• Verónica Mastretta
  • 19 Junio 2015
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Pasaba por ahí todos los días y me acostumbre a él, quizás sin valorarlo. Un laurel que tendría más de 50 años, ya muy grande, con sus hojas perennes, de un verde vivo que hacían que la calle se viera alegre y ambientada, porque en los laureles se refugian muchas aves, en especial gorriones, siempre trajinando de aquí para allá, particularmente en las tardes, cuando su alboroto llenaba el aire con sus trinos.

Así se veía la 15 de Mayo:

 

El sábado en la tarde, al regresar a mi casa, el laurel ya no estaba ahí. Lo que quedaba de él estaba destrozado en el suelo o subido en trozos en un camión de carga. ¿El motivo? Una empresa abusiva, irresponsable, a la cual se le encargó pavimentar la calle 15 de Mayo, allá , cerca del boulevard Hermanos Serdán, decidió tirarlos sin mayor argumento que facilitarse a sí misma su trabajo. ¿Las autoridades? Bien gracias. No encontramos a ninguna hasta el lunes en la mañana, en que además del enorme y sanísimo laurel, ya habían derribado muchos otros árboles de diferentes especies. No tengo duda de que a veces es necesario podar o derribar un árbol, pero para eso existen procedimientos muy claros en el COREMUN (Código Reglamentario Municipal de la ciudad de Puebla). No se consultó ni respetó de parte de la empresa; tampoco hubo una supervisión de parte de la autoridad. El resultado es que muchos árboles sanos y útiles, que no estorbaban a nadie, fueron derribados durante un amargo fin de semana en que las autoridades brillaron por su ausencia.

Así mira hoy la avenida, y ahí están las máquinas trabajando:

 


Ahora han aparecido para hacernos muchas promesas: que reforestarán con mejores especies, que dejarán todo como estaba y hasta más bonito.

 Y yo me pregunto: ¿cómo recuperar por decreto los cincuenta años de silencioso crecimiento del particular laurel que ahora que ya no está, echo de menos en mi calle de una manera que hasta duele. ¡De verdad! Me duele hasta el pelo, y me dolió ayer el perturbador silencio de los gorriones que se quedaron sin casa de un plumazo por el irresponsable actuar de empresas salidas de quien sabe dónde, a las que la vida de un árbol,  mejor diré, la vida de muchos árboles, los de toda una avenida,, les parece poco importante.  El chiste es tener obra, que les deje dinero rápido y que se jodan los árboles, los pájaros, el aire, la falta de oxígeno y el ambiente de una calle, mi calle, la calle de todos, que sin ese árbol nunca volverá a hacer la misma.

¿Por qué actúan de noche, como los ladrones?, me preguntaba hoy en la mañana.

Porque eso son, ladrones de la buena convivencia, del respeto a las normas de una ciudad, ladrones de la vida de un poderoso árbol que les estorbó para ir más aprisa.  Me queda de lección que como ciudadanos hay que organizarnos mejor. Si los ladrones de la vida actúan de noche, formemos una red que actúe de noche. Si tienen poder para hacer maldades, tengamos el poder de comunicarnos a la velocidad de la luz para poder pararlos a tiempo. Aprendámonos al dedillo nuestro COREMUN, para actuar con conocimiento, para poder preguntar y pedir con conocimiento de causa, no solo con el hígado hecho paté porque nos arruinaron nuestro calle por un largo rato, por los siguientes cincuenta años, mientras otro árbol nuevo lucha por sobrevivir a las invasiones bárbaras d los colocadores del concreto hidráulico .

Lástima de Laurel, lastima de vida, carajo.

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