• Sergio Mastretta
  • 08 Enero 2015
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El 6 de enero de 1915, en el fragor de la guerra civil mexicana, la facción carrancista promulgó una ley agraria elaborara por el zacatleco Luis Cabrera que, en lo inmediato, le sirvió para restarle base social al zapatismo en el centro del país, y en el largo plazo se convirtió en la base de la más importante reforma agraria llevada a cabo en América Latina a lo largo de todo el siglo XX.

Hace cien años, cuando el país se desbarrancaba en la lucha fratricida entre los ejércitos campesinos de Villa y Zapata y las facciones modernizadoras burguesas encabezadas militarmente por el sonorense Álvaro Obregón, la transformación estructural de la sociedad mexicana estaba lejos de encontrar su derrotero hacia lo que después los historiadores llamaron el Estado de la Revolución Mexicana. Tendrían que pasar más de veinte años para que finalmente, con Lázaro Cárdenas, la transformación del orden legal y de la distribución social de la propiedad rural en México se tradujera en un extenso reparto de millones de hectáreas de tierra buena y mala a los campesinos que pelearon en la revolución. Luego siguieron los años avilacamachistas y alemanistas, el amparo agrario de 1946 y el consecuente olvido de los propósitos agrarios de la revolución.

Las historias de vida que de ese proceso resultaron son inagotables. Insondable también el sufrimiento campesino en su lucha por el reconocimiento de sus derechos agrarios. En buena medida, esa sujeción clientelista manejada por los llamados “gobiernos revolucionarios” entre 1935 y 1980 explican la sobrevivencia del régimen priista.

De esas mil historias presentamos una: la de los campesinos indígenas de la comunidad serrana de San Juan Tahític, en Zacapoaxtla. La escena es lejana, pero no tanto: enero de 1989.

(La foto de la portadilla, la cañada de Tahític, es de César Fuentes, publicada en Panoramio)

 

San JuanTahític, Zacapoaxtla, Puebla. 29 de enero de 1989

 

1.- Es una historia vieja la de los campesinos de San Juan Tahític, ese lugar rodeado de cerros a 12 kilómetros de Zacapoaxtla, y que en marzo del año pasado tomaron la tierra, organizados por OACI-13 de Octubre. Empezó mucho antes de 1932, cuando por primera vez solicitaron la afectación de los terrenos de Calatepec y Zapotepec, al otro lado de la barranca. Tal vez allá por 1888, cuando los tatas vieron que el Dios cristiano ya tenía su casa. Por esos días se dieron cuenta de que su iglesia necesitaba campana. Y pensaron qué hacer, eran años duros; al supremo gobierno había que pagarle la recaudación de cuando en cuando, y entonces era difícil hacerse de dinero, era difícil pagar una campana. Así que la cambiaron por la tierra. Desde entonces, bajo el amparo de algún papel de sus abuelos sellaron con sus huellas, los terrenos que hoy pelean pasaron a manos ajenas. Sí una campana por sus tierras.

 

2.- Son trescientos solicitantes de tres comunidades: San Juan Tahític, Xaltipac y Las Lomas, todas en el municipio de Zacapoaxtla. Las solicitaron sus padres desde 1932. En 1959, López Mateos decretó la afectación. Hace treinta años. Pero uno o dos años después, en el mismo Diario Oficial se dio a conocer la inafectabilidad de los predios Calatepec y Zapotepec 1,300 hectáreas según los campesinos en favor de la familia Macip.

El 15 de febrero tomaron las tierras. Los desalojaron soldados el 23 de marzo. Las recuperaron una semana después, cuando se fue el ejército: “Métase de nuevo, nosotros también somos campesinos”, les dijeron los rasos. Así estuvieron casi ocho meses, formaron el Nuevo Centro de Población “Nicolás Bravo”, armaron chozas, trajeron sus herramientas y sembraron maíz y frijol “papa no, manque se dé buenas, si nos sacan no se las vamos a dejar a los Macip”.

El diecisiete de noviembre de 1988 llegaron los judiciales y civiles, y según dicen los solicitantes, los desalojaron a balazos. Unos huyeron, los que tenían familia se quedaron. Cayó herido José de la Luz, y detuvieron a Fortino Bonilla, Sebastián Bonilla, Santiago Hernández, Carlos Castañeda, Mariano Zacapexpan y Pedro Castañeda. Cuentan que fueron golpeados, que se los trajeron a Puebla y los tuvieron sin comer tres días. Luego los consignaron y encarcelaron en el CERESO. Al otro día de la acción de los policías, llegó el ejército. Según sus informes oficiales efectuaban un operativo de despistolización. Los solicitantes dejaron la sierra, se vinieron a la ciudad de Puebla y al Distrito Federal; hicieron plantones aquí y allá. Ayer hicieron otra marcha, unos cuantos, acompañados por locatarios de la 28 de Octubre a Palacio de Gobierno.

 

3.- San Juan Tahític tiene unos 1,500 habitantes. No tienen agua entubada; no conocen el drenaje; apenas en 1986 llegó la energía eléctrica; tienen un centro de salud de Coplamar, una primaria con seis aulas para 150 niños; y por supuesto, no tienen transporte a Zacapoaxtla, únicamente una Safaris que cobra 15 mil pesos el viaje; tampoco hay tractores, tan sólo cinco o seis yuntas. Esa es toda la infraestructura.

Los campesinos denuncian las fincas de los Macip. “La ribera” por San Antonio Rayón, municipio de Cuetzalan. “Esa se tarda uno hasta dos horas para cruzarla”, dicen. “El Jobo”, en las cercanías de Tlapacoyan, con naranjales, cafetales y potreros. “El Molino”, entre Zacapoaxtla y Zaragoza, un terreno grande y llano. Eso dicen los campesinos. Les han dicho las autoridades que los terrenos que piden son de otro Macip, no los Macip de Zacapoaxtla. Ellos dicen que no, que se trata de Ángel Macip Cruz y Rafael Macip Alcántara.

Como quiera que sea, y mientras en la reunión con Javier Rueda el secretario de Gobernación, el subdelegado de la Reforma Agraria dijo que no se ha tomado ninguna decisión, ayer a mediodía, el delegado Mario Ramírez Bretón cortó por lo sano y afirmó que esas tierras no son afectables.

 

4.- “Ni duda cabe –dijo Javier Rueda a los campesinos José García Molina y Rafael García- el de ustedes es un conflicto social que debe resolverse inmediatamente, es un hecho que no admite discusión, no vamos a seguir dándonos de topes en la pared. O se afecta el predio o se consigue otro, pero sólo se resolverá con la dotación de tierras”.

 

5.- “Muy bien, compañero –dijo José García Molina al Subsecretario Rueda-, está bien como dice, sólo pedimos que de verdad haya agilidad. Ahora queremos tratar lo del reconocimiento de los daños causados en el desalojo...”

“Discúlpeme –interrumpe Rueda-, ya varias veces les he dicho que a nadie se le desalojó en ese predio. Ustedes faltan a la verdad, ustedes supusieron que iban a ser desalojados, pero en ningún momento se dio orden de desalojo. El ejército estaba en un operativo en busca de armas”

“¿Y el herido?” –Pregunta el campesino".

“Oficialmente les digo que no hubo orden de desalojo. Ahora dialoguemos, ¿por qué en lugar de confrontarnos no nos unimos, queremos que se resuelvan los problemas, crean en nuestra buena fe? ¿Hace cuánto tiempo que no producen por estar peleando con nosotros? Intégrense.

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