí muy bien.

El teatro Maxim Gorki

Se agotaron las tres funciones, más de mil gentes en cada una. Y quedaron impactados. Estuvo muy bien. El viernes hubo un preestreno para la prensa y los amigos. Los alemanes son parcos, se quedan viendo, fríos, ven lo que ven, una obra de teatro, no ven una arena de lucha. Pero en la primera función, ya con la gente con su boletito pagado, cuando el público ve que se levanta el escenario y aparece nuestro refugio, el ring, y que ya teníamos ahí a la policía y las ráfagas, la gente ohh, ohh, motivada empieza a gritar. Y entonces acercan al público que está en las butacas al ring, siempre muy cuidado pa que no los vayamos a lastimar cuando caemos fuera del ring.

Esto sí lo he vivido en la lucha real, esa reacción del público.



El director estaba fascinado. Dice, yo quería actuar, quería sentir la emoción del público, y aceptó que le pegáramos, que le diéramos una tranquiza, porque quería aprender lucha libre, y dice, no , no, yo estoy perfecto.

No sé qué vaya a pasar en México. Muchos irán porque les gusta la lucha. Otros porque conocen la obra de este director alemán.

La intención de ir a Berlín es porque queremos abrir el mercado de la lucha libre en Europa.

En dónde estás ahora.

Vengo de una gira en Houston, y en varias ciudades de Texas, con muchos seguidores de la lucha libre y de este personaje, el Tinieblas. Y sí, tratando de pulir mi personaje, de estar vigente, es decir, al pie del cañón.

Y  cómo te fue en la frontera. En medio de la tragedia que vive México por la violencia, qué le representa la lucha libre a los mexicanos de ese territorio fronterizo.

La gente como si nada. Íbamos con el temor de la seguridad, pues hay mucha gente loca, pero la gente va a divertirse, allá son muchos los que siguen a la lucha, en las arenas, en los rodeos, les da una enorme felicidad vernos. Allá han encontrado una fórmula, la lucha libre con la música grupera. Este concepto me sorprendió, yo no lo hice, fue un promotor de allá, y se vio la diferencia. Todo fue enfocado a la lucha libre. Porque nuestro espectáculo es muy interactivo, nosotros como luchadores nos involucramos mucho con el público. Y con la música, con el jaripeo, todo entró en otra dimensión, la gente encontró una nueva manera de disfrutar el espectáculo.

Pero lo que disfrutan es a los luchadores, la gente se dispara con nosotros, se ríe, grita, llora, sufre, chifla, aplaude, menta madres y nosotros, sus personajes, sus ídolos de carne y hueso están ahí, pueden tocarnos, sacarse la foto. Llevo casi 23 años como luchador profesional, y cada vez me cae más el veinte de lo que le significamos a la gente. Oye, se pone la piel de gallina de la emoción al ver lo que podemos representar para una persona. Es la emoción de saber que eres un ídolo y que la gente lo disfruta. Y lo comparo con los ídolos de las películas, con los ídolos de las caricaturas, por decir un hombre araña, son personajes que no son reales, pero aquí, el luchador es real, el luchador es el personaje. Y así tenemos ya más de setenta años de lucha libre.

 

Click HERE is best bookmaker in the world.
Offers Bet365 best odds.
All CMS Templates