Instrucciones para entender la ambición del hombre
Gira, 22 años, escritora, estudiante de Literatura.
Uno desciende lentamente –al menos que lleve un perro que lo arrastre— por un sendero de subidas y bajadas empinado. Por suerte hay formas de ayudarse a bajar poco a poco, agarrándose de la pared rocosa o de los barandales de madera puestos ahí para ayudar a los turistas a caminar con más facilidad.
Si uno se detiene durante unos segundos puede admirar la cañada entre los grandes árboles de liquidámbar o papalote, como es conocido en la región de Tetela.
Cuando uno se asoma en detalle al paisaje, puede darse cuenta de que esa gran cañada parece ser una de las más sorprendentes bellezas naturales escondidas en medio de la Sierra Norte de Puebla. La cañada que cuenta con trescientos metros de altura alberga distintas cascadas y nosotros iremos a visitar dos de ellas.
Después de admirar tan ejemplar paisaje continuamos bajando rumbo a las cascadas. La primera de ellas y la más pequeña en altura, alberga un manantial donde se puede ver a los niños y adultos nadar felizmente.
Uno se queda admirando la cascada y tomando fotografías de la misma, sin embargo una foto no puede capturar la brisa y frescura que se siente estando cerca de las cascada pues con sólo oír el agua caer y sentir que corre por tu cuerpo puede relajarte, y entiendes por qué es tan importante el agua para esa región y en el mundo.
Es una terrible lástima que haya gente que quiere construir una mina solo por dinero, sin embargo es grandioso saber que hay personas luchando por salvar la montaña.
Uno se quedaría admirando por horas la cascada sin embargo aún tenemos que ir a ver la segunda cascada, y por lo tanto es hora de continuar el camino.
Volvemos a subir las escaleras hechas por el hombre para mayor comodidad de los visitantes y retornamos al camino que baja de nuevo por el sendero que lleva a la otra cascada.
Después de algunas vueltas por fin llegamos a la segunda cascada donde sólo pocas personas –una niña entre ellas— están nadando, tal vez porque el agua es más fría.
Un camino de madera ayuda a los caminantes a acercarse a la cascada, pues está rodeada por grandes rocas que impiden el acceso, pero para suerte de los caminantes han puesto puentes de madera resistentes para poder pasar a un pequeño espacio donde se puede estar admirando la cascada, y hay lugar suficiente para varias personas.
La segunda cascada es mucho más alta que la primera. Es admirable, y te da una sensación de paz absoluta que no puede comprenderse con simples palabras, pero es una experiencia increíble y sorprendente. Uno descansa y relaja su cuerpo; se olvida de inmediato todo, simplemente se queda ahí, absorto en la nada.
¿De dónde viene esa agua? ¿De dónde venimos nosotros? Ese tipo de preguntas se hace uno cuando ve esa maravillosa cascada caer desde lo alto.
Uno se puede quedar horas en ese lugar pero la tarde comienza a caer y es momento de volver a casa.
Es el momento más cansado del viaje ya que hay que subir de nuevo por el empinado camino. Será una difícil subida si uno no está acostumbrado, pero será sencillo si usted lleva un perro que lo arrastre y le dé impulso para subir, sólo tenga cuidado de no estrellarse contra las rocas ni de ser arrastrado demasiado por el perro. Si puede lograr parar durante un segundo, volverá a admirar la vista de la cañada entre los árboles.
Una vez que regrese a lo alto y haya subido a su coche –después de tomar un refrigerio en la tienda--, deténgase para admirar mejor la hermosa vista de la cañada y pregúntese si vale la pena que esas bellezas se pierdan por la ambición del hombre.