• Robin Broad • John Cavanagh
  • 20 Noviembre 2013
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Por: Robin Broad • John Cavanagh/Revista Sin permiso

Con la ayuda de la revista Forbes y en conjunción con algunos compañeros del Instituto de Estudios Políticos, hemos llevado a cabo un seguimiento de los multimillonarios y la creciente desigualdad en el mundo durante varias décadas. De la misma manera que una gota de agua nos proporciona indicios sobre su composición química, estos multimillonarios ofrecen signos interesantes de los cambios en la fisionomía del poder y la desigualdad globales.

 

Tras el asombro inicial ante la extravagante lista de los 1.426 más ricos de este año, hemos querido examinarla con más detalle. La lista revela el principal transvase de poder en el mundo actual: la decadencia de occidente y el auge del resto. Atrás quedaron los días en que los multimillonarios de los EEUU eran más del 40% del total, ocupando Europa Occidental y Japón la mayor parte restante. Hoy, la región Asia-Pacífico alberga 386 multimillonarios, 20 más que toda Europa y Rusia juntas.

 

En el 2013, de los nueve países que hospedan más de 30 multimillonarios, sólo tres son países tradicionalmente “desarrollados”: Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido.

 

¿Quiénes siguen a los Estados Unidos, con sus 442 multimillonarios? China, con 122 (en 1995 no tenía ninguno) y Rusia en tercer lugar con 110. Los multimillonarios de China han extraído dinero de cualquier fuente a su alcance. Considérese al hombre más rico del país, Zong Qinghou, quien, gracias a poseer la mayor fábrica de bebidas del país, ostenta 11.600 millones de dólares en su haber. El extenso elenco de multimillonarios de Rusia está encabezado por hombres que obtuvieron miles de millones de la riqueza del petróleo, gas natural y mineral del país, desdeñando las devastadoras consecuencias de sus prácticas para el medio ambiente.

 

Alemania es la cuarta en la lista con 58 multimillonarios, seguida por India (55), Brasil (46), Turquía (43), Hong Kong (39) y Reino Unido (38). En efecto, Turquía tiene más multimillonarios que ningún otro país de Europa a excepción de Alemania.

 

Dejando a un lado a estos nueve países en la cúspide, Taiwan hospeda más multimillonarios que Francia; Indonesia detenta más multimillonarios que Italia o España; Korea del Sur tiene ahora más millonarios que Japón o Australia.

 

La actual lista de multimillonarios es un tributo a la creciente desigualdad acaecida en la mayoría de los países de la tierra. El hombre más rico del mundo, por ejemplo, es Carlos Slim de México —con un capital de 73.000 millones de dólares, comparable a la friolera del 6,2% del PIB del país. La tercera persona más rica es el rey español del comercio minorista, Amancio Ortega, quien ha acumulado un capital de 57.000 millones de dólares en un país en el que una cuarta parte de los ciudadanos están actualmente desempleados.

 

Los multimillonarios estadounidenses aún dominan la lista, con un total de 442 que representa el 31% del total. Bill Gates y Warren Buffet todavía detentan los puestos número 2 y 4; sus nombres son harto conocidos dada la combinación de su riqueza, filantropía y el uso del poder e influencia para convencer a otros multimillonarios de que prodiguen sus donaciones caritativas.

 

Sin embargo, también entre los 12 multimillonarios estadounidenses que pertenecen a las 20 personas más ricas del mundo se encuentran los miembros de dos familias que han empleado su vasta riqueza y poder concomitante para corromper a nuestros políticos. Charles y David Koch ocupan los puestos 6 y 7 de los más ricos del mundo; ambos han utilizado una buena parte de sus conjuntos 68.000 millones de dólares en financiar no sólo a los candidatos de la derecha extrema, sino también campañas políticas contra las regulaciones de tipo medioambiental o de otros tipos. Además, hay cuatro Waltons entre los 20 más ricos; su riqueza combinada de 107.300 millones de dólares se ha disparado gracias a los crecientes beneficios de Wal-Mart, al mismo tiempo que esta empresa presionaba a ciudades y estados para oponerse al aumento de salarios hasta niveles razonables para la subsistencia.

 

¿Cómo han variado los números a lo largo de los años? Regresemos a 1995, una época de riqueza emergente en medio de la desregulación impulsada por la administración Clinton en los Estados Unidos, y una presión generalizada en todo el mundo para desregular, liberalizar y privatizar los mercados.

 

En 1995, Forbes registró 376 multimillonarios en el planeta. De estos, 129 (o el 34%) eran de los Estados Unidos. El hecho de que el número de multimillonarios estadounidenses creciera hasta 442 en los siguientes 18 años, mientras que el porcentaje de multimillonarios estadounidenses cayera sólo del 34% al 31% del total global, es testimonio de cómo la atmósfera desreguladora y tendente a los recortes de impuestos en los Estados Unidos bajo los mandatos de Clinton y Bush se mostró tan favorable para los súper-ricos.

 

Es de notar que en estos 18 años el llamado mundo desarrollado se ha visto eclipsado por el llamado mundo en vías de desarrollo. En 1995, los punteros en multimillonarios eran los Estados Unidos (129), Alemania (47) y Japón (35). Estos tres países hospedaban al 56% de los multimillonarios del mundo. Ningún otro país se les acercaba, estando Francia, Hong Kong y Tailandia empatados en tercer lugar con 12 multimillonarios cada uno. Ni Rusia ni China poseían un sólo multimillonario en 1995, pese a que, respecto a Rusia, Forbes admitió que su medra financiera en los años siguientes a la caída del Muro de Berlín era evidente. Además, en 1995, Brasil tenía sólo ocho multimillonarios e India sólo dos.

 

Hoy, estos cuatro países (Rusia, China, Brasil e India) albergan 333 de los 1.426 multimillonarios del mundo —un 23% del total. Además, el número de multimillonarios en Japón ha caído significativamente en los últimos 18 años, de 35 a 22.

 

Las cifras ofrecen una instantánea dramática del relativo declive de los Estados Unidos, Europa y Japón en menos de dos décadas y del apabullante auge de Brasil, Rusia, India y China, así como del resto de Asia. Además, nos recuerdan que los países donde los ingresos eran relativamente equitativos hace veinte años, como China y Rusia, se han sumado a las filas de la desigualdad.

 

A lo largo y ancho del globo, el rápido aumento de multimillonarios en decenas de países (de nuevo, con Japón como notable excepción) es testimonio de cómo el clima desregulador de estas últimas dos décadas ha acelerado el auge de los súper-ricos, mientras las empresas han mantenido los salarios de los trabajadores prácticamente congelados.

 

Baste decir que las sociedades más igualitarias y más sanas requieren un enfoque de políticas públicas radicalmente distinto. Tal y como el miembro asociado de la agencia IPS Sam Pizzigati  ha descrito, los impuestos justos formaron una amplia clase media en los Estados Unidos entre los años 40 y los años 60. Tales políticas de impuestos justos son necesarias hoy en todo el mundo si pretendemos estrechar en vez de ampliar la brecha entre los súper-poseedores y los desposeídos.

Robin Broad es catedrática de la School of International Service, American University, Washington, D.C. John Cavanagh es Director del Instituto de Estudios Políticos en Washington, D.C.

Tomado de Revista Sin permiso http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=6400

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