• Sandro Cohen/Zen del ciclista urbano
  • 23 Octubre 2014
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La vida rueda por las letras y en la bicicleta. No de otra manera se puede ver la trayectoria del poeta, novelista, ensayista, cuentista, editor y lo que resulte a la vuelta del manubrio en el camino de Sandro Cohen (http://sandrocohen.org/). Esta ruta que describe el texto que hoy reproducimos con la autorización del autor es la del ciclista que mira con serenidad y valentía el caos de las ciudades mexicanas. Y que por ellas transita y desde ellas mira el mundo trastornado por los automóviles. Y que desde esa sobrevivencia reflexiona sobre la solidaridad humana que provoca la vida en la bicicleta.

El libro El zen del ciclista urbano, dado a conocer recientemente por su autor en en la FIL del Zócalo en la ciudad de México,  será presentado este próximo domingo 26 de octubre a las 17 horas en BiciExpo del World Trade Center capitalino.

 

 

Me ha llamado poderosamente la atención la repetición constante de lo que, me temo, está convirtiéndose en un meme: los ciclistas se sienten moralmente superiores al resto de la población. Nada podría estar más lejos de la verdad.

https://www.facebook.com/ZenDelCiclistaUrbano




Si bien es cierto que muchos ciclistas somos conscientes de que, al pedalear y no andar en auto, contribuimos a mejorar la calidad de vida en la ciudad, esto no significa que nos sentimos moralmente superiores a nadie. ¡Hay mucha gente que, diario, ayuda a que vivamos en un lugar mejor! Para empezar, los enfermeros y los maestros que, en lugar de perseguir grandes fortunas, han dedicado su vida a ayudar, a educar, a cuidar, a sanar. Incluso muchos médicos caben en esta categoría. Y para nada se sienten superiores. Son, más bien, verdaderos servidores públicos.

 

Pero el ciclista ni siquiera gana dinero usando la bici. En todo caso, se ahorra lo que otros gastan en gasolina y servicios de mantenimiento, pero le cuesta TRABAJO. Cuando llueve se moja. Cuando hace calor, suda, y la brisa se encarga de refrescarlo. Pero eso no lo hace sentirse superior; lo hace sentirse LIBRE. Creo, por desgracia, que esto es lo que enardece a ciertos automovilistas. Admitámoslo, los ciclistas se sienten libres, pero esto no es sinónimo de sentirse superior. La libertad hace que el ciclista se sienta BIEN.



Convivo diariamente con ciclistas. Decenas, centenares de ciclistas. Ninguno de ellos se siente superior a los demás mortales. Algunos son más rápidos; otros son más ágiles; los hay hombres y mujeres, guapos y feos, altos y bajos; unos cuantos ruedan porque no les alcanza para más, y también hay quienes son empresarios, artistas, periodistas, comerciantes y hasta abogados.

 

Lo que siempre me ha impresionado de los ciclistas es su solidaridad, independientemente de qué profesión tengan o cuánto dinero entra y sale de sus cuentas bancarias. ¿Por qué son solidarios? Porque sienten una hermandad natural aunque no pertenezcan al mismo partido político. Su único partido es el que busca mejorar la calidad de vida para todos cuantos habitamos esta ciudad, este país, este planeta.

 

Para que esto suceda, uno difícilmente puede sentirse superior. Al contrario: a fin de buscar el bien común, hay que ser humilde y reconocer que todos tenemos que ser mejores, que todos tenemos que poner de nuestra parte y ayudar. Nadie puede hacerlo solo. Únicamente un soberbio, que se crea superior, podría pensar que sí, o que poseer dinero o fama lo salvará de vivir en un lugar que está haciendo implosión a pasos agigantados.

 

En conclusión: los ciclistas no nos sentimos superiores, aunque sí estamos dispuestos a colaborar para que el lugar donde vivimos sea más habitable, amable y, sobre todo, HUMANO. Y el "club de los ciclistas" no es una comunidad cerrada. Cualquiera puede afiliarse con tan solo subirse al sillín y participar en este gran movimiento vital.

 

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