• Verónica Mastretta
  • 20 Junio 2013
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Por: Verónica Mastretta

Cuando en 1999 los dueños del Balneario Agua Azul vendieron lo que en su momento fue  un hotel pegado al balneario pero ya en desuso , también vendieron los terrenos que había enfrente para hacer un fraccionamiento. Una parte del  terreno que daba  sobre la once sur, estaba poblado por árboles de más de 60 años que había sembrado un día Don Ángel Conde, una persona a la que muchos consideraron en su época un excéntrico o tonto, porque tenía la pasión y el gusto de sembrar árboles donde le dieran permiso de hacerlo, incluidos espacios públicos tales como las orillas de las carreteras. El nació en 1893 en el seno de una familia muy rica. Su interés no fueron los negocios ni tener una familia. Era un solitario e incomprendido señor que andaba recolectando semillas y visitando en tren las comunidades aledañas a Puebla para llevar árboles y semillas a quienes lo quisieran secundar en su entonces rara labor de reforestar. En  esa época nadie hablaba del medio ambiente y aún no  nos alcanzaba la explosión demográfica y sus devastadoras consecuencias sobre el medio ambiente. México estaba habitado solo por 13 millones de mexicanos, pero este señor tuvo algo de visionario porque tenazmente dedicó su vida a sembrar árboles. Se le apodó con el título de "El apóstol del árbol", medio en broma medio en serio. Yo supe de eso cuando los dueños de Amoxxo compraron el terreno que justo colindaba con la once sur, y de la noche a la mañana tiraron todos los árboles para construir ahí un Oxxo y una gasolinera.  Los vecinos se movilizaron, e indignados, exigieron al ayuntamiento que entonces presidía Gabriel Hinojosa,  que expropiara el terreno para volver a sembrar árboles,  cosa que hizo. Mario Marín andaba en ese entonces haciendo campaña para presidente municipal y se presentó al mitin de los vecinos a prometer que si él ganaba haría ahí un parque. Gabriel Hinojosa, ya a punto de salir,  expropió y los dueños se ampararon, perdiendo el amparo en una primera instancia. Ese litigio lo recibe Marín y nunca perfecciona la expropiación pues bien dicen que el prometer no empobrece, es el dar lo que aniquila. Así las cosas, luego llegó Luis Paredes y encontró esa declaratoria de expropiación, así que hizo un trato con los vecinos del nuevo fraccionamiento "Azul Residencial" para que equiparan y cuidaron del parque a cambio de dejarles un acceso de entrada más segura a su fraccionamiento. Todos conocemos los  peligros de las carreritas de los camiones del transporte público de la once, así que el trato se hizo. Sin embargo, la expropiación no fue perfeccionada tampoco, pero los fraccionadores cumplieron arreglando el espacio y vendieron a los que compraron con escrituras  que colindaban con un área verde. Pasaron los años y en 2009 la empresa Amoxxo se vuelve a amparar y pierde el amparo, por lo que el finiquito del pago seguía pendiente. Tampoco perfeccionaron el trámite las autoridades que llegaron a las siguientes administraciones. Los expropiados deciden entonces venderle  el predio en conflicto a terceros que pensaron que podrían solucionar el problema por ser personas influyentes y de dinero. Su idea era la misma: hacer una gasolinera y un centrito comercial justo donde el parque ya estaba instalado. Un día, a media noche, tomaron posesión del predio en disputa, tiraron los árboles y desbarataron todo lo que ahí había. Dos señoras en particular decidieron  defender el espacio. El primer día de la actual administración llegaron a verme con su legajo de papeles, argumentos, y pruebas de que eso era un espacio público. El síndico municipal amablemente nos escuchó a las tres y desbarató el lío por medio de la legalidad y la conciliación respetuosa, tramitando el pago de la indemnización a los dueños originales. Se quitaron las vallas, se tiró la barda que tapiaba  las ventanas de un vecino, se reabrió el acceso de entrada, se reforestó el predio y se colocó un gimnasio al aire libre. Quedó muy bonito. La tenacidad de Don Ángel y la de los vecinos coincidieron sutilmente.  El viernes pasado, en sesión de Cabildo, los regidores aprobamos por unanimidad  el que ese parque llevara el nombre de "Ángel Conde, el Apóstol del Árbol", en honor a su memoria, su labor y los árboles que un día sembrara ahí. Cuando Ángel Conde murió en 1971, como todo patrimonio encontraron en su armario semillas de diferentes árboles adecuados para Puebla.

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