• Mundo Nuestro
  • 23 Julio 2015
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Mundo Nuestro: Esta es la historia de un video aparecido cuatro años después.

Después de la aparición sin aviso de los ingenieros con sus teodolitos. Después de las manifestaciones de impacto ambiental aprobadas. Después de los  cambios de uso de suelo aprobados por presidentes municipales. Después de la compra de terrenos a la orilla del río a campesinos desinformados. Después de la idea simple, contemplada en la ley, de la consulta a los pueblos indígenas, que ha obligado a las autoridades a realizarlas antes de cualquier autorización. Después del enojo de ciudadanos por la imposición de un proyecto sin consulta. Después de un rechazo rotundo en una asamblea que se le sale de control a un presidente municipal. Después de una presentación desastrosa del proyecto por parte de la empresa desarrolladora.

La empresa Comexhidro tiene más de cuatro años trabajando en la región serrana comprendida en los municipios de Ahuacatlán, Tlapacoya y San Felipe Tepatlán, asomados todos a la cañada del río Ajajalpan. El suyo es uno de los tres proyectos hidroeléctricos que empresas privadas pretenden desarrollar en un derrotero de 40 kilómetros de esa cuenca; dos han sido temporalmente detenidos (Xochicuatla, en Ahuacatlán, y Zaragoza, en Olintla). El pasado 5 de julio, en una asamblea realizada en San Felipe, la comunidad rechazó el proyecto conocido como Puebla 1 de Deselec-Comexhidro, y obligó al alcalde, con su cabildo, a revocar los permisos de uso de suelo que el Ayuntamiento había otorgado.

Y ni siquiera se habían cumplido los mínimos para la realización de una consulta pública seria.

Buena parte de los conflictos sociales que este tipo de  proyectos industriales genera están fundados por la desinformación y la imposición. Cuando las empresas y los gobiernos finalmente comprenden que la ley obliga a la consulta pública a los pueblos originarios, los ciudadanos de esas comunidades guardan ya una desconfianza profunda y rechazan masivamente esos proyectos.

De cualquier manera, este video elaborado por la empresa Comexhidro presenta de manera general lo que se propone: afirma que las mini hidroeléctricas son la mejor alternativa para la producción de energía en el contexto del cambio climático; describe el alcance de la construcción, con  el camino y túnel de acceso, las dos represas consideradas (la principal, sobre el Ajajalpan y una menor, en un arroyo subsidiario), el área de inundación, el túnel de conducción de agua y la casa de máquinas, para terminar con las torres y líneas de conducción de energía en Veracruz. Además, lo que la empresa considera los beneficios para las partes involucradas: el gobierno (por la generación de energía sustentable en el contexto del cambio climático), las comunidades (por la inversión directa en caminos y la disposición anual de recursos económicos para el desarrollo social, en montos que no identifica ) y la empresa misma (tampoco establece en pesos las ganancias que obtendrá de su inversión).

 Es su postura, y cualquier consulta empieza por conocer lo que un proyecto industrial se propone.

Muchos interrogantes quedan sueltos, y el primero de ellos, el del impacto ambiental, porque la postura de estos empresarios –como la del propio gobierno mexicano en sus secretarías de economía, energía y medio ambiente— es la de considerar los ríos serranos como reservas para la explotación industrial y no como entornos ecológicos fundamentales en su preservación. ¿En qué medida la represa, que le quitará hasta el 90 por ciento de su caudal, afectará el sistema ecológico de ese bosque mesófilo? ¿En qué medida las manifestaciones de impacto ambiental están fundadas en la investigación científica? ¿O en qué medida están hechas por bufetes legales respaldados por biólogos al servicio de las empresas, como se ha probado en procesos similares en la misma Sierra Norte? ¿En qué medida intervienen instituciones como CONABIO, con investigadores que van al campo y realizan una verdadera investigación sobre las repercusiones de largo plazo que producirá una represa de 42 metros de altura sobre el cauce actual del río? No es un asunto nuevo: a la vista están las consecuencias producidas a lo largo de cien años por las presas del complejo hidroeléctrico de Necaxa.

Otros interrogantes quedan, y son los sociales. El río cruza y da vida a territorios de pueblos originarios. El concepto de progreso y desarrollo capitalista ha aplastado al mundo indígena a lo largo de la historia moderna de nuestro país. Es un hecho que sólo hasta el rechazo de la comunidad de San Felipe Tepatlán en la asamblea del 5 de julio la empresa involucrada ha hecho pública la información de lo que pretende hacer en la cañada del Ajajalpan.

Y hace tiempo que  en los pueblos se tiene memoria de los espejitos. 

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