• Anamaria Ashwell
  • 18 Noviembre 2014
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La semana pasada el gobierno del estado de Puebla presentó la licitación de la obra pública que quiere realizar en terrenos de la zona arqueológica de Cholula. Un parque con todas las características que han provocado la rebelión de los pueblos cholultecas. Contradicciones y empecinamientos cercanos al berrinche son algunas de las descripciones que pueden hacerse del comportamiento gubernamental que ha provocado un severo conflicto social donde no lo había y al que no se le ve otro derrotero más que el de su agudización. En ese marco se entiende esta crónica de la antropóloga Anamaría Ashwell, que nos recuerda a todos un hecho insostenible: el encarcelamiento de cuatro ciudadanos cholultecas (Adán y Paúl Xicale, y Primo y Albino Tlachi). Y nos confirma en el convencimiento de respaldar un movimiento civil que denuncia y se opone activamente a este desvarío. (Mundo Nuestro)

 

En la cárcel con Adán Xicale, Paul Xicale, Primo Tlachi y Albino Tlachi: defensores del patrimonio cultural cholulteca.

 

Llegué temprano al Cereso de San Pedro Cholula y una cola se empezaba  formar con mujeres y niños y otra con hombres. Cuando me vieron me preguntaron a quien visitaba: a presos políticos del Gobernador Rafael Moreno Valle les contesté. Ellas sabían sus nombres y se contestaron solas: los Tlachis y Xicales. Las mujeres cuidaban las bolsas de comida que acomodaban sobre el suelo mientras balanceaban a niños y niñas amorosamente colgados de sus brazos. Algunas venían acompañadas de sus suegras; otras de sus madres y hermanas. Yo traía en la mano una libreta (debía ser pequeña me indicó Julio) y cuatro libros para los presos. “Ahhh…no. No le van dejar meter ni la libreta ni los libros” me indicó una mujer. “Tampoco le van a permitir su ropa “agregó otra. “Ni sus aretes” dijo otra. Me mostraron una puerta justo enfrente del penal donde rentaban ropa.”Apúrese y le guardamos el lugar” me indicó una jovencita.

Por suerte Lidia y Edmundo llegaron a hacerme compañía antes de entrar y una vez que me desvestí, dejé cuarenta pesos en prenda por los pantalones alquilados, ellos se encargaron de llevar mi ropa, aretes y libros al coche. Lidia me había entregado un hoja con la foto de una muchacha con un letrero; “Barcelona con el Círculo de Defensa de Cholula Digna” donde anotó también “Adán: estamos contigo haciendo ruido fuera de México”. Les pregunté a las mujeres si me dejarían entrar con esa sola hoja y me dijeron “No. Ni eso”. Tendría que regresar entre las 9 y las 13 horas de lunes a viernes y “en aquella ventanilla” una persona después de recibir mi credencial vería si los libros y esa hoja pasaban la censura del penal.

Una vez que traspasé la primera puerta confieso que quedé toda aturdida, absolutamente extraviada en una pequeña sala de unos cuatro por cuatro metros entre niños, hombres y mujeres y donde tres guardias apuntaban nombres y credenciales en un libro de registros. Al grado que pasé a la sala de revisión sin el gafete, sin apuntar mi nombre en el libro de entrada y burlando los procedimientos porque mi propia confusión confundió a todos. Una de las mujeres cuando se dio cuenta dijo: “Ayúdenla”. Y tuve que salir afuera y empezar de nuevo. Me imprimieron un sello en el brazo mientras un niño lloraba desesperado en brazos de su joven madre. Y me entregaron un gafete que finalmente pude introducir en una suerte de caja negra para formarme en otra cola. El espacio era un pasillo de dos por tres metros sobre el cual se abrían dos puertas de unos cuartitos que alguna vez debieron ser baños. Una mujer policía me esperaba adentro y procedió a revisarme. Los custodios y yo nos provocábamos curiosidad mutua. Y en un momento salió uno que debió ser un comandante para dar cuenta de esa anomalía que era yo entrando al penal. Pero fui tratada en todo momento con corrección y hasta amabilidad.

El edificio es del Siglo XIX y era un antiguo hospital. Exhibe un deterioro notable porque incluso la adaptación en penal se hizo con desprecio, sin planeación y sin consideración por los internos y sus familias. Después de la revisión se accede a un patio descuidado con una fuente donde vive una solitaria tortuga; y bajo un letrero que dice algo así como que a partir de esta puerta entran “solo personas”, cruzando ese umbral (con rejas) uno accede al área donde están los presos.

Al cruzar la tercera reja me esperaban el Lic. Xicale, su hijo Paul y los hermanos Tlachi. Les abracé a todos y ellos me recibieron con una enorme sonrisa. Yo toda aturdida ¿Alcancé a sobreponerme y decirles que conmigo entraron muchos otros, todos los que les conocimos defendiendo Cholula? ¿Que mandaban saludos y ánimos Julio, Mago, Lidia, Ruty, Sonia….? Pero creo que empecé diciendo:”Lic. Xicale todos estamos haciendo hasta lo imposible por sacarlos de aquí. Hay una reunión con la prensa en México DF…” cuando el Lic. Xicale me interrumpió, casi pidiéndome que respire y me calle; y me dirigió del brazo hacia el patio donde bajo unas mantas habían mesas y sillas para recibir a las familias y visitas.

Allí, pausado y elegante, me explicó que ellos están alojados en celdas en el segundo piso y “dentro de lo que cabe” les tratan con respeto y “sin denostarnos”. Pasaron dos días en reparos de la PGJ y están en este lugar desde el 9 de Octubre. Les controlan visitas pero hasta los otros presos les reconocen que ellos son presos de conciencia y algunos ayudan para que visitas como la mía sean posibles. Le pregunté como estaba de ánimo su hijo Paul (de 24 años) y me dijo que todos ellos tienen claridad en su compromiso con su pueblo y si hay momentos en que dudan o se deprimen les mantiene unidos y fuertes la convicción “que nosotros no hemos traicionado a nuestro pueblo”. “La ley esta al servicio del poder” me dijo también; y nos han imputado delitos falsos del código penal sobrepasando nuestros derechos constitucionales a manifestarnos. Me explicó que esa madrugada cuando acampaban enfrente del Ayuntamiento de San Andrés nunca se le pasó por la cabeza que llegarían policías con la intención de apresarlos y encarcelarlos. “Somos gente de pueblo” me dijo “y nos manifestamos sin violencia. Siempre ha sido así en Cholula porque cuando llegamos a reclamar a las Presidencias es porque no nos escuchan pero saben que tenemos la razón. No somos delincuentes”. Cuando llegaron los policías golpeando y pateando a la gente que dormía “Pude haber huido pero no era ético hacerlo. Me acordé que el Movimiento Cholula Digna tenía demandas justas y en ese momento yo quise razonar con los policías. Iba a decirles que nos íbamos a retirar si eso querían pero que no golpearan a las personas. En un inicio creí que era un desalojo. Uno espera eso. Pero no que venían a apresarnos. Me acordé de mi hijo, yo estaba como a cuarenta metros de él y me puse gritarles “No somos delincuentes. Si quieren desalojamos”.A Adán Xicale le identificó el Consejero Jurídico del Ayuntamiento de Leoncio Paisano de nombre Oscar Palacios Ramírez y su asistente llamado Héctor. Y a pesar que el Lic. Xicale siempre se mostró calmado, incluso cubriendo a este Consejero cuando las personas le agredían verbalmente, este servil empleado se prestó para que el rencor de Leoncio Paisano y Rafael Moreno Valle se tradujera esa madrugada en el injusto encarcelamiento que ahora sufren los Xicales y Tlachis.

Al Lic.Xicale le informé de los engaños y las mentiras  que desde ese 6 de Octubre repiten el Gobernador Rafael Moreno Valle, José Juan Espinosa y Leoncio Paisano sobre el Parque Intermunicipal. Que nunca desistieron de hacer sus negocios sobre esos suelos sagrados. Le informé de un país que se incendia de tanta injusticia y que en Puebla Rafael Moreno Valle tiene a más de 43 presos políticos por defender como él suelos y aguas de sus comunidades. Cuando le pregunté qué podía yo trasmitirle a todos los que le reconocemos honestidad y transparencia y que nos duele verle encarcelado injustamente me dijo: “Pienso en el futuro. Pienso ¿cómo puedo ayudar mejor a mi pueblo una vez que salga de aquí? Pienso si busco mayor participación en un partido para que nunca más lleguen al poder estos que abusan de la ley; o si busco influir en mi entorno cholulteca para que de aquí irradien propuestas; o si busco incidir a nivel del Estado…Uds. que reflexionan libres y afuera…no me responda ahora antropóloga…sugiéranme qué camino seguir porque no quiero traicionar a mi pueblo”. Y se le humedecieron los ojos.

Vivimos en un país donde los delincuentes están en el gobierno y  hombres honestos como los Xicales y Tlachis están en la cárcel. Al despedirme de su madre ella me dijo: “Ojala mi hijo salga pronto. Porque solo sufrimos mientras tanto.”

Todo Cholula, todo el país, sufre mientras tanto.

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