• Mundo Nuestro
  • 26 Noviembre 2015
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Mundo Nuestro. Un grupo de periodistas e historiadoras poblanas han reunido sus textos en el libro Crónicas de Puebla, 50 años, que se presenta este jueves 26 de noviembre en la Casa de la Bóveda. Ellas son Silvia  de  Julián, Pilar  Bravo, Cecilia Martínez, Alejandra  Delgadillo, María Eugenia Mora, Diana  Hernández y  Gloria  Tirado. Los textos reseñan acontecimientos a partir de una fecha fundamental para la historia moderna de la ciudad: 1962.

Dicen ellas para la presentación: “Pilar  Bravo, periodista  de  Tribuna  Radiofónica, se hizo cargo de armar   el proyecto  y  entonces con  investigación  de  hechos,  a  partir  de  la década  de  los  sesenta,  en que llegó  a  Puebla Volkswagen, en  que el hombre  pisó  la  luna, en que  se  entubó el Río San Francisco y que  las  familias poblanas de  tradición veían   con angustia el comunismo, cada una de las también periodistas se puso a escribir la historia, recuperando  testimonios, sus propias vivencias, entrevistas y crónicas. Nosotras   hemos  querido  contar   parte  de  esta historia   contemporánea, que nos ha tocado vivir.”

Presentamos aquí un fragmente de uno de los textos incluidos en el libro, escrito por Diana Hernández, La cultura en Puebla.

 

La cultura en Puebla: entre el esplendor y el abandono

 

Por Diana Hernández Juárez

 

La cultura es la suma de todas las formas de arte, de amor y de pensamiento,

que en el curso de siglos, han permitido al hombre ser más libre. André Malraux

 

 

En Puebla viven todos los tiempos al mismo tiempo. Al caminar por sus calles pasado, presente y futuro se encuentran. Arte del sincretismo en su máximo esplendor: expresiones de arte indígena, colonial, mestizo, clásico, neoclásico, barroco, neobarroco, renacimiento, modernidad, posmodernidad y vanguardias.

Ángeles y demonios se cruzan por las aceras de adoquín, espiritualidad, tradición e historia se respiran en cada esquina.

Las calles de Puebla están pavimentadas con cultura; las de otras ciudades con asfalto, podríamos decir parafraseando a Karl Krauss, cuando describía a Viena. Lo cierto es que la ciudad más grande es la que mis pasos crean al caminar y esta urbe se puede caminar y disfrutar todo los días; es un centro multicultural, en donde conviven la alta cultura y la cultura popular, en sus más variadas y caóticas expresiones.

Arquitectura, literatura, música, gastronomía, artesanías, teatro, danza, artes plásticas y sobre todo una gran espiritualidad son características de la vida en Puebla, porque el centro histórico es como un enorme santuario. Todos estos elementos  enamoran a quienes llegan a Puebla: la ciudad de los Ángeles fundada en 1531, que fue proyectada por los monjes franciscanos, como la utopía de Tomás Moro, de crear una ciudad de Dios en el Nuevo Mundo.

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Nací y vivo esta ciudad. He vivido intensamente y me gusta disfrutar la vida, desde los más pequeños detalles de la naturaleza, hasta los más grandes milagros de la creación. Desde mis más íntimos recuerdos, hasta mi eterno salto mortal hacia el mañana. Soy totalmente poblana, a mucho orgullo. Mi infancia transcurrió en los antiguos barrios de Xonaca y Los Remedios, lugares en donde todo mundo se conocía y todo quedaba cerca: la iglesia, la escuela, los parques, las tiendas y los amigos. Lo mejor eran las tradicionales fiestas patronales en honor de las vírgenes de La Candelaria y de Los Remedios, ahí me aficioné a las chalupas, cemitas, molotes, tostadas,  pelonas y demás antojitos de las ferias, que forman parte de nuestra deliciosa gastronomía.

Las actividades de poder: políticas, económicas, académicas y de todo tipo, circulan  en el  Centro Histórico de Puebla, alrededor del Zócalo y calles aledañas: Avenida de la Reforma-Palafox; 3 Oriente-Poniente; 5 de Mayo-16 de Septiembre, 2 y 4 Norte-Sur, entre otras. Aunque desde hace algunos años inició la descentralización del Poder Ejecutivo a modernas oficinas en la zona de Angelópolis. Además de la proliferación de modernos complejos comerciales y de diversión en otras partes de la metrópoli.

Un principio fundamental e intrínseco, tanto de las ciudades españolas, como de las indígenas es el centro. Por eso “retiembla en sus centros la tierra”, como dice el Himno Nacional, la vida social, religiosa y política giran en torno a ese centro, en donde se erigen la Catedral, el Palacio Municipal, el Palacio de Justicia; el Edificio Carolino de la Universidad Autónoma de Puebla  y muchos más.

Cerca de lo divino y eterno

La ciudad de Puebla en su fundación fue la utopía de la Nueva España. Se trataba de crear una ciudad perfecta, ejemplo de orden, trabajo y desarrollo. Así fue durante esa época, tanto que llegó a ser la segunda urbe en importancia.

“Fundose la ciudad de Puebla de los Ángeles el 16 de abril de 1531 años, domingo día de Santo Toribio, siendo gobernador de estas provincias el ilustre señor don Sebastián Ramírez de Fuenleal, arzobispo que fue de Santo Domingo. Fray Toribio de Benavente ofreció la primera misa”.

Así está consignada la fundación de nuestra ciudad en las leyes que intervinieron en su creación, recopiladas por Miguel de Alcalá y Mendiola en el Bosquejo de la Imperial, muy Noble y muy Leal Ciudad de la Puebla de los Ángeles. En el mismo documento se reconoce que todo estaba listo desde muchos días antes, pero Motolinía “lo dilató” para que coincidiera con el día de su santo y darle así mayor simbolismo. Nombraron por patrón y defensor de la ciudad al arcángel San Miguel y el templo se dedicó a la Santísima Concepción.

Puebla fue la segunda ciudad en México, y la tercera en América en tener imprenta: también en los años cuarenta del siglo XVII se imprimió el primer libro, que destaca igualmente por tener la primera biblioteca pública, la cual sigue abierta hasta nuestros días, aunque ahora como museo y centro de consulta: La Palafoxiana. Es importante señalar aquí la impresión del periódico La abeja poblana y del Plan de Iguala, de José María Morelos y Pavón.

 

(Fragmento)

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