• Verónica Mastretta
  • 24 Julio 2014
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Decía el filósofo alemán Arthur Schopenhauer que el hombre ha convertido al mundo en un infierno para los animales. Coetze, el premio nobel de literatura sudafricano dice que los crímenes más grandes de la humanidad se han cometido a lo largo del siglo XX contra los animales. Las dos aseveraciones son ciertas. No sólo con la explosión demográfica hemos invadido y destruido los hábitats de miles de especies sino que sobre algunas  hemos cometido la injusticia de utilizarlos para espectáculos salvajes, como instrumentos de experimentos médicos usando crueldad innecesaria o como parte de espectáculos de entretenimiento en los que para amaestrarlos se usan métodos cafres, además de privarlos para siempre de su libertad. Hay especies que han sido domesticadas por el hombre, como los caballo, borregos, aves de corral, perros y los gatos; sin embargo, hay otras que jamás serán domesticadas, solo dominadas por la fuerza bruta ejercida sobre ellos para someter sus instintos y poder. Así son los caprichos humanos. Entre más bello y más grande es un animal, más codicia despierta entre los que se dedican a vivir de exhibirlos o venderlos como mascotas. El caso más absurdo es el de la ballena "Keiko”, secuestrada de los fríos mares del norte de Europa para venir a parar por años en una alberca de agua puerca en el DF, a 2200 metros por arriba del nivel del mar. Ahí vivió muchos años, su piel se llenó de hongos, su enorme aleta se dobló por falta de uso y espacio para nadar, y finalmente enfermó ante los ojos de la televisora que era dueña de los "derechos" sobre la ballena. Se inició un movimiento para liberar a "Keiko", quien de todos modos  tuvo un triste final. Primero fue llevada a Miami y liberada en el mar  dentro de un espacio delimitado. Ahí recupero su fuerza y la salud. Ahí debieron dejarla. Pero los "liberacionistas" extremos, decidieron regresarla a su hábitat original. Ahí  no estaba preparada para sobrevivir. Acostumbrada solo al contacto humano, no sabía cazar su comida ni nunca aprendió a hacerlo. No logro integrarse a ningún grupo de ballenas pues no aprendió de pequeña el lenguaje con el que se comunican entre sí esas especies. Jamás se adaptó a su hábitat natural y murió muy joven de una pulmonía en la absoluta soledad de su mundo devastado. Qué triste lección para los niños.

La semana pasada llegó a Puebla el "Circo Portugal". Traen con ellos once tigres. ¡ONCE! Así como lo está usted leyendo. Esos magníficos animales, hechos para la libertad y los espacios abiertos, viven como canarios, encerrados en jaulas y viajando adentro de tráileres obscuros la mayor parte de su vida. No es de extrañar que tantos tigres acaben atacando a sus domadores. Quienes defienden el uso de animales salvajes en los circos dicen que esa es la única oportunidad de que los niños los conozcan. Pues que no los conozcan. ¿Es necesario conocer un gorila africano? Capturarlos para zoológicos significa matar a sus padres. Que los niños aprendan de los animales de su región y que los conozcan en libertad. El resto en el colegio en libros, videos y fotografías. Hay especies muy raras y únicas en Galápagos que nunca conoceremos porque solo las hay ahí, y no por eso deben de ser llevadas a un circo a ser exhibidas. Ni qué decir del largo martirio hacia los elefantes, los animales preferidos de los circos. Los elefantes son gregarios, es decir, viven en manadas muy bien integradas y con un código de convivencia sofisticado y solidario. El largo camino de domesticación para ponerlos a trabajar en un circo pasa por separarlos de la manada y mantenerlos encadenadas para siempre excepto cuando salen a entrenar o a hacer sus suertes en la pista. Son sumamente longevos, por lo que una vez sometidos, vivirán años en esas condiciones, muchas veces mal alimentados y siempre solos. Existen muchísimos casos documentados en que los elefantes enloquecen y arremeten contra domador y público. Los pueden encontrar en internet. Esos elefantes rebeldes son sacrificados como si se tratara de asesinos en serie. La primera silla eléctrica se probó en una elefanta que agredió a su domador a principios del siglo XX. Todo esto que escribo es espantoso y es horrible amargarle la vida con estos relatos, pero vienen al caso porque este martes se discutirá en el congreso de Puebla, como ya se ha hecho en el DF, Chihuahua y otros estados del país, la ley que prohíbe el uso de animales en los circos. Es un primer paso para devolverles parte de sus derechos a vivir en libertad. Las autoridades tendrán que ver  a donde irán a parar los animales que ya se encuentran en los circos, pues son animales exóticos y fauna silvestres que no existe en nuestro país. La solución de su custodia será complicada, pero era necesario actuar ya. Yo estoy a favor de esa prohibición como un primer paso para acabar con el tráfico de especies silvestres. Tenemos que parar el tráfico de especies silvestres.

 Creemos que somos la especie dominante, pero no lo somos. Para información de los lectores, son los hongos, las bacterias y las hormigas las especies más dominantes del planeta. Quizás un día las bacterias acaben con nosotros. Y surja con todo su poder el dominio de cucarachas, hormigas y otros insectos que sobrevivirán muy bien sin necesidad de carreteras, petróleo, cines, computadoras, aviones y anexas. Un mundo sin humanos seria el sueño dorado de todas las especies  a las que hemos domesticado o afectado, unas por motivos de sobrevivencia y otras solo por inconsciencia, estupidez y orgullo. Dígame usted la crueldad de tener a una pobre calandria, hecha para volar, encerrada en una jaula y sin pareja porque si no, no canta. Lo mismo hacen los dueños de los loros, no les buscan pareja porque entonces los dejan de querer a ellos. Y un loro puede vivir cien años. ¡Los humanos somos una oda al egoísmo! Mientras desparecemos o no, el martes se votará en el congreso la prohibición de los animales en los circos. Ojalá se apruebe y después se den pasos en nuestro estado para propiciar no solo el turismo de ciudad colonial con rueda de la fortuna, sino de estado con una de las biodiversidades más interesantes del país, con más riqueza para eco turismo que Costa Rica, que por ese concepto ingresa 1,900 millones de dólares al año. Hubo una vez un mundo sin humanos, quizás algún día nos extingamos, pero hoy nuestra especie que ha sido capaz de crear música, arte, vacunas, anestesia, poesía, tecnología, tiene una deuda con nuestros maltratados compañeros de planeta, los animales.

 

 

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