• Sergio Mastretta/crónica y video
  • 08 Enero 2015
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La voz atraviesa el portal del ayuntamiento y distrae por un momento a quienes se arremolinan por los boletos a la pista de patinaje.

“Se dice que en México, por trabajar seis años te puedes comprar una residencia de millones de pesos…”

Y los gritos de ¡Gaviota, Gaviota! Interrumpen por un instante la reflexión de la mujer con su uniforme blanco impoluto; su voz bajita, decidida, recupera el ánimo:

“Pero no dejemos que esas personas nos manejen, porque para eso están las redes sociales, yo he escrito mis comentarios en el face de Peña Nieto, y qué es lo que hacen, me borran mis comentarios. Por eso, no dejemos esta lucha…”

La lucha. Una de tantas provocada por el apremio burocrático contra el salario de los trabajadores mexicanos. La de las enfermeras que han salido con el enojo prendido en sus rostros y en sus consignas.

“Han despertado al monstruo que estaba dormido --grita ahora un enfermero que hace una semana no tenía idea de que encabezaría esta marcha desde las salas de cirugía--, ya lograron lo que no había pasado en mucho tiempo, han despertado al pilar del sistema de salud en México, las enfermeras y enfermeros.”

El enfermero lleva también el uniforme blanco que identifica a los miles de trabajadores en los hospitales mexicanos que no alcanzan el denominativo de médico. 


Foto de Mundo Nuestro.

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La movilización de enfermeras encabronadas por el desconocimiento que pretende el gobierno federal de sus capacidades profesionales la han repetido este martes 6 de enero, justo el día dedicado a su profesión. Vuelven a salir a la calle, una vez más dejan los pabellones de los hospitales públicos para expresar su descontento por la nueva legislación oficial que desconoce las capacidades.

Hago un recuento de sus demandas: profesionalización universal, efectiva y permanente del ejercicio de la enfermería, trabajo social y terapia física y de rehabilitación, en todas las instituciones y unidades públicas y privadas del país. Rechazo a la reforma laboral que les quita a las enfermeras el grado de profesión.



Es difícil imaginar una profesión que tenga mayor alcance que la suya en el trato con la vida íntima de los ciudadanos. La vida precaria, asomada al abismo del dolor físico y la muerte: ahí están las enfermeras.

Hoy están en la calle para protestar en contra de una reforma más con la firma de los gobiernos modernizadores, con sus políticos como máximos promotores de ciudadanía. Las enfermeras que en una gran mayoría no alcanzan salarios arriba de los siete mil pesos mensuales.

“Ya no somos empíricos --afirma el enfermero--, esos se acabaron, ya no más sabes inyectar, sabes canalizar, sabes curar, entonces ya eres enfermero. No, ahora somos profesionistas, hemos estudiado, ahora tenemos licenciaturas, maestrías y doctorados. Somos el pilar de las instituciones, de los hospitales públicos y privados, y se lo vamos a demostrar a Peña Nieto.”

El pilar de las instituciones, dice, y yo me imagino cualquier día de estos en una sala de urgencias a la espera de “ser canalizado”, molido por un retortijón brutal en el abdomen, en el filito del dolor que alcanza a una parturienta. Salud y trabajo, dos territorios en uno: imposible la vida sin ellos. Y aquí están, encabronadas, todo menos dormidas, las enfermeras.

 

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El país se transforma en la calle, en el movimiento social provocado por alguna disposición genial y autoritaria firmada en el escritorio de un burócrata. Hace mucho que lo entendí, pero sigue siendo difícil comprender que lo que somos, los entornos que hemos creado, forman parte de una cadena larga de transformaciones ocurridas por personas decididas a cambiar las cosas.

Me lo recuerda en esta tarde del 19 de diciembre, en plena vorágine navideña, la enfermera que ha tomado el micrófono frente al palacio municipal de la ciudad de Puebla.

“Yo convoco a que nos unamos todos. Yo fui una de las que en el movimiento de 87 en México, hubieran visto todas las concentraciones que hubo, movimos conciencias en ese momento. Tuvimos apoyo, y eso es lo que me mueve después de tantos años para estar aquí con ustedes y decirles que no tengamos miedo.”

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