Esta discusión es fundamental para la viabilidad histórica de México. Así la presenta la revista Nexos en su edición de marzo de 2015: “Los usos de la biotecnología aplicados a la genética del maíz han abierto un debate polarizado en México. En este reportaje, Alfredo Narváez recupera las dos voces opuestas. Por un lado, están los que aprueban la siembra de maíz modificado genéticamente con tal de aumentar la producción. Por el otro, aquellos que rechazan el uso de organismos genéticamente modificados bajo el argumento de que la contaminación genética para este grano básico en la alimentación de los mexicanos será irreversible.”
Presentamos la introducción de este riguroso reportaje sobre los riesgos que enfrenta nuestro país por la posibilidad de se confirme la autorización de la siembra masiva de maíz transgénico. Mundo Nuestro.
Si México tuviera otro nombre sería “maíz”. Ninguna otra cosa define su carácter como esta planta y alimento, con toda su diversidad biológica: 60 razas, más de 20 mil variedades que han sido inventadas por los campesinos durante nueve mil años, y toda su diversidad cultural. El país ha sobrevivido epidemias, guerras, crisis económicas… pero el maíz ha permanecido desde hace milenios como el pilar de todo. Durante mucho tiempo el Padre Nuestro se rezaba pidiendo las “tortillas nuestras de cada día”, y el antiguo relato es el mismo, sea en maya, náhuatl u otras lenguas, en los inicios, en otros soles y lunas, el maíz toma su forma y con éste el Padre y la Madre originales crearon el cuerpo de los primeros humanos, con mezcla de maíz amarillo y blanco. En La historia general de las cosas de Nueva España, fray Bernardino de Sahagún escribió algunos rezos sobre los rituales del maíz:
Quién fue el que dijo, el que nombró al maíz, carne nuestra, huesos nuestros?
Porque es Nuestro Sustento, nuestra vida, nuestro ser.
Es andar, moverse, regocijarse.
Porque en verdad tiene vida Nuestro Sustento.
Muy deveras se dice que es el que manda, gobierna, hace conquistas…
El maíz, Tonacáyatl, es lo en verdad, valioso de nuestro ser.
A través de un lento proceso de domesticación, hace nueve mil años el maíz pasó de ser una planta herbácea pequeña de Mesoamérica, el teosintle, a la enorme que conocemos. El maíz de hoy (Zea mays) no crece de forma silvestre en ninguna parte del mundo, su pequeño ancestro solamente crece en México, lo que se llama en biología su centro de origen, y ser este centro de origen es el corazón del drama de esta historia sobre el debate acerca del futuro del maíz. Sus antiguos domesticadores desarrollaron durante mucho tiempo 40-60 razas y miles de variedades, una enorme riqueza biológica, donde la complejidad climática, biológica y cultural se entretejieron. Hoy es un gigantesco protagonista de la alimentación mundial: en 2010 proveía 21% de la nutrición humana en todo el planeta, y por peso es el mayor cultivo de cereal en el mundo. Según la Corn Refiners Association de Estados Unidos, de los 10 mil productos que se encuentran en promedio en un supermercado dos mil 500 contienen derivados del maíz.
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