Link historia de cruzados:
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Segunda parte
Contra el Estado de despojos y crímenes la acción civil inteligente y organizada
La ciudad desde sus extremos
San Juan Tulcingo y San Andrés Azumiatla son los extremos norte y sur de la ciudad. Uno es un asentamiento irregular creado en 1976 por campesinos tlaxcaltecas en tierras de hacienda compradas en 1926, y que ve venir la expropiación por el paso del Arco Norte del Periférico; el otro es un pueblo originario trepado en una cañada de la serranía del Tentzo que ve cómo la ciudad cruza el río Atoyac y desborda el lago de Valsequillo para tomar la tierra por la buena o por la mala. Y con la policía y el block para las bardas en la mano.
Como un líquido espeso vertido en la tierra, la ciudad se expande y no encuentra obstáculos ni en las leyes del desarrollo urbano ni en los marcos legales de la tenencia de la tierra. No valen esfuerzos como la Declaratoria del Área Natural Protegida "Humedal de Valsequillo", que debe regular con criterios ambientales los usos de suelo en la región sur de la ciudad, y sí los mecanismos rapaces del capitalismo salvaje en el que vivimos.
Dos fronteras campesinas sometidas por todas las pasiones que se contienen en el frío par de vocablos tan antiguo como la primera de las guerras: especulación inmobiliaria. Las dos mantienen sus maizales y quelites. Las dos prueban la derrota de los pueblos: la pérdida sistemática del uso campesino económico y cultural de la tierra por procesos estructurales catastróficos en sus consecuencias sociales y ambientales.
Pero desde ahí intento una nueva manera de mirar la ciudad.
Dos miradas
Agustín, en el extremo norte
“Llevo treinta años en esta lucha --me dice Agustín, un hombre de sesenta años, obrero textil, despedido en 1996 de una fábrica de Manantiales en quiebra, y que ha hecho cabeza de la colonia San Juan Tulcingo en su demanda por la regularización municipal--, treinta años mirando el pleito entre Puebla y Cuautlancingo por el reconocimiento territorial. Uno dicen: tú pagas el predial allá, ¿cómo nos pides el drenaje? Y el otro replica: tú votas en Puebla, ¿por qué tengo que arreglarte la calle? ¿Entonces? No señor, ya no puedo, ya estoy cansado, ya no les creo nada…”
En el recuadro amarillo, la colonia irregular San Juan Tulcingo
San Juan Tulcingo es una calle larga que serpentea con no más de cuarenta, cincuenta casas, y no más de 350 habitantes. Todavía se rodea de maizales que empiezan a secarse en octubre. Para llegar hay que tomar la carretera a Tlaxcala, pasar a un lado de Barranca Honda y dejar atrás San Cristóbal Tulcingo, cruzar la barranca, profunda en serio, y tomar a la derecha por una unidad habitacional de construcción reciente, con casas de un solo piso, para cruzar después la vía del tren por un paso inferior. En una loma rodeada de milpas con rumbo a san Miguel Tenancingo está la colonia.
“No somos ni de aquí ni de allá --me dice Paula, esposa de Agustín--, rebotamos como pelota y ya no sabemos ni quiénes somos.”
Paula mide el tiempo de la colonia con la vida de sus nietas y con la propia. Ella nació en los años cuarenta, justo cuando su padre, Tiburcio González y un grupo de cuarenta campesinos nacidos en Tenancingo lograron escriturar los terrenos que compraron al hacendado de San Juan Tulcingo en 1926. Me muestran el testimonio notarial del 22 de agosto de 1945 firmada por el Juez de lo Civil y Notario de Cholula Armando Ceballos García. Pertenecen al municipio de Cuautlancingo.
“La luz la logramos meter en 1998, cuando nació Karinita…”, dice muy satisfecha Paula.
“Yo ya estoy desesperado --sigue Agustín--. ¿Por qué el gobierno no ve lo que pasa? El presidente de Cuautlancingo le dijo a ese señor Gali ‘no te metas con la tierra de mi municipio’, pero cuando lo vamos a ver para que nos apoye con los biodigestores y el drenaje que propone la doctora Lourdes Flores de la BUAP, no nos recibe. Y por aquí pasó Blanca Alcalá y prometió. Y ahora recién vinieron Paty Leal y la esposa de Gali, y prometieron. Pero ninguno dice cuándo…”
San Juan Tulcingo y toda esta franja movediza de la frontera entre Puebla y Tlaxcala ve venir ahora sí el Arco Norte del Periférico. Y a Paula y Agustín les expropiarán por lo menos 400 metros cuadrados, pues su terreno es largo y delgado (700 por 14), y va a dar por el sur hasta las líneas de alta tensión que corren junto a la vía férrea y cuyo derecho de vía se utilizará para la avenida. Al norte colindan con los tlaxcaltecas de Tenancingo.
El plano testimonio de la propiedad de San Juan Tulcingo.
“Esos dicen que esta tierra pertenece a Tlaxcala --termina Agustín--. Había un monumento con la fecha de creación de nuestra colonia, de 1974, pero ellos lo destruyeron, y luego tumbaron las moneras. ¿Y qué hace Cuautlancingo? Nada. Yo ya estoy cansado, señor.”
Un labriego, en el extremo sur
Encuentro su testimonio en la prensa del año 2009:
“Si quieren hacer casas, que las hagan. ¿Pero por qué tiene que ser a costa del campesino? Mientras ellos se hacen cada vez más ricos, nosotros seguimos siendo más pobres. Pedimos que intervenga el gobierno porque la gente ya se está cansanda de no poder transitar, de estar incomunicados, de los despojos. Los Flores Escalona no lo saben, pero el día que el pueblo se canse van a amanecer linchados.” (Testimonio tomado del reportaje de Javier Puga “Se comprueba que guardias blancas custodian 400 has. de tierra de Pacheco”, La Jornada de Oriente, 12 de enero de 2009.)
San Andrés Azumiatla y el territorio campesino del despojo
El labriego sabe de lo que habla.
Desde el año 2005 los campesinos de San Andrés Azumiatla sienten el acoso de la ciudad. A las cuatrocientas hectáreas que custodian algunos de ellos para los hijos del político (ex presidente municipal y ministro de justicia) Guillermo Pacheco Pulido, se suman las que ya ocupan los asentamientos irregulares apoyados por Antorcha Campesina conocidos como Tlacaelel y Cuitlahuac, en tierras cuyos colonos compraron al parecer a pequeños propietarios de Santa María Malacatepec, y pertenecientes al municipio de Santa Clara Ocoyucan, y que mantienen en disputa los dos pueblos. Ninguno de las dos existía en el año del 2006. Asentados junto a la carretera que lleva a San Andrés, a tres kilómetros del pueblo, y a pesar de que en esas colonias viven ya más de 500 familias, no cuentan con agua potable ni drenaje, ni mucho menos banquetas, guarniciones, pavimento, alumbrado público.
Los dos caseríos se asoman a un enorme descampado totalmente bardeado y cercano a las 150 hectáreas, y que desde la carretera va a dar hasta el río, justo donde inicia propiamente el lago de Valsequillo. El predio se conoce como “Ex Hacienda Chavarría”. Después de que la policía del gobierno de Mario Marín desalojara con violencia a un grupo de campesinos de San Andrés que todavía hoy lo reclaman como suyo, llegaron los albañiles. Y bardearon todo ese descampado, por los dos lados dese la carretera, hasta el lago.
Y sea quien sea el propietario, la gente en el pueblo afirma que es de Mario Marín.
Pero mientras averiguan, y sobre cualquier cosa, la tierra se vende. Los ofrecen para una colonia “Juquila”, a un par de kilómetros del puente de la 11 Sur en el río Atoyac, y más allá de San Andrés, rumbo de Los Ángeles Tetela, en lotes de 200 metros con un costo de 115 mil pesos (575 pesos el m2).
¿Título de propiedad? No se preocupen, ya firmaron las minutas los señores ejidatarios.
Los nuevos asentamientos en San Andrés Azumiatla.
En el año 2006 todavía no existen Tlacaelel y Cuitlahuac.
En el 2013, los dos asentamientos crecen al lado del terreno bardeado hasta el lago.
El descampado convertido en propiedad privada. La muralla. La colonia Cuitlahuac