• Avital Livny
  • 20 Junio 2013
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Por: Avital Livny

 

El 15 de junio pasado, de una manera brutal, la policía turca reprimió una manifestación pacífica en Estambul. La narración del suceso se ha desbordado en las redes sociales. De ahí extraemos este video y el testimonio de una joven mujer. Revelan con toda fuerza igual el extremo de un gobierno autoritario y represor que la profundidad de una rebelión social en la búsqueda universal de una sociedad democrática.

Video: https://www.facebook.com/photo.php?v=10151647122064173

Lloré en silencio en el barco a Taksim esta noche. Después de haber pasado unas horas el día de hoy en el parque Gezi, paseando y charlando con los amigos que se reunieron allí, ahora luchaba por tratar de entender la falta de humanidad del ataque de la policía contra una manifestación tan pacífica.

 

Para cuando el bote atracó en Kabataş mi tristeza y la confusión se había convertido en ira, y yo estaba ansiosa por subir a la colina y estar hombro con hombro con amigos y desconocidos contra esta brutalidad. Soy una pacifista confesa, sabía que no iba a tirar ninguna piedra, ni tomaría ninguna acción ofensiva. Mi única intención era demostrar mi derecho humano a ser solidarios, a corear consignas, al aplaudir con mis manos en el aire, protestar pacíficamente.

 

Nos reunimos en el Boulevard Sıraselviler, en Cihangir. Apenas a unos cuantos metros adelante estaba uno de los cañones de agua de la policía, pero pensábamos que el  lugar era seguro, a lo largo de la ruta de las ambulancias que entran y salen de la plaza Taksim. (De hecho, deteníamos nuestro canto a cada rato para animar a los valientes paramédicos de emergencias, eran tantas las ambulancias que iban y venían, entraban vacías, salían llenas de heridos para llevarlos a los hospitales, tantas que perdí fácilmente la cuenta.) Corrian rumores de enfrentamientos en Harbiye, y que la policía se acercaba a ambos lados de Istiklal, pero las cosas se sentían relativamente tranquilas donde estábamos, como si hubiéramos encontrado un espacio público seguro en toda la zona en la que podríamos protestar pacíficamente.

 

Pero nos equivocamos. En poco tiempo, y sin provocación, llegó el gas lacrimógeno, llovía sobre nosotros. La gente respondió como siempre: gritaba 'despacio' y 'no corran' y caminaba con calma pero con relativa rapidez para tratar de quedar fuera del ataque de la policía, sin causar una estampida por delante. Pero la policía no quería que reaccionáramos con calma, antes de que nos diéramos cuenta, los cañones de agua estaban en la espalda y el ruido de las bombas llegaba intermitente a nuestro lado. Pero sorprendentemente --incomprensiblemente--, no importó lo rápido que corriéramos, no logramos quedar fuera de su alcance, ellos literalmente nos estaban persiguiendo --a un grupo de manifestantes pacíficos quehuía y que hacía todo lo posible por mostrar que no podía hacer ningún daño, que no significaba riesgo alguno.

Ellos tenían la intención no sólo de asustarnos, sino también de hacernos daño, ya col los golpes del agua a presión o con las bombas de gas lacrimógeno, o causando justo la estampida que nosotros estábamos tratando tan arduamente de evitar.

 

 

Lloré en silencio en el barco rumbo a casa desde Taksim esta noche. Algo en mí estaba roto. Llámame ingenua si quieres, pero no estoy segura de que algo como esto existiera antes de esta noche, antes de lo que yo vi con mis propios ojos. La violencia en la cara de la no violencia. La ausencia de un espacio público para expresar nuestro descontento colectivo y pacífico. La falta de respeto que un ser humano puede mostrar a otro cuando se niega a reconocer que son, en esencia, iguales.

 

Estoy luchando esta noche por retener la belleza y los signos de la fuerza colectiva que he presenciado en las últimas semanas, las solidaridades formadas en el Parque Gezi, en las calles de Estambul, y a todo lo largo de las redes sociales. Yo todavía quiero creer en la bondad básica de la humanidad. Pero algo dentro de mí se rompió esta noche, y por lo que sé esta noche será la más oscura en mi historia personal, y me temo que va a ser una noche oscura en la historia de Turquía.

 

Amigos no-turcos y que no hablan turco: si aún no lo han hecho, por favor tómese el tiempo para enterarse de esta situación. Tomense el tiempo para ponerse en contacto con los consulados locales y los representantes electos para exigir que alguien se haga responsable de esta violencia injustificada. Exijan que haya espacios públicos donde la gente pueda reunirse para protestar pacíficamente. Exijan que los derechos humanos sean respetados. O mejor dicho, la decencia humana sea respetada. Necesitamos su ayuda.

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