• Testimonios zapatistas
  • 02 Mayo 2013
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Testimonios zapatistas

 Es difícil entender por qué se fueron a la guerra los campesinos mexicanos en el arranque del siglo XX.



Apenas en febrero recordamos los cien años de la decena trágica, cuando la guerra civil estalló con una violencia insondable en la capital de la república. Muy cerca, atentos a los acontecimientos, los campesinos del sur, alzados en armas con el objetivo de la recuperación de las tierras para los pueblos, observaban el destino fatal de Madero.

Las voces que aquí se exponen, recuperadas por la historiadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, Laura Espejel, alumbran al personaje que con su nombre dio cuenta de la rebelión campesina más importante de la historia de México. Mucho de lo ocurrido en esos años de guerra en las montañas del sur, en el calor apretado de Puebla, Guerrero y Morelos, explica el derrotero de la sociedad rural a lo largo del siglo XX.

Los campesinos del sur “buscaban un pedacito de felicidad en medio de una historia que les había escamoteado toda posibilidad de libertad”, dice el historiador Salvador Rueda en la presentación del libro Emiliano Zapata como lo vieron los zapatistas. Estos testimonios quieren responder por qué los pacíficos pueblos campesinos se fueron a la guerra al grito de “tierra y libertad”.

Nuestra sociedad es hoy fundamentalmente urbana. Y violenta como nunca lo fue, a pesar incluso de las grandes revoluciones que nos fundaron. Nunca habrá una explicación certera de lo que nos ha ocurrido a los mexicanos en este arranque del siglo XXI. Tal vez estos testimonios del zapatismo nos ayuden a recordar de dónde venimos.

Estos testimonios, seleccionados por la historiadora Laura Espejel, forman parte del Programa de Historia Oral coordinado originalmente por la historiadora Leticia Olivera de Bonfil, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, con el trabajo de Carlos Barreto, Laura Espejel, Citlali Marino, Alicia Olivera de Bonfil y Salvador Rueda. Fueron publicados a lo largo de los años ochenta del siglo pasado, y nuevamente editados en el 2010 por Ediciones Tecolote con motivo del centenario de la revolución mexicana.

Las ilustraciones son de Fernando Robles y la selección de fotografías es de Francisco Pineda. 

Emiliano Zapata, como lo vieron los zapatistas.

Testimonios zapatistas

Ilustraciones de Fernando Robles; selección de textos, Laura Esquivel

“En esa época trabajamos en las haciendas desde chicos; empezamos a crecer y ya unos y otros nos decíamos que qué haremos o cómo nos quitaremos de aquí. Pues ni modo, no se puede. Y aguantamos y aguatamos  y aguantamos hasta que por fin ya se oían las voces de la rebelión del general Zapata”. General José Contreras. Tepetlixpa, Estado de México.

“A los nueve años, Emiliano vio derribar las huertas y las casas del barrio de Olaque. Vio llorar a su padre frente a la enorme injusticia. –Papá, ¿por qué llora?—preguntó. –Porque nos quitan las tierras. --¿Quiénes? –Los amos. --¿Y por qué pelean contra ellos? –Porque son poderosos. –Pues cuando sea grande haré que las devuelvan.” José Sotelo Inclán. 



“Era noble, sencillo, apacible y hablaba con calma. Sí, tenía momentos de enojo, ¿verdad?, y se le notaba cuando se retorcía el bigote del lado izquierdo, entonces se veía…de una mirada imponente, pero era muy amable con toda su gente. Y cuando le llevaban así, presos, que los avanzaban los subalternos, los mandaban formar y les decía a sus generales:

--Bueno, ¿pa qué los traen?

--Pa que usted ordene el fusilamiento.

---A estos hombres no se fusilan, están indefensos. Ya se los he dicho, en combate maten todo lo que quieran; pero aquí conmigo,  no. ¡A ver, los que quieran quedarse conmigo que den un paso al frente¡. Y los que no, pa que se les dé un salvoconducto para que los ponga yo hasta donde nosotros mandamos. Esos eran sus pensamientos del general Zapata. Tuvo sus errores, ¿verdad?, pero no fueron de tanta significancia.” Testimonio: coronel Jesús L. Ahedo.

“EL Plan de San Luis quiere decir que Madero había prometido darle las tierras a los campesinos. Pero ya después, como Madero claudicó en sus ideales, no cumplió lo que había prometido; por eso, después se desconoció ese plan y entonces dictó el Plan de Ayala.  Y ya luego que terminó el Plan de Ayala y el juramento, nos dijo a nosotros el general Zapata, dice: --¡Váyanse a sus pueblos¡, váyanse y por allá van a hacer la revolución con el compadre, con el amigo, con el que sea, pero quiero que cada uno levante un movimiento por allá” Mayor de caballería Félix Vázquez Jiménez.

“Y nos fuimos a la Villa de Ayala a pegar el grito, allí nos levantamos como otros cien…Yo me fui con una pistolita de cilindro, porque es de la caballería, y con un machete de cinta; esa fue mi arma. Y los demás con puñales, otros con escopetas de munición, otros ya con rifles de dice, de esos venaderos, y otros con el corazón nomás.” Capitán segundo de caballería Serafín Placencia Gutiérrez.

“El  mismo pueblo que quería a Zapata, decía:--No es posible que Zapata esté muerto de hambre con su gente. ¡, A i vamos a mandarles dos chiquihuites de tortillas, en fin, tlazoles o, en fin, tlazoles o, en fin, lo que había, y ahí estamos comiendo. Los pueblos nos ayudaban. Si llegábamos a alguna parte, el mismo pueblo nos deba de comer; que si salíamos a alguna parte, en un cerro, en pueblo nos llevaba cargas de tortillas, itacates, en fin, y así comíamos”. Capitán Segundo Serafín Placencia Gutiérrez.

“Ya dormimos con los caballos ensillados y nos amarramos la reata de un pierna, para cuando…Porque el caballo siento luego el humor del gobierno, y ventea mucho el caballo; luego que jalaba el caballo, ¡a pararnos luego, listos¡. O sea, a estar listos pa pelear. Y así peleamos y quiso dios que triunfáramos, nos le chispamos al gobierno  y ya después nos fuimos a ponerles emboscadas. ¡ Y duro con ellos, y duro con ellos”.  Coronel Jesús L. Ahedo.

“Nosotros comimos el perro, porque no había de dónde sacar maíz. Comimos el perro, comimos la acémila, comimos el caballo, comimos el burro. Esa era nuestra comida, y con esas yerbitas que hay en el campo, que parecen platanitos, se rascaba y a lavarlas bien para comer. Pues dios preveía para nosotros; lo que le pedíamos encarecidamente a la virgen de Guadalupe, que nos ayudara”.  Sra Ignacia, viuda de Fuentes.



“Se llamaba Amelia Robles, pero le gusta que le digan señora o señorita: el señor Robles. Es coronel. ¡pero fue brava, fue guapa, pues, pa pelear¡. Es nativa de Xochipala, ¡pero fue de veras, de veras¡. Y peleó, tuvo su tropa…Tenía oficiales chaparritos de Tixtla. –¡Muchachos¡, vamos a llamar al toro. Ustedes se escoden allá y ustedes aquí, y yo voy a encontrar al gobierno pa que se vengan, train armas. Y empezó a pelear con su caballo tordillo y su vestido rojo.” Soldado Joaquín Bello Rodríguez.

“El general Zapata dijo: --Mira Domitilo, conmigo y sin mí, la revolución tendrá que triunfar, porque el Plan de Ayala es una cosa sagrada. Lo que estamos peleando—dice--: tierras, montes y aguas que es de todos, no es de unos cuantos. Eso es lo que nos dijo él: --Pero, conmigo y sin mí, la revolución, las tierras serán repartidas, porque es una cosa sagrada.”.  Soldado Joaquín Campos Rodríguez.

“Con Pancho Villa se dieron el abrazo aquí  en Xochimilco. Porque Pancho Villa llegó a Tacuba, y Zapata a Xochimilco, y en eso él entraba a México. Se dieron el abrazo el 4 de diciembre, ya entonces se fueron para México y los oficiales a la presidencia. Luego se sentaron en la silla, pero ninguno la ambicionó; no tomaron ni un centavo del erario de la nación. Nomás que los dos obraban  con honradez”. General Próspero García Aguirre.

“Ésos que nos dijeron que Zapata no había muerto fue para que no nos desmoralizáramos, que no se desmoralizara su tropa. Pero sí, él fue muerto en Chinameca, nadie más que él…Sabes que un compadre árabe andaba con él, y se desapareció el árabe y Zapata; en la noche se pelearon los dos. El árabe lo llevó pa su tierra, porque ya nunca lo vimos…Hasta ahora no sabemos dónde está Teniente de caballería Macedonio García Ocampo.

Testimonios zapatistas. Ediciones Tecolote 2010.

 Laura Espejel, investigadora de la DEH, INAH. Licenciada en Historia por la UNAM. Investigación en curso Catálogo archivo de la palabra del INAH, en colaboración  con María Esther Jasso y Marcela  Cobos.



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