El jueves 12 de septiembre los magistrados del Primer Tribunal Colegiado de Circuito en el Estado de Chiapas tienen que resolver la situación del profesor Alberto Patishtán, encarcelado desde hace trece años por un crimen que no cometió. En el año 2000 fue condenado como autor del asesinato de siete policías en una emboscada. Es un asunto viejo, que ha ido y venido en los tribunales, y que llegó incluso a la Suprema Corte de Justicia, que decidió devolver el caso a Chiapas, justo al tribunal que hoy tiene que decidir si libera al maestro indígena. Es, por supuesto, un ejemplo fiel de la estructura burocrática que somete los procesos legales en México, y de su injusticia profunda. En un severo cuestionamiento a la justicia mexicana la organización Amnistía Internacional (AI) anunció la entrega de 16 mil firmas a favor de un juicio justo para el indígena tzotzil, considerado como “preso de conciencia” por la organización humanitaria. Dice el texto: “Patishtán se encuentra cumpliendo (…) una sentencia injusta resultado de un proceso judicial irregular, en el que no tuvo la oportunidad de acceder a una defensa eficaz”. La carta que hoy publica Mundo Nuestro, tomada del diario La Jornada el domingo pasado, expone el pensamiento de un hombre que ha perdido trece años de su vida en prisión y que sin embargo no ha perdido su libertad espiritual. |
“Su Santidad siervo de Dios, por este medio aprovecho enviarte mis saludos fraternos, esperando siempre esté bien de salud y que Dios te acompañe en todo tu caminar en el Amor del pueblo de Dios. Hermano Francisco es un honor para mí escribirle, de antemano darle las gracias por el encuentro que tuvo con mi amigo argentino Félix Díaz, líder de la comunidad etnia Qom, en compañía del Novel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; Félix a llegado a mi cautiverio con el fin de solidarizarse en exigir mi libertad.
“Oh Pastor de las ovejas heridas, digo esto porque soy uno de ellos que he sido maltratado y encarcelado injustamente por causa de decir la Verdad y denunciar la mentira, como otros en defender mis hermanos indígenas sobre el maltrato, este acto de Amor al prójimo no fue bien visto ni recibido por los ciegos y sordos contagiados por la corrupción en mi país, a consecuencia de este contagio me prefabricaron mis delitos de homicidio, robo, etc., por esta imposición del crimen fui sentenciado a 60 años de prisión, actualmente bajo este yugo de desgracia llevo más de 13 años en el cautiverio; durante mi permanencia siempre he insistido en la exigencia de mi libertad, reclamo que hasta hoy en día he sido ignorado por las autoridades mexicanas, pero gracias a Dios todavía mi vela permanece encendida no tanto para que yo vea, más bien para que los demás se iluminen para ver y me vean, aquí seguiré sin descansar.
“Hermano, ore por mí, necesito sus oraciones para seguir adelante en proclamar el evangelio de la Verdad, créame que todo su apoyo serán bendiciones para mí y mi familia, que Dios lo bendiga y que la Virgen de Guadalupe lo colme de su gracia, también aquí oraré por Usted su Santidad”.
“Hasta pronto. Vivir o morir por la verdad y la justicia, fraternalmente, preso político de la Voz del Amate adherente a la Sexta, tu hermano en Cristo Jesús, Alberto Patishtan Gómez (firma)”.