Mundo Nuestro. Qué esperar de este texto de la escritora Alma Guillermo Prieto: una mirada cálida pero crítica que nos acerca a un hombre decidido a reconstruir la institución más añeja y contradictoria de la historia occidental, la iglesia católica sometida hoy por la corrupción y conservadurismo de sus élites gobernantes, con la cruz de la pederastia como principal carga negativa, pero no la única. Pensemos aquí, en México, el papel jugado por su jerarquía ante la violencia de Estado y crimen que nos ha arrojado al abismo, y su alianza sin frenos con los poderes y sus privilegios.
Esta semblanza se publicó en el 2014 inicialmente en la revista en línea, Matter, http://medium.com/matter , creada por el cofundador de Twitter, Ev Williams.
Y así empieza:
Quien aspire a ser cura católico hará bien en aprender a respetar las pequeñas formalidades de la Iglesia. Cuando los obispos y cardenales se encuentren en Roma por asuntos del Vaticano, por ejemplo, deberán vestir sus largas sotanas. Pero antes de que el mundo lo conociera con el nombre de Francisco, el cardenal Jorge Mario Bergoglio de Buenos Aires sentía un profundo desprecio por la pompa y la ceremonia. Guardaba su traje talar escarlata en un convento fundado por una monja argentina, para no tener que trajinar tanto trapo de ida y vuelta en cada viaje a Roma, y antes de dirigirse al centro de Roma a una residencia para sacerdotes, el cardenal pasaba por el convento, charlaba un momentito y luego se llevaba las prendas que las monjas le habían planchado y doblado con reverencia.
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