• Verónica Mastretta/Vida y milagros
  • 11 Enero 2016
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Ya el nuevo año de por sí pintaba trepidante: vértigo financiero, elecciones para gobernador en más de la mitad de los estados del país, un gobierno federal  montado en un potro aparentemente indomable que es el del recorte financiero a costa de la debilidad del estado mexicano en áreas estratégicas que requieren presupuesto y atención, como lo son la impartición de justicia, la seguridad pública y la preservación de los recursos naturales, sin los cuales, acabaremos perdidos tarde o temprano. Y para remate, la vanidad del Chapo, seducido por el pecado capital del siglo XXI, la necesidad del pasaporte probatorio de que existimos por medios de nuestra aparición en las redes sociales, la televisión o el cine. Sin la vanidad y la adrenalina que la acompaña, este pecado favorito de políticos, o de  ricos y famosos, el Chapo podría  haber terminado su vida en el anonimato que le pudo haber comprado el dinero. Cedió a la tentación de coquetear con radical chics como Kate del Castillo y Sean Penn, a los que no solo les concedió una entrevista en persona  en Octubre para la revista Rolling Stone, sino con los que cultivó la loca idea de ser el productor de una película sobre su vida en el que el héroe, guionista y director  fuera él mismo. Menospreció que un estado mexicano, profundamente herido en su orgullo, lo estaba esperando. La película, de la que él ya  no será ni director ni guionista, va a tener un final distinto, y de momento, desconocido.

 

La vanidad perdió al Chapo, y parece que también tienta al gobierno mexicano, que decidió hacer a un lado la sobriedad e importancia que la noticia merecía, para ponerse por completo, igual que el buscado delincuente, al servicio de los medios de comunicación nacionales  e internacionales, que han  convertido el evento de la tercera detención, en un burdo y corriente espectáculo de página roja, amarilla y hasta rosa. Como capítulos de telenovela, fueron filtrando fotos e información morbosa sobre la persecución y final captura del delincuente de moda. Repitieron lo ya conocido hasta el hartazgo, mientras soltaban la siguiente dosis de nuevos sucesos; fueron alargando el horario para la rueda de prensa del Presidente, cuyo mensaje duró cinco minutos y no tuvo más valor literario ni informativo que el del contenido de su twitter tempranero. Pero antes, reunido con los embajadores, cantaron el himno nacional con la  emoción que da ganar una guerra que no hubiera tenido lugar si el capo no se les hubiera escapado primero. Y el circo mediático siguió. Se tardaron más de 10 horas en traer y presentar al actor estelar de esta zaga en el hangar de la PGR en el DF, mientras fantasioso locutores elucubraban acerca de la isla a la que se llevarían a encerrar al primerísimo y peligroso actor y criminal, para finalmente regresarlo al penal del altiplano del que se fugara en Julio. En medio de todo este revuelo es probable que las nuevas averiguaciones y cuentas de cómo es que  logró fugarse el Chapo  sean mandadas al olvido. Ojalá que no.

 

 El año pinta horrible en lo mediático: arrancó con el culebrón del Chapo, ya nos amenazan con cursilería y media en torno a la visita que el Papa Francisco hará en febrero. Nada más con oír a Eruviel, gobernador del Estado de México, confesar que es católico, apostólico, guadalupano y mexicano, en ese orden, ya es  una sobre dosis de ternurita innecesaria para los que aún creemos que el estado debe ser  laico. No nos importa un comino lo que crea Eruviel. Que se comporte como un gobernador que recibe a un Jefe de Estado y que deje de lucrar con la visita del Papa Francisco, que ya dijo que lo más difícil de su pontificado es tener que viajar, porque él ama lo cotidiano y lo sencillo. ¿Se imaginará lo que le espera en México?

 

¡Y lo peor del año está por venir! Vienen las elecciones y los cambios de diablo en los estados, porque sean del partido que sean los ganadores de los gobiernos, el infierno seguirá siendo el mismo. Hoy, en los hechos, todos los partidos gobiernan igual, y cómo no, si son siameses de 10 cabezas. ¿Hay algún estado, gobernado por el partido que sea, que realmente se distinga por ser un gobierno excepcional,  con políticas públicas audaces y cargadas de eficacia, austeridad, licitaciones transparentes, congresos independientes y poderes judiciales bien cimentados que no dependan de los gobernadores en turno? Que yo sepa, no, pero si lo hay, me encantará ir a conocerlo. Aquí en Puebla hace seis años muchos babosos como yo creímos que de verdad viviríamos un cambio. No,- la vida sigue igual- cantaría el otro baboso que es Julio Iglesias.

 

Habrá que dar por bueno el dicho de que nada hay nuevo bajo el sol. Mientras haya demanda de todo lo que se meten los consumidores de drogas, seguirá habiendo Chapos y seguirán existiendo millonarios e hipócritas países vendedores de armamento para corretear a los empresarios y criminales de la droga. Empresarios son todos, criminales, también. Seguirán corrompiendo gobiernos, aquí, en China o en Estados Unidos. Business are business.

 

Mientras nuestro mundo se vuelve cada vez más virtual y menos vivencial, mientras nos droguemos sin reflexionar  y en automático con las drogas que se enchufan, televisiones, computadoras, twitter y lo que venga, seguirá habiendo capos, Chapos, circos, mentiras, elecciones mal planteadas, gobernantes superfluos y vanidosos, y nuevos diablos para nuestros eternos infiernos públicos o privados . Y ellos y ellas soñarán con que sus nombres resuenen en las redes. Contarán desvelados a sus seguidores en twitter y faceboock, y harán lo que sea para que sus números crezcan, incluso salir de la guarida, como el fatuo del Chapo. "Que hablen de ti, bien o mal. El único peligro es que no te mencionen" - decía Oscar Wilde- que murió desprestigiado pero famoso.

 

Para los mayores de 50 años, un consejo: no guarden muy alto  sus adornos navideños. La Navidad está a la vuelta de la esquina. Que tengan un buen año.

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