• Verónica Mastretta
  • 14 Noviembre 2013
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Por: Verónica Mastretta

"Gorda, ineficiente,  distante, desconectada, chaparra, costosa, dispersa, desperdiciada, gritona, injusta..."  No estoy describiendo a una persona, solo nombrando algunos de los atributos que nuestra también hermosa ciudad de Puebla tiene.

Puebla, de recién nacida y por casi cuatrocientos años, fue una ciudad con un entorno tan espléndido que aún ahora hay tardes que nos quitan el aliento si por un rincón abierto entre los edificios o espectaculares podemos ver a sus volcanes, o mirar a la luna meterse entre ellos a las diez y media de la noche. Su cielo y su luz, muchos lugares de su centro histórico o rincones inesperadamente bellos, nos recuerdan que fue una ciudad bien pensada. Sin embargo, hace dos semana releí datos duros que describen los problemas que hoy aquejan a nuestra ciudad , así como algunas de las explicaciones que los técnicos encuentran para este despropósito en que la hemos convertido a partir de los años cincuenta del siglo pasado. Van los datos.

En los años cincuenta empieza el ataque frontal a la planeación original de la ciudad. La parte del río San Francisco que cruzaba la ciudad se encontraba altamente contaminada con el drenaje de la ciudad. En los años sesenta, los hermosos y emblemáticos puentes que unían el centro histórico con la parte de San Francisco y el Alto, fueron derribados y el río, entubado.

Entre los años sesenta y setenta, el trazo originario de la ciudad se empieza a perder y muchos magníficos edificios del centro histórico son derribados para construir esperpentos tales como el edificio de Woolworth, el Sanborns, el Gilfer, el Banco de Puebla, y muchísimos más en pleno corazón de la ciudad. Puebla se va volviendo fea e inarmónica.

El polígono de la ciudad de Puebla mide 56 mil hectáreas. En 1970 la ciudad ocupaba 2,200 hectáreas. Hoy hemos ocupado de manera ineficiente 24 mil.

En 1970 habitaban el centro histórico cerca de 300 mil personas. Hoy lo habitan cien mil.

En 1970 en cada hectárea había 230 habitantes, de manera que las calles y sus servicios, tales como alumbrado, drenaje, transporte, estaban mejor aprovechados. A partir de entonces la ciudad se empieza a dispersar y hoy la densidad es de 66 habitantes por hectárea. Por eso es gorda e ineficiente.

En 1990 se realizaban un millón setecientos mil viajes por día. Hoy se dan seis millones de viajes diarios. 75% de esos viajes son en coche y 25% en transporte público. El mundo al revés. Se calcula que para el 2022 habrá diez millones de viajes diarios. Al dispersarse la ciudad, los viajes se volvieron mucho más largos, las vialidades crecieron desproporcionadamente y se volvieron difíciles y caras de mantener y alumbrar.

En 1970 la ciudad tenía en promedio entre dos y tres pisos. Hoy es mayoritariamente de un piso, es decir, se volvió chaparra.

Se tienen contabilizados 10, 000 terrenos baldíos además de cerca de setenta mil predios con construcciones abandonadas o sub utilizadas.

Ocho mil hectáreas de la ciudad están en el norte, en la zona de la Malinche, cuyo uso de suelo original, bosque, ha sido totalmente trastocado. Nuestra fábrica de agua está agotada y el hipotético Parque Nacional de Coníferas, prácticamente ha sido arrasado.

En 1970 aún había un parque a quinientos metros de cada colonia. Hoy tenemos un déficit de seis metros cuadrados por habitante en las áreas  urbanizadas y hay colonias que a 5 km a la redonda no tienen áreas verdes.

En 1970 Puebla tenía medio millón de habitantes. Hoy tiene un millón 600 mil, pero entran y salen de la ciudad cada día otro millón y medio de personas.

En 1970 las colonias no se construían amuralladas y colindaban unas con otras, así que había un grado razonable de tejido social. Hoy se construye la ciudad aislando con bardas y trincheras  los tamaños de la desconfianza y las diferencias sociales.

Hoy pocos tienen mucha agua y muchos tienen poquita o nada. Antes el agua venía de la Malinche, hoy la arrancamos a otros municipios y desperdiciamos cerca del 40 % en las redes mal mantenidas. El agua que la ciudad usa, se regresa a los ríos sin cumplir con las normas de descarga. La red de alumbrado público municipal pierde 30 % de la energía debido a la fatiga de los cables y redes ineficientes.

Puebla genera anualmente 350 mil toneladas de basura en las casas y 100 mil en la industria. Reciclamos solo lo que corresponde a cinco días al año. El resto lo mal enterramos. Por eso es una ciudad botarate e irracional.

En 1970 no había espectaculares y en los postes solo se ponía la eterna propaganda del PRI; a los demás partidos  entonces y por fortuna no les alcanzaba el dinero para colaborar con el mal gusto. Hoy la imagen urbana está plagada de espantosos espectaculares que crecen como hongos, incluso en las áreas públicas. Su crecimiento ha sido irrefrenable.

En 1970 el ruido se oía en las discotecas. En 2013, hasta las iglesias transmiten sus ritos por medios de bocinas. El gas, los tamales, las tiendas, los supermercados, los mercados .Todos compiten por hacer más ruido, aunque haya una norma que lo acota y limita.

Esa es la cara fea de la ciudad. Hay que verla de frente y reconocerla, para saber cómo es aquello que no es bueno ni deseable, para entender qué hicimos mal y porqué, de manera que se puedan generar soluciones para construir una nueva armonía. Por lo pronto, tanto el Gobierno del Estado como el actual Ayuntamiento de Puebla así lo han entendido y en base a eso planifican: la palabra clave es REDESINFICAR, o sea, primero que nada, adelgazar para evitar un infarto masivo al corazón de la capital del estado.  

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