"Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor". Gabriel García Márquez
Leí el libro de Gabriel García Márquez "Cien Años de Soledad" cuando tenía 20 años, y no pude soltarlo hasta que lo terminé. Fui adicta a la lectura desde que aprendí a leer, sin más orden ni concierto que el de los libros que había en mi casa. El libro me lo regaló alguien a quien amaba y creyó que me gustaría. Al terminar la última hoja de ese libro, uno sabe que acaba de tocar y leer algo extraordinario. Luego leería otras obras perfectas como "El Amor en los Tiempos del Cólera " o "Crónica de una Muerte Anunciada", cuyo título te dice de entrada que la muerte de alguien llegará de cierto, y sin embargo esperamos que no suceda conforme vamos leyendo y entendiendo el mal entendido que conducirá a una muerte absurda e injusta pero que así va a ser, porque desde el título lo sabemos. El autor juega con nosotros como gato con ratón. García Márquez fue un genio, un escritor universal que aborda la condición humana y sus relaciones con el poder, el sexo, la política , el amor, la violencia y la muerte de tal manera que sus lectores siempre encontramos en sus personajes algo que nos explica también a nosotros mismos.
Hace dos años llegó a mis manos un libro extraordinario relacionado con él. La biografía escrita por Gerald Martin, un inglés que hace más de 21 años empezó a investigar la vida de García Márquez, fascinado por sus libros y sus temas universales pasados por el cristal del realismo mágico que da a toda su narrativa una luz nueva y especial. La de Martin es una biografía "tolerada", no autorizada. Trescientas entrevistas y tres mil páginas de borrador derivaron en una biografía conmovedora. García Márquez y su familia le abrieron al autor no solo las puertas de su casa, sino las de la Colombia en dónde creció y vivió el escritor. Decía Picasso que uno hace arte con lo que es. Y es cierto. Una obra de arte lleva la esencia del espíritu de quién la crea. Dieciocho años le llevó a Martin escribir esta biografía, y al irla leyendo, uno tiene todo el tiempo la necesidad de regresar a los libros ya leídos, para leerlos de nuevo con un entendimiento distinto. La biografía de Martin está hecha con una buena dosis de genio también. Escrita con una narrativa perfecta, además de una minuciosidad asombrosa, nos cuenta cosas que nos iluminan y enriquecen para disfrutar y releer a García Márquez. Transcribo un pequeño ejemplo de algo que vivió García Márquez contado por él mismo a Gerald Martin:
"A mi abuelo le dieron la noticia del suicidio de su amigo "el francés", que en realidad era un belga, un domingo de agosto cuando salíamos a la misa de ocho. Me llevó casi a rastras a la casa del muerto, donde lo esperaban el alcalde y dos agentes de la policía. Lo primero que me estremeció en el cuarto desordenado fue el fuerte olor de almendras amargas del cianuro que El Belga había inhalado para morir. El bulto del cadáver cubierto con una manta estaba en un catre de campamento. A su lado, sobre un banquillo de madera estaba la cubeta donde había vaporizado el veneno y un papel con un mensaje en letras dibujadas a pincel: "No culpen a ninguno, me mato por majadero". Nada perdura en mi memoria con tanto ahínco como la visión del cadáver cuando mi abuelo le quitó la manta de encima: estaba desnudo, tieso, torcido y amarillo, y sus ojos de aguas mansas me miraban como si estuvieran vivos. Mi abuela, Tranquilina Iguarán, lo predijo cuando vio la cara con que regresé a la casa: ‘Esa pobre criatura no volverá a dormir en paz por el resto de su vida’. Así fue."- .
García Márquez tenía entonces ocho años y llevaba viviendo con sus abuelos desde su nacimiento en Aracataca, a quien en su novela el rebautiza con el nombre de "Macondo". Su amor y conexión con el abuelo marcarían de manera indeleble su vida y su obra.
Y es con el relato del suicidio de un extranjero con el que arranca la novela de "El Amor en los tiempos del Cólera”. Y es con el relato de un niño al que su padre lleva a conocer el hielo que arranca "Cien años de Soledad". En el libro es su padre, pero en la vida real fue su abuelo quien lo llevara, el "abuelo-padre", su verdadera figura paterna.
"A comienzos de Agosto de 1966, en la ciudad de México que era entonces su hogar alterno, después de 18 meses de encierro escribiendo una historia que había dado vueltas en su cabeza 17 años, García Márquez acompañó a Mercedes su esposa a la oficina de correos para mandar a Buenos Aires el manuscrito terminado de "Cien Años de Soledad". Parecían dos supervivientes a una catástrofe. El paquete contenía cuatrocientas noventa páginas mecanografiadas. Tras el mostrador, el funcionario de la estafeta, anunció: "Ochenta y dos pesos". García Márquez observó a Mercedes rebuscar en el monedero. No tenían más que cincuenta pesos, de manera que solo pudieron enviar nada más que la mitad del libro. Volvieron a casa, empeñaron la estufa y la licuadora. Regresaron a la oficina de correos y enviaron el segundo bloque. Al salir, Mercedes se detuvo y comentó a su esposo: “Oye Gabo, ahora lo único que falta es que esa novela sea mala".
La obra de Gerald Martin es una crónica magistral y sensible, equilibrada y juiciosa, pero al mismo tiempo amorosa y emocionante. Nos logra mostrar de manera muy eficaz el proceso de vida y trabajo por el que transitó García Márquez para construir su rico mundo literario, hermoso, inquietante, feroz, entrañable y lleno de sentido del humor. Solo pudo hacerlo quien rinde un tributo a quien admira. Los ingleses son excelentes biógrafos. "Todo escritor con principios,- decía García Márquez de broma-, debería tener un biógrafo inglés". Martin es un maestro hablando de otro maestro de las letras, el más querido y emblemático de los escritores latinoamericanos de hoy. Premio Nobel de Literatura en 1982, fue una leyenda en vida, con una familia sencilla y discreta y una mujer a su lado, Mercedes Barcha, que no solo le dio apoyo, sino le hizo en muchos sentidos un sano contrapeso. Gabo y Mercedes, su esposa y cómplice de toda la vida, siguieron juntos hasta el viernes pasado.