Como en prácticamente cualquier evento de carácter público del presidente Peña Nieto, las protestas se hicieron presentes en Puebla. Desde que dieron inicio las campañas presidenciales, los universitarios se han caracterizado por mantener la voz alzada en contra de las tropelías ocurridas durante su gobierno en el Edomex y en su actual administración, y el pasado lunes no fue la excepción.
Con motivo de la visita del presidente a la inauguración del remodelado Hospital del Niño Poblano, la Asamblea Universitaria BUAP convocó a una manifestación en dicho lugar para expresar el rechazo de la comunidad estudiantil a su gestión y a la recurrente represión de la disidencia del gobernador Moreno Valle.
Los hechos
La dinámica para congregarse fue la misma que en las últimas manifestaciones de octubre y noviembre pasados: el punto de reunión sería en el Colegio de Antropología, en Ciudad Universitaria. Desde allí los manifestantes se trasladarían hasta el Boulevard del Niño Poblano.
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, en la zona de Angelópolis, una parvada de helicópteros sobrevolaban la Atlixcáyotl, vallas y muros de metal se levantaban sobre la calle, y cientos de policías estatales y municipales con equipo anti motín resguardaban las inmediaciones del hospital y las vialidades que permitían el acceso al mismo.
Al blindar la capital y paralizar toda una zona de la ciudad por miedo a las manifestaciones, nuestras autoridades se muestran conscientes de su responsabilidad en hechos que han causado el disentir de la población, y revelan su miedo a enfrentar las consecuencias de no asumir dicha responsabilidad.
A pesar del cerco, poco menos de 200 estudiantes partieron de Ciudad Universitaria al evento del gobernador. En Cúmulo de Virgo y la 11 fueron detenidos sus vehículos por unidades de tránsito estatal. Los inconformes descendieron y emprendieron marcha a pie, escoltados por un grupo de granaderos que no se les despegó en todo el camino. Al llegar a la preparatoria 2 de octubre ya les esperaba un grupo de policías estatales; entre el acoso y el hostigamiento al aproximarse a la escuela, el contingente estudiantil se dividió: el grueso de la manifestación se quedó en la prepa rodeado por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, y un puñado de estudiantes –no eran más de una veintena– logró atravesar el cerco y llegar al Boulevard del Niño Poblano.Foto: @_BetoMM
Foto: @CarlosCR
“¡Fuera Peña! ¡Fuera Valle!” gritaban los jóvenes que lograron llegar a las inmediaciones de la Universidad Iberoamericana Puebla, a unos 200 metros del lugar donde la reinauguración se llevaba a cabo. Los asistentes al evento oficial no escuchaban los reclamos del exterior. Mientras tanto medio centenar de policías rodeaba al pequeño grupo de universitarios.
La policía municipal poblana inició con la cargada en contra del pequeño grupo de manifestantes de la BUAP. Sin representar riesgo o amenaza para el pleno desarrollo de la ceremonia encabezada por EPN y RMV, los estudiantes fueron víctimas de golpes, jaloneos y empujones.
Durante el zafarrancho algunos estudiantes de la Ibero que entraban a su universidad también conocieron el plástico de las macanas y los escudos, y durante ese espacio de caos, jóvenes de la BUAP y de la Ibero lograron refugiarse al interior de la institución, sin embargo Shariff Guerrero y Édgar Juárez fueron detenidos por elementos de la Policía Municipal de Puebla pasada la una de la tarde. Los oficiales los metieron en la patrulla del Grupo de Operaciones Especiales P-722, misma que tomó rumbo a la PGJ.Foto: @VictoriaPalafox
A partir de aquel momento la institución jesuita hizo gala de solidaridad con los universitarios poblanos, pues además de prestarles refugio de los policías, los miembros de la comunidad de la Ibero Puebla les ofrecieron salvoconducto, llevándoles a todos juntos con sus familiares en el Paseo Nicolás Bravo unas tres horas después de las agresiones por parte de la policía a los jóvenes.
Mientras tanto, los estudiantes refugiados en la preparatoria 2 de Octubre optaron por ir a manifestarse frente a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado, para exigir la liberación de sus dos compañeros detenidos horas atrás. En este punto fue detenido Gustavo Reyes Ortiz.
Durante tal transcurso, la Autónoma de Puebla y la Iberoamericana emitieron cada una un comunicado. Mientras que la BUAP omite las agresiones a sus estudiantes y la detención de dos de ellos, y reprueba cualquier acto “que afecte la convivencia pacífica entre ciudadanos”, la Ibero hace un llamado a las autoridades a conducirse dentro de la ley y a ser sensibles y respetuosas con el ejercicio del derecho a la libertad de expresión de las personas.
Horas más tarde, la BUAP sacaría un segundo comunicado donde hace referencia a la detención de jóvenes universitarios de dicha casa de estudios, en el que detalla que las autoridades universitarias han estado en contacto con los familiares de los detenidos para prestar ayuda.
Entrada la tarde, Shariff y Édgar fueron trasladados al Juzgado Calificador Delegación Centro donde se determinó que los jóvenes no habían incurrido en falta alguna por lo que se ordenó su inmediata libertad. Mientras tanto, Gustavo nunca fue presentado ante ninguna instancia de justicia; después de un tiempo de haber estado detenido, fue puesto en libertad por los propios oficiales de la policía estatal que le habían detenido.
Una de las opiniones más comentadas a lo largo de las horas posteriores a la liberación de los estudiantes es precisamente que con este tipo de acciones los gobernantes sólo arrojan más leña al fuego. Tal parece que combaten las acusaciones de intolerancia y de represión con esa intolerancia que dicen no tener.
En un mundo donde en las últimas semanas se ha hablado tanto de libertad de expresión es curioso que en México se den este tipo de sucesos, en los que para un joven ejercer derechos será garantía de que será víctima de la intolerancia, pero no de un grupo minoritario o de extremistas, sino de sus propios gobernantes; la élite en el poder que sólo trabaja para perpetuarse es aquella que no tolera voces distintas, que busca alinear a los medios en un solo mensaje y a la sociedad en un solo discurso sobre movimiento, paz y consenso.
El peligro de estos discursos se ve reflejado en los desafortunados comunicados que la BUAP dio a conocer tras la agresión de policías a manifestantes, en los que la universidad se deslinda de cualquier acto “que afecte la convivencia pacífica entre ciudadanos”. ¿Dónde ha estado la BUAP cuando el gobierno del estado ha cometido actos que afectan la convivencia pacífica entre ciudadanos? Eso se preguntan estudiantes en distintos foros virtuales mientras discuten sobre los sucesos de aquel día. ¿Dónde estuvo la BUAP que hace sólo unos meses organizó por instrucción de la rectoría asambleas y protestas por los normalistas de Ayotzinapa? Cuestionan los estudiantes en las redes sociales.
Así, aglutinados en la lógica única del consenso –con lo que determine el presidente, e ignorando totalmente las vejaciones que cometieron policías municipales y estatales por órdenes del gobierno estatal contra sus estudiantes, la universidad decide omitir cualquier crítica al Gobernador Moreno Valle y al presidente Peña Nieto.
Las incongruencias
Uno de los primeros señalamientos que los estudiantes hicieron ante el deslinde de la BUAP de cualquier acción “vandálica”, es que en el comunicado posterior, publicado dos minutos antes de las ocho tanto en su perfil de Facebook como en el de twitter (https://twitter.com/BUAPoficial/status/557356753940381697) la institución indica que al momento de haber hecho el polémico primer comunicado no se habían realizado detenciones, sin embargo el primer comunicado fue hecho público a la 1:38 de la tarde (https://twitter.com/BUAPoficial/status/557260819423977472), más de veinte minutos después de que testigos empezaran a reportar sobre la agresión de la policía municipal al grupo de universitarios frente a la Ibero (https://twitter.com/marce_chsayago/status/557255327465619457).
Esto fue motivo para que muchos estudiantes iniciaran con una serie de acusaciones al rector Esparza Ortiz, entre las que abundaban los señalamientos de haber dado la espalda a su comunidad.
Aunado a esto, los estudiantes detenidos relatan que no recibieron ayuda alguna de la universidad, sin embargo el rector ha insistido en que los estudiantes fueron puestos en libertad gracias a los esfuerzos de los jurídicos universitarios: en entrevista tras el informe de labores del director de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Esparza mencionó que existía una denuncia por el presunto secuestro de autobuses, a pesar de que los estudiantes sostienen que se transportaron gracias a un acuerdo con los choferes, a quienes les pagaron por cada estudiante que abordó en las unidades.
En esa misma entrevista, el rector también mencionó que si la universidad se había deslindado de actos de vandalismo, a pesar de que no se cometieron tales, es porque las autoridades universitarias tenían conocimiento de que en la asamblea del jueves en la que planearon la actividad del lunes, los estudiantes presuntamente habían acordado realizar acciones violentas.Foto: LadoB
El desenlace
Un día después de los sucesos del Boulevard del Niño Poblano, los universitarios marcharon una vez más, ahora hacia el Carolino, para exigir al rector una postura firme con respecto a las detenciones y al trato que la policía municipal dio a los estudiantes, pues en los comunicados elaborados por la dirección de comunicación institucional, las autoridades universitarias no condenaban el actuar de los uniformados, sin embargo encontraron al edificio con las puertas cerradas y con vallas metálicas obstruyendo la entrada.
Los estudiantes hicieron un petitorio desde la Asamblea Universitaria, en el que exhortan Consejo Universitario a sesionar de forma extraordinaria, permitiendo la participación de estudiantes de la asamblea, para así obligar a la universidad a definir una postura con respecto al actuar de las autoridades municipales y estatales el día lunes. Como encontraron las puertas del Carolino cerradas, mostraron su petitorio ante los medios de comunicación que se habían hecho presentes en el lugar.
Mientras tanto, en el ayuntamiento, el grupo de regidores priístas solicitó a la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal un informe sobre la detención de los estudiantes. Además, el alcalde Antonio Gali asumió la responsabilidad y reconoció que si los estudiantes fueron puestos en libertad, fue porque no había ningún tipo de evidencia levantada en su contra.
Ahora lo que originalmente había empezado como una manifestación contra el presidente, terminó convirtiéndose en toda una campaña de redes para presionar al rector a definir su postura, y en la exigencia del cese a la represión y criminalización de la protesta. Mientras el rector se pregunta cómo resolver esta situación, el presidente, claramente distanciado de los jóvenes, continúa despreocupado de lo que los universitarios poblanos piensen de él y de su gestión.
* El autor es estudiante de la Escuela de Ciencias de la Comunicación en la BUAP. Es colaborador de los portales Mundo Nuestro y LadoB.