Las galas nos miran en azúl y rojo, los hombros desnudos, las faldas al vuelo, severo el rostro descubierto, infantil, casi neutro el rostro enmascarado. La foto los ha detenido un instante para plasmar el baile en la soltura de la tela enganchada entre la rigidez de los brazos masculinos y la ligereza del plumaje de la barrera huehue que los guarda.
Y las dos nos miran desde los ojos del fotógrafo Raúl Gil. La ensoñación del absurdo nos abruma desde la seriedad con la que nos mira la mujer-hombre en azul chillante. De cuerpo entero la burla, el cometido último de esta antigua explosión festiva.
Abrumado por la fuerza de las imágenes, recurro a Octavio Paz en uno de sus pasajes más certeros de su intento por comprender esta mexicana.
Viejo o adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro, máscara la sonrisa. Plantado en su arisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación. Tan celoso de su intimidad como de la ajena, ni siquiera se atreve a rozar con los ojos al vecino: una mirada puede desencadenar la cólera de esas almas cargadas de electricidad. Atraviesa la vida como desollado; todo puede herirle, palabras y sospecha de palabras. Su lenguaje está lleno de reticencias, de figuras y alusiones, de puntos suspensivos; en su silencio hay repliegues, matices, nubarrones, arco iris súbitos, amenazas indescifrables. Aun en la disputa prefiere la expresión velada a la injuria: "al buen entendedor pocas palabras". En suma, entre la realidad y su persona se establece una muralla, no por invisible menos infranqueable, de impasibilidad y lejanía. El mexicano siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos, también, de sí mismo.*
Los huehues se van en marzo como vinieron, con el barullo sonidero de los barrios y el anonimato de la máscara que guarda miradas que por unos días detuvieron el tiempo. Como la cuadrilla “Tradicional de la 26 Oriente”, retratada por el fotógrafo poblano Raúl Gil Mejía, de la que escogemos estas siete vistas de día de carnaval en Xonaca. Día y noche sostenidos por el chamuco, oculto en esos ojos severos que nos recuerdan que en la vida siempre nos aguarda el abismo. (Mundo Nuestro)
* Máscaras mexicanas, extracto tomado de El Laberinto de la soledad, Ediciones Cuadernos Americanos, México,1950.