• José Luis Servín
  • 11 Abril 2013
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Por: José Luis Servín

Los conflictos provocados por los proyectos industriales impulsados por el gobierno federal en territorios de pueblos originarios no pueden valorarse de manera aislada. En la medida en que no lo hagamos, la sociedad mexicana no encontrará respuestas colectivas y democráticas a la pregunta por el verdadero desarrollo y progreso social.

Los políticos y tecnócratas se rasgan las vestiduras. Los ejecutivos empresariales pasan de la admiración al desprecio. Pero ambos sostendrán el acoso a las montañas y los ríos en leyes elaboradas para la promoción del capital industrial.

 Minas a cielo abierto, hidroeléctricas, parques eólicos son términos que en los últimos años van de la mano de “resistencia indígena”, “la tierra no se vende”, “respeto a la decisión de los pueblos”. Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Puebla: los territorios del sol, la montaña, los ríos, el viento.

Lo que sucede en la región Huave, allá en el istmo de Tehuantepec, es un ejemplo fiel de una sociedad incapaz de proponer alternativas de desarrollo económico y social fundadas en la sustentabilidad ambiental y en el reconocimiento de los derechos humanos fundamentales de los pueblos originarios.  Ahí está el reportaje de Rosa Rojas en el diario La Jornada para exponerlo (http://www.jornada.unam.mx/2013/02/18/sociedad/039n1soc). Mundo Nuestro presenta con este texto del académico José Luis Servín una breve semblanza de la raíz cultural del pueblo Mero Ikooc en la región de Juchitán. Y el porqué del rechazo al intrusivo proyecto eólico de una empresa española asociada con grupos industriales mexicanos.

Puedes ver aquí los portales electrónicos del conflicto:

Mareña Renovables: http://marena-renovables.com.mx/

El de los Pueblos en resistencia: http://resistenciacontraeolicos.blogspot.mx/2012/11/imagen-de-la-barra-santa-teresa-los.html 

El Sur es un viento femenino

Mareña Renovables, empresa, que es parte de la transnacional española Preneal, pretende construir un proyecto eólico en la Barra de Santa, en el Istmo de Tehuantepec.

 La Barra de Santa Teresa es parte del territorio de los Mero Ikooc, huaves o como ellos mismos se denominan mareños, ésta, se localiza en el municipio de San Dionisio del Mar, uno de los 3 municipios que habitan.

Este grupo indígena, habita, en la parte colindante con Salina Cruz, Tehuantepec y Juchitán en la periferia de la Laguna Superior.

Su territorio se ubica en el punto en que los vientos del norte que atraviesan el Istmo de Tehuantepec, provenientes del Golfo de México, llegan al océano Pacífico, por medio de un de embudo orográfico, que permite que estos vientos fluyan sin encontrar ninguna barrera natural.

La construcción del proyecto eólico, representa un agravio a su cultura, ya que ellos veneran a su entorno, el mar, el trueno, el viento, por ejemplo, el norte y el sur no son sólo términos que guían a los huaves en el espacio, sino también en su cosmogonía. El Sur es un viento femenino: viene del mar, de las olas que formó la virgen de la Candelaria cuando pisó el océano; el Norte es masculino, procede del continente y no es ajeno a los poderes del santo patrono. Dentro de este sistema clasificatorio, la oposición entre derecha e izquierda encuentra su correspondencia en la oposición hombre-mujer. Como el hombre y la mujer, el norte y el sur presiden los actos de la vida y de la muerte y están presentes en gran número de rituales.

Los vientos del norte, son los que buscan utilizar para el proyecto eólico, lo que no comprenden los gobernantes es que sería como concesionar parte de la Basílica de Guadalupe a una empresa, perdón, ¡ya lo hicieron y no sucedió nada!

No sucederá lo mismo en la Barra de Santa Teresa, los custodios son los Mero Ikooc (los nuestros verdaderos) y ellos no especulan con la venta de sus lugares sagrados.





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